viernes, marzo 23, 2007

Blanca Sanchez de Haro, El problema de Sócrates

viernes 23 de marzo de 2007
El problema de Sócrates
Blanca Sánchez de Haro
C UANDO era - hace muchos años ya – una universitaria volcada en las doctrinas humanísticas y, en concreto, en el disfrute del estudio de la Filosofía, pensaba que la Historia de la Humanidad era algo que iba aconteciendo al margen del ser humano individual. Que las casualidades, las causalidades y el hacer de algunos “consejos de sabios” - con más o menos acierto -, eran los responsables del ir y el devenir de los progresos, los recesos o los acontecimientos históricos. Y eso era lo que iba llenando de contenidos para el estudio, las épocas, los siglos, las eras, los libros en definitiva. Creía con la misma ignorante firmeza, en la teoría de que la mayoría de los seres humanos, se ocupaban de sus propios asuntos y, en su tiempo de descanso, se apoltronaban en el sofá esperando que el transcurso de la historia de la humanidad los hiciera participes a ellos, precisamente por ser seres humanos. Era joven, utópica, ingenua y confiada, anticorporativista, aconfesional y apolítica, y bastante poco estudiada. Además, a pesar de aprobar con nota los exámenes de Filosofía, estoy segura de que no supe interpretar o leer bien alguno de los grandes párrafos de Nietzsche – claro que algunos también eran y son intragables - “El Ocaso del los Ídolos”. (El problema de Sócrates). “Sobre la vida, los más sabios han pronunciado siempre el mismo juicio: "No vale nada." Siempre y sobre todas las cosas, se ha oído en sus labios ese mismo eco lleno de duda, melancolía y cansancio, lleno de resistencia contra la vida: "Vivir significa estar enfermo por una temporada; le debo un gallo a Esculapio por mi curación." El mismo Sócrates, un cansado de vivir”. ¿Qué se demuestra con esto?. En otro tiempo se dijo (sí, se dijo, y bastante fuerte, y antes que nuestros pesimistas): "Aquí en todo caso debe haber algo de verdad". ¿Hemos de decir nosotros lo mismo?, ¿Tenemos derecho a decirlo?, ¿El consensus sapientium demuestra la verdad?. "Aquí, en todo caso, debe haber algo enfermizo." Nosotros respondemos: A estos sapientísimos de todos los tiempos habría que verlos, ante todo, de cerca. ¿Acaso no estaban ellos bien firmes sobre sus piernas? ¿O eran tardos? ¿O temblones? ¿O decadentes? ¿Acaso la sabiduría en la tierra no se parece a un cuervo a quien le entusiasma un poco de olor a carroña? A pesar de todos mis defectos de juventud y de falta de compromiso con todo lo que fuera grupal, sufijalmente terminado en “ismo”… la historia debío hacerme partícipe e integrante de su viaje a través de los años, porque aprendí ya que mis asuntos no sólo tienen que estar sometidos a las casualidades, causalidades y “otros elementos” . Hace también mucho que pienso de forma bien distinta respecto a mis principios. Continúo siendo aconfesional e independiente, libre para decidir a qué dedico mis pensamientos, pero ya no me ocupo solamente de mí – he comprendido que mis asuntos para ser míos, han de pertenecer y de participar de la vorágine de cada momento, para que acabe después siendo un objeto de estudio histórico. Y, sobre todo, hace también mucho tiempo, que no confío en “los consejos de sabios” y que no me apoltrono en mi sillón esperando que las cosas sucedan sin mí. Los acontecimientos, fundamentalmente del siglo XXI, en los que tantas esperanzas había puesto, y que tanta traición y disgusto me han traído, han encendido, sino la cólera, si la participación activa a través de lo único que sé hacer medio bien; contar lo que tengo agarrado a las tripas. Porque, sobre la mayoría de las cosas, no comprendo nada, y le tengo mucho respeto al Sr. Eugenio D’Ors, y sus palabras me asustan: “Todo lo que no se comprende, envenena”. Este digital me da la oportunidad, a partir de hoy, de exorcizar mis miedos y de encontrar antídotos para ese aterrador veneno, a través de la palabra escrita. Os lo agradezco y me presento con este simple escrito y con un cariñoso saludo a todos. Hasta muy pronto.

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