viernes, marzo 02, 2007

Antonio Elorza, Final esperado

viernes 2 de marzo de 2007
Final esperado
ANTONIO ELORZA

La huelga de hambre de Ignacio de Juana pesaba como una losa sobre la conciencia del Ejecutivo y nada tiene de extraño que haya aprovechado los menores resquicios legales a su disposición para alcanzar un final feliz en esta historia. Como tantas otras veces, el que ha dado la cara es el ministro Rubalcaba, aun cuando verosímilmente la resolución haya sido alcanzada en un encuentro al más alto nivel, presidido por Zapatero, y con la participación de la vicepresidenta del Gobierno, del ministro de Justicia y del propio Rubalcaba. En la explicación dada por este último había aspectos poco creíbles y otros perfectamente evitables. Así, la referencia a los supuestos antecedentes del PP: nada tiene que ver la excarcelación de un enfermo terminal con la aplicación de una situación excepcional a quien es dueño y señor del propio juego de la muerte. Por eso mismo carecía de base la eventual aplicación del artículo 104.4 del Reglamento Penitenciario, en virtud del cual la reclasificación de un enfermo podía verse justificada en caso de «penados enfermos muy graves con padecimientos incurables». El artículo 100.2 ofrecía un marco más flexible, al mirar a situaciones individuales para la aplicación «de un programa específico de tratamiento que de otra forma no pueda ser ejecutado». Difícilmente podía prever el legislador que esta circunstancia, la imposibilidad de realizar otro tratamiento, pudiera ser debida a la negativa del penado. Así que en vez de «razones legales y humanitarias», esgrimidas por Rubalcaba, sería más ajustado hablar de «razones humanitarias y políticas», respetando en la resolución los requisitos formales fijados por la ley. Lo cierto es que difícilmente hubiera sido justificable una muerte, para un observador imparcial, y no sólo para un militante abertzale, a la vista de lo sucedido con el segundo juicio y la segunda condena, ahora por tres años, que ha provocado la respuesta de De Juana en forma de huelga de hambre. Para abordar el tema con objetividad hay que dejar fuera, de entrada, la condición criminal del sujeto y la posible benevolencia del tratamiento por él recibido en años efectivos de prisión tras su cascada de crímenes. Era de lamentar que De Juana saliera libre, tanto por la importancia de esos crímenes como por el talante sanguinario del sujeto, suficientemente probado en sus cartas donde celebra desde la cárcel ulteriores matanzas de ETA. Tal vez los tres años por las dos cartas fueran una pena adecuada, pero hay que tener en cuenta el baile de peticiones, de casi un siglo primero, de doce años después, ofreciendo en consecuencia la Justicia la imagen deplorable de que no se trataba de aplicar la norma, sino de poner en práctica algo parecido a la ley del Talión para que De Juana siguiera entre barrotes. En ese marco se inscribe su respuesta, así como el respaldo recibido por la misma, según el cual el criminal pasaba a ejercer de mártir.Por añadidura, la lectura de las dos cartas no deja claro nada sustancial, salvo la pertenencia de De Juana a un 'nosotros' no designado explícitamente, pero que de modo inequívoco corresponde al colectivo terrorista. Es un tipo brutal, con una prosa que mezcla elementos propios del radicalismo abertzale -'la txakurrada', 'el enemigo'-, con atisbos de un aspirante a escritor, en las metáforas relativas a los muros de la cárcel, y un fondo omnipresente de violencia que en el tratamiento del otro recuerda al lenguaje del fascismo español. Ciertamente, las imágenes de los componentes del personal de prisiones son expresivas de un odio manifiesto, en tanto que sus alusiones a la estrategia de su organización apuntan a la exigencia de continuidad en la misma: «Vamos a ganar (...). Y lo demás es fácil: trabajo, sacrificio, aprender de los errores y no meternos palos en la rueda de nuestra propia bicicleta». Pero no dice que haya que matar al personal de prisiones criticado ni que sea imprescindible practicar la lucha armada. Esto último es claramente sugerido. Ahora bien, no parece juicioso acumular por eso años de cárcel sobre alguien y, como fin de fiesta, cargar con su muerte.Los costes de la operación no pueden, sin embargo, ser ignorados. Un penado que desacata abiertamente la sentencia que le concierne, iniciando una huelga de hambre al fin triunfante, se constituye con facilidad en héroe para los suyos, y en peligroso antecedente para conductas similares por parte del colectivo de presos de ETA. El PP y los seguidores de Batasuna están aquí de acuerdo: es una victoria simbólica de ETA. De modo correlativo, para las víctimas del terrorismo es un mal día, que confirma la desolación producida por un hecho menos comentado pero a mi entender más grave: el voto favorable del PSE en el Parlamento vasco a las ayudas a los presos de ETA. Mientras la AVT confunde su misión con la de un partido de movilización antisistema, Zapatero y su partido han decidido pasar por alto lo que significan las víctimas para la reconstrucción de la democracia en Euskadi. Todo indica que entre el Gobierno y Batasuna vuelven a existir eso que de forma tópica viene llamándose buenas sensaciones. Otegi habla sobre lo del precio y ZP le felicita. El Gobierno cierra el caso De Juana y éste, con el respaldo o bajo el impulso de Batasuna, pone el colofón de abandonar la huelga de hambre. Hasta el 'parque jurásico' de la política abertzale reabre sus puertas para que mi viejo amigo Txomin Ziluaga alabe las posibilidades que ofrece «la autonomía de transición» de 'Hegoalde', que este sábado nos van a recomendar en Pamplona para llegar al 'happy end'. Según cabía esperar de las maniobras elusivas de ZP en enero, y aunque sea necesario seguir guardando las formas, el atentado de la T-4 queda muy lejos y vuelve 'el proceso de paz', en espera de que hable ETA. Y como antes del 30 de diciembre, con la seguridad por parte de ETA y Batasuna de que el presidente del Gobierno busca desesperadamente el acuerdo, lo necesita porque en ello le va la piel de su supervivencia política. Es el primero en esperar que los abertzales le hagan posible de algún modo dar el paso de la legalización ante las próximas elecciones. Punto débil incuestionable de su capacidad negociadora. En este sentido, el desenlace del caso De Juana supone una confirmación, más allá de la feliz circunstancia de haber sido evitada una muerte.

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