miércoles, octubre 22, 2008

Ladron de Guevara, Carta abierta a un votante socialista

jueves 23 de octubre de 2008
Carta abierta a un votante socialista

Ernesto Ladrón de Guevara

ESTIMADO SEÑOR:

Para empezar quiero destacar que yo fui militante socialista durante dieciocho años, y ocupé diferentes cargos de responsabilidad tanto institucional como orgánica dentro del PSOE. Por tanto mi análisis no es el de una persona sin sensibilidad social, atributo que se suele señalar para definir a las personas que no son de izquierdas, de forma, la mayor parte de las veces, injusta.

Me permito la libertad, sin perjuicio de mi más profundo respeto a su libertad de voto, de llamar la atención sobre algunas cuestiones. Sobre todo para que sea usted consciente de que con su voto se está consiguiendo precisamente los objetivos opuestos a su pretensión ideológica. Nada más opuesto a las garantías y derechos de las personas que el Gobierno que ha surgido por efecto de ese voto. Nada más contrario a la igualdad que unas políticas que dejan al pie de los caballos a las gentes más indefensas.

Sería demasiado largo exponer una tesis completa para desmenuzar este apriorismo por el cual un Gobierno logra el efecto más adverso a los intereses de la mayoría de la sociedad, que es eso al fin y al cabo el eje y núcleo de lo que debe ser una política de izquierdas según los cánones al uso.

No voy a entrar en el desastre económico ni en el dispendio de los recursos públicos, ni tan siquiera voy a enunciar la larga lista de resultados nefastos para lo que siempre se ha entendido como clase trabajadora, como es el paro, la pérdida brutal de poder adquisitivo, la precariedad laboral, la injusta situación de explotación en el trabajo sufrida por los jóvenes, o la desaparición de los valores clásicos de convivencia familiar basada en la conciliación de la vida laboral con la personal, etc. Probablemente usted, estimado votante socialista, sienta ahora en sus propias carnes lo que muchos advertíamos antes de las pasadas elecciones generales. Tampoco voy a extenderme sobre la cuestión de que un gobierno socialista beneficie de forma incondicional a un estamento como la banca que ha estado exprimiendo las haciendas particulares para formar grandes emporios. Ahora mismo sería difícil encontrar una política más capitalista que la de un gobierno que favorece a los oligopolios, a cuenta de los contribuyentes.

Me voy a referir sólo –y ya es bastante- a la desaparición del Estado de Derecho. Más bien al desastre general producido por la inseguridad ciudadana, el aumento del latrocinio –institucionalizado del guante blanco y de la delincuencia común y organizada-, a una inseguridad jurídica sin precedentes, a una justicia maniatada por la imposibilidad práctica de hacerla efectiva por falta de medios instrumentales, etc.

Como sabe usted, votante socialista, la diferencia entre una sociedad democrática y una feudal está en que existen unas normas que regulan la convivencia en común que son de igual aplicación a todos. Pero también sabrá usted que sin una capacidad ejecutiva de aplicar esas leyes éstas son inútiles, no sirven de nada, y por tanto el Estado de Derecho, fundamento básico y esencial del Estado Democrático deviene en Estado Feudal, que es el dominio arbitrario de unos pocos sobre el resto ante la ausencia de vías del pueblo llano para pedir amparo. Y por tanto, se deja notar el abuso de quienes tienen el poder ejecutivo, el del cacicato de turno, el de los desalmados y aprovechadores de aguas revueltas. No hay nada tan perverso para esa democracia del pueblo llano que su voto no sirva para nada pues la efectividad de las leyes es impracticable.

Se lo digo ante la evidencia palpable de elementos que nos dan el indicador claro del desmoronamiento del Estado. Se lo retrato con dos hechos recientísimos. El pasado sábado hubo una situación sin precedentes: policías nacionales y guardias civiles se manifestaron de forma masiva por las calles de Madrid por un hartazgo al borde de la desesperación. Ambos cuerpos policiales mal pagados y sin recursos materiales tienen que cumplir una tarea esencial, cual es el de asegurar la convivencia ciudadana aplicando las leyes y auxiliando a la justicia en su cumplimiento. Pero es que aún es más alarmante que este martes pasado una enorme cantidad –quizás la mayoría- de jueces y secretarios judiciales han hecho un paro, con peticiones de dimisión al ministro de Justicia, que no tiene precedentes en la historia de nuestro país, España. Ambas cuestiones, tan sólo producidas en menos de cuarenta y ocho horas muestran la verdadera realidad de un Estado en decadencia. Y no hay nada más antitético que un gobierno que se predique socialista y un Estado en descomposición.

Quiero llamar su atención sobre el hecho de que en ausencia de Estado el caos es predominante y por tanto quienes más tienen que perder son las clases medias y bajas ante la ausencia de orden instituido.

Se podrá objetar que no hay dinero. Y yo plantearé, sin obtener respuesta racional, que qué es lo que han hecho con él. Para empezar habría que analizar por qué un Gobierno de un país tiene que someterse a la tiranía de caciques locales que sangran al Estado hasta su descomposición. No se puede lograr ningún resultado viable a medio o largo plazo sin un diagnóstico correcto de los males endémicos que están dejando exánime al Estado convirtiéndolo en lo más parecido a la España de los reinos de taifas. Por tanto que nadie se lamente de que estemos sometidos a la arbitrariedad. Policía y Justicia están al borde del espasmo. No lo digo yo. Lo dicen los propios afectados: jueces y policías, que son tan trabajadores como usted o como yo.

Estimado excompañero: así logrará usted justo lo opuesto a un Estado Social y de Derecho. Cuando Cossío y Costa decían a finales del siglo XIX que la liberación de las personas vendría de la mano de la educación no sospechaban que sus herederos ideológicos iban a llevar la capacitación de las personas para pensar de forma autónoma a una situación tan desastrosa.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4872

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