Equilibrio
02.10.2008
KEPA AULESTIA
La nominación de Juan José Ibarretxe como candidato a lehendakari por parte del PNV ha fijado las condiciones en las que se va a librar el pulso electoral entre nacionalistas y socialistas, después del exitoso resultado obtenido por estos últimos en las generales de marzo pasado. De igual manera que en vísperas de las autonómicas de 2001 se hizo verosímil una victoria al alimón del PSE-EE y el PP, ahora entra dentro de lo posible que Patxi López obtenga más votos y escaños que Ibarretxe para acceder a la presidencia del Gobierno vasco. En aquel momento, los deseos de cambio político se vieron superados por la naturaleza reactiva del nacionalismo y por la renuencia de sectores moderados de ese mismo nacionalismo al cambio que se ofrecía.
Hoy, la gran incógnita estriba en si la formulación de un cambio tranquilo, como el que López trata de encarnar, será capaz de activar suficientes votos a favor sin despertar una marejada de electores contrarios al mismo. Resulta tan difícil trazar una estrategia de equilibrio como estar seguro de su eficacia final. Además, en un panorama político tan abigarrado de siglas como el vasco, todo alejamiento respecto a un determinado partido es percibido inevitablemente como acercamiento a otro. Las distancias que los socialistas toman en relación a los populares, para eludir precisamente la reacción social al cambio que en 2001 aseguró la continuidad de Ibarretxe en Ajuria-Enea, se contemplan en paralelo a la sintonía presupuestaria que están cultivando con los nacionalistas. Ello, unido a la apreciable aceptación social que alcanza la fórmula de coalición entre PNV y PSE-EE, constituye un factor que lo mismo puede anular el potencial reactivo que encierra el nacionalismo en su comportamiento electoral, como proyectar la idea de un cambio tan tranquilo que ya se anuncie imperceptible.
No es fácil acometer una campaña electoral en un escenario tan atomizado como el vasco eludiendo pronunciarse sobre las alianzas que preferiría cada formación. Es probable que el PNV intente mantener un discurso ambiguo al respecto, discurso que indefectiblemente clarificará su candidato Ibarretxe, bien sea con sus propias palabras, bien sea a través de la alegría mostrada por EA y EB y de la expresión de su seguro compromiso con la continuidad del tripartito. Pero sólo el afianzamiento del tripartito como perspectiva única del nacionalismo podría conceder a la ambigüedad de Patxi López carta de naturaleza. Tanto desde el punto de vista electoral como respecto a las negociaciones posteriores a los comicios. Si Ibarretxe consigue mantener atado a su partido a EA y EB facilitará una eventual victoria socialista y, sobre todo, garantizará que, de alcanzarse un también eventual acuerdo de gobierno entre PNV y PSE-EE, el sacrificado sea el propio Ibarretxe.
http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/prensa/20081002/politica/equilibrio-20081002.html
miércoles, octubre 01, 2008
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