jueves, febrero 08, 2007

Jorge Soley, El partido de la muerte

viernes 9 de febrero de 2007
THE PARTY OF DEATH
El partido de la muerte
Por Jorge Soley Climent
Por mucho que se empeñen algunos, la del aborto no es una cuestión cerrada. Las noticias de prácticas abortivas en Barcelona sobre bebés de hasta 7 meses han vuelto a poner de manifiesto ante la opinión pública la gravedad del asunto en toda su crudeza. Y las multitudinarias marchas por la vida celebradas en París y Washington DC han venido a confirmarnos la actualidad del debate en torno al aborto.
El conocido periodista conservador Rames Ponnuru, editor de la National Review, acaba de publicar una interesante obra en torno a la defensa de la vida: The Party of Death: The Democrats, The Media, The Courts and The Disregard for Human Life (El Partido de la Muerte: los demócratas, los medios de comunicación, los tribunales y la indiferencia hacia la vida humana). Más allá de lo provocativo del título, que es lo que ha dado más que hablar –y que Ponnuru explica como la existencia de un partido que ha tomado el control del demócrata–, el libro merece una lectura atenta.

Escrito con garra y bien documentado, The Party of Death empieza con una afirmación contundente: "Todo lo que pensabas que sabías acerca de Roe versus Wade [el caso cuya sentencia abrió las puertas al aborto en Estados Unidos] es mentira". Ciertamente, una afirmación atrevida que, no obstante, Ponnuru justifica a continuación con abundancia de datos. Mentiras difundidas por los medios de comunicación, medias verdades, silenciamientos, pero sobre todo mentiras a secas, divulgadas con la mayor desfachatez por los lobbies proabortistas. Así, descubrimos que, frente a lo que declaró en el juicio, Jane Roe (el pseudónimo de Norma McCorvey) confesó que no había sido violada.

En realidad, el resultado de Roe vs. Wade no fue la legalización del aborto, sino sólo la obligatoriedad de incluir, en cualquier prohibición del aborto, la excepción en caso de riesgo para la salud de la madre. Lo cierto fue que, a continuación, Doe vs. Bolton definió esta excepción de manera tan amplia que abrió las puertas al aborto generalizado. Un proceso, por cierto, con clarísimos paralelismos con el caso español, donde el riesgo para la salud psíquica de la madre se ha convertido en la puerta abierta, de par en par, para el aborto indiscriminado.

Otro clásico de la manipulación es la guerra de cifras, cuestión que impacta en la opinión pública con gran fuerza. Ponnuru cita la siguiente declaración de Barbara Boxer: "Antes de Roe vs. Wade, aproximadamente 1.200.000 mujeres al año se veían forzadas a realizar abortos ilegales (…) y de acuerdo a una estimación, antes de 1973 unas 5.000 mujeres morían al año en esos abortos ilegales". La imagen de los 5.000 cadáveres femeninos supone, es obvio, un aldabonazo para muchas conciencias sensibles, dispuestas a sacrificar algunas vidas no tan visibles para salvar a tantas mujeres.

Por supuesto, estos datos fueron repetidos sin cesar, de modo completamente acrítico y no contrastado, por los medios de comunicación; y, por supuesto, estaban infladísimos, por no decir que eran absolutamente falsos. Por ejemplo, y para centrarnos en las famosas 5.000 mujeres muertas, el número de fallecimientos por abortos ilegales en Estados Unidos fue de 1.313 en 1940; en 1966, poco antes de la sentencia de Roe vs. Wade, ya había caído hasta 159; en 1972, un año antes de la sentencia, 41, principalmente gracias a la introducción de los antibióticos. Cifras, todas ellas, a años luz de ese 5.000 que proclamaban los abortistas. Mentira, pero eficaz: la sentencia, bajo la presión de una opinión pública conmocionada por los datos falsos, fue la que fue.

Algo similar ocurrió con el no tan lejano debate acerca del aborto por nacimiento parcial, que según el lobby proabortista se limitaba a unos pocos y raros centenares de casos al año. Luego resultó que Ron Fitzsimmons, director de la National Coalition of Abortion Providers, reconoció en el American Medical News que había mentido y que las cifras eran escalofriantes. Lo mismo ocurre regularmente en España: ocurrió con el divorcio, con el aborto, con los miles y miles de homosexuales prestos a casarse; y ocurrirá con los miles y miles de ancianos que desean "morir dignamente". Al final será un camelo, pero la ley ya no la cambiará nadie.

Otro de los grandes aciertos de Ponnuru es la atención que presta a la perversión del lenguaje, algo que sin duda hubiera agradado a Orwell o a Klemperer –autor del magistral LTI: La lengua del Tercer Reich (Minúscula)–. El feto no es sino un amasijo de células; al feto se le desarticula, no se le desmembra; no hay abortos por nacimiento parcial, sino interrupciones tardías del embarazo... Todo un ataque a la correspondencia entre la realidad y el lenguaje en la que se basa una vida social decente.

En definitiva, estamos ante un libro importante e inteligente, que contribuye a que una tragedia tan trascendental como el aborto no sea silenciada.


© Fundación Burke
RAMESH PONNURU: THE PARTY OF DEATH. Regnery (Washington DC), 2006, 320 páginas.

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