viernes 2 de marzo de 2007
CARLOS LUIS RODRÍGUEZ
a bordo
Buen apetito
La presión que, mediante amenazas, se ejerce sobre alguien para obligarle a obrar en determinado sentido se conoce como extorsión. De acuerdo con algo tan neutral como el diccionario de la Real Academia, el etarra De Juana es un extorsionador y el Gobierno un extorsionado. No hay entre ellos empate posible, no existe una tercera vía que permita satisfacer a las dos partes. Si gana una, pierde la otra.
Ha ganado el terrorista. Ese triunfo hace muy meritoria la comparecencia de Rubalcaba, que vuelve a dar la cara en un momento difícil, a sabiendas de que la medida no es popular, que sólo utilizando un buen calzador se ajusta a la legalidad vigente, y que está en contra de todos los precedentes habidos en la materia en España y fuera.
Siendo ministro de Justicia Enrique Múgica y Antoni Asunción director de Instituciones Penitenciarias, muere el grapo José Manuel Sevillano tras una larga huelga de hambre. La doctrina vigente entonces era el rechazo a cualquier chantaje. En aquel caso, ni el estado de salud del preso, ni las razones humanitarias que ahora se alegan para justificar la decisión, doblegaron al Gobierno socialista de Felipe González.
Tampoco encontrará Rubalcaba apoyo suficiente en medidas generosas tomadas por gobiernos del PP con convictos de ETA. Las que hubo no fueron precedidas por ninguna extorsión, y estaban motivadas por enfermedades naturales, no producidas por ayunos voluntarios como el que mantiene el terrorista que ha sido recibido en casa igual que un héroe legendario.
Ni existe enfermedad, ni se ha producido ningún arrepentimiento. De Juana Chaos quiere que el chantaje al Estado sea rotundo, inequívoco, sin el más mínimo resquicio que permita decir que lo que se le concede es a cambio de algo. A falta de razones relacionadas con la justicia, o la contraprestación política, el ministro se refugia en una dolencia que no es tal y un humanitarismo que me- rece comentario aparte.
Un principio fundacional del Estado de Derecho es que sus leyes no son inhumanas. Afirmar que al terrorista se le otorga una prisión atenuada por consideraciones humanitarias es tanto como decir que su reclusión carecía de humanidad, algo que podrían alegar a partir de ahora todos los reclusos. ¿Acaso no es más humano tenerlos fuera que dentro?
La utilización del término humanitario es perversa por partida doble. Además de sugerir que el régimen penitenciario es poco humano, equipara la prisión atenuada del etarra con la ayuda a los refugiados, la atención a indigentes, el socorro a los emigrantes de los cayucos, y otras actividades que solemos asociar con el noble concepto.
A De Juana no sólo se le da esta prisión (o libertad) atenuada. En la maleta se lleva de recuerdo uno de los regalos más preciados por la banda terrorista y su entorno, que es esa idea de que la Justicia es moldeable según las circunstancias y las presiones. No le fueron favorables al grapo Sevillano, pero sí lo son a este etarra que consigue que sus amenazas empiecen valiendo noventa y tantos años y acaben en tres.
Volviendo a la definición de extorsión facilitada por los académicos, hay que señalar que esa actuación a la que nos quiere obligar el chantajista puede ser legal, sin que eso transforme el chantaje en algo aceptable. De ahí que el énfasis que pone el ministro en la legalidad de su decisión no valga para cambiar el resultado que da como gran triunfador al terrorista. No había precedente, pero ahora sí lo hay.
viernes, marzo 02, 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario