La crisis y pasado mañana
VALENTÍ PUIG
Martes, 21-10-08
DE los trenes renqueantes de los años cincuenta a la España poblada de ordenadores el salto ha sido portentoso y conviene tenerlo presente en tiempo de crisis. Ocurre, nada menos, que de la economía autárquica de postguerra pasamos a lo que pronto será una sociedad digital, gracias al acueducto de los años sesenta y al surgir de una nueva clase empresarial. Es un esfuerzo colectivo al que, con la transición democrática y la liberalización económica de los cincuenta, han contribuido el centro-derecha y la social-democracia en sus mejores momentos. Fueron bien invertidos los fondos europeos. Nuevos sectores sociales accedieron a la prosperidad. Hoy vemos desfilar las vacas flacas. En realidad, la crisis no llegó de forma repentina, pero su percepción ha sido súbita. Ahora, ni tan siquiera Zapatero negaría que estemos en una fase de economía alarmantemente fragilizada y con perspectivas de un largo bache. Es como si el dedo pulgar no dejase de apretar la tecla del avance rápido: en pantalla se agolpan todos los indicadores negativos, al igual que sucede en la eurozona, en los Estados Unidos y en el ámbito global.
Como requieren los países en sus episodios más acuciantes, ojalá estuviesen en su lugar los mejores para propiciar que la crisis no dure más allá de su recorrido natural, con la contención que haga falta. Lo contrario implica una crisis de confianza que iría más allá del sistema financiero. Afectaría ya al sistema de gobierno y en no poca medida a la oposición. En eso ambos están entrelazados de forma peculiar y casi incestuosa. La torpeza, la desidia y el electoralismo a corto plazo probablemente sean castigados por el elector. Una oportunidad se sitúa en junio del año que viene, con las elecciones al parlamento europeo. Mientras, la crisis irá dejando despojos en la playa. Microcircuitos y sistemas globales están todavía a merced del impacto crítico, propicios a la inestabilidad. Lo cierto es que un futuro económico mejor regulado no hace inevitable la hiper-regulación. Regular positivamente requiere transparencia y rigor; de lo contrario, la regulación puede ser opaca, confusa y destructora de eficiencia. El pragmatismo que se ha aplicado con las intervenciones de los Estados no significa un futuro intervencionista. El instinto de renacionalizarse no justifica un auge del proteccionismo.
En la etapa de vacas gordas, resultaba fácil olvidarse de la realidad y habitar un oasis virtual por encima de de las posibilidades económicas de cada uno. Ocurría algo parecido a la trilogía cinematográfica «Matrix»: la realidad percibida por los seres humanos era una realidad simulada, el mundo de Matrix, con lo que el «status quo» no ofrecía otra forma alternativa que la disidencia. Contra las máquinas omnipotentes, por ejemplo. En «Matrix» se accedía a la lucidez y al conocimiento tomando la pastilla roja. La pastilla más beneficiosa para una sociedad como la española sería esa lucidez, la claridad, la percepción exacta de lo real. La pastilla disuasoria, la de la pasividad o del victimismo constituye un peligro grave, la virtualidad, un autoengaño. Es a lo que jugó el gobierno socialista hasta que no pudo disfrazar más la evidencia. Al poco, en una jugada típica de Zapatero, el PSOE ha movido ficha y ahora tiene al PP de Rajoy en busca de sus cartas de navegación y con Cristóbal Montoro como voz que clama en el desierto de la racionalidad política y económica.
En este mundo tan condenadamente real, al contrario de lo que ocurre en «Matrix», no hay un Oráculo ni una nave que pueda despegar con un grupo de elegidos para salvar a la humanidad. Aquí todos vamos en el mismo barco, con la sentina repleta de ratas que no quieren ahogarse. Ayer la euforia adrenalínica de los mercados y hoy el pánico no son buenos consejeros. Todos queremos seguridad para reemprender iniciativas y proyectos. Por haber tenido confianza en las dinámicas de la economía y del esfuerzo la sociedad española ha conocido en otros momentos el poso de la riqueza. Es eso lo que sugiere la existencia indudable de un más allá de la actual fragilidad económica. Eso fue en otros tiempos el Seat 600. Pasado mañana, por ejemplo, será una nueva generación conquistando la ciberprosperidad.
vpuig@abc.es
http://www.abc.es/20081021/opinion-firmas/crisis-pasado-manana-20081021.html
lunes, octubre 20, 2008
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