El ámbito de los imponderables
24.10.2008
AITOR IBARROLA-ARMENDARIZ| PROFESOR DE ESTUDIOS NORTEAMERICANOS. UNIVERSIDAD DE DEUSTO
JESÚS FERREROE n cualquier otra democracia occidental una hoja de servicios como la que presentará la Administración Bush después de sus ocho años de mandato condenaría a su partido a una derrota en las inminentes elecciones presidenciales. Sin embargo, a pesar de lo que indican la mayoría de las encuestas y los números de afiliaciones a los dos partidos mayoritarios desde 2006 -los demócratas han ganado más de dos millones de afiliados (en su mayoría mujeres y jóvenes), mientras los republicanos han perdido cerca de 350.000-, todavía resulta incierto cuál de los dos candidatos se llevará el gato al agua el próximo 4 de noviembre. Como veremos más adelante, existen toda una serie de factores que influyen significativamente en la decisión última de los electores y que hacen que el resultado del plebiscito sea impredecible.
Efectivamente, para los esquemas mentales de un europeo, datos tales como los que arroja el último mandato republicano hacen inconcebible una victoria del mismo partido dentro de un par de semanas. Tanto por su gestión de los 'home affairs' como de la política exterior, el presidente saliente ha conseguido reducir el nivel de apoyo de la ciudadanía a porcentajes inferiores al 28%. El desastre es especialmente grave de puertas adentro, con un sistema financiero y fiscal que muestra nuevas debilidades cada día que pasa y una deuda nacional que se ha doblado durante la Administración Bush. Mientras tanto, el abismo entre los ricos y el resto cada vez se hace más insalvable, y los seguros médicos se vuelven más inaccesibles para muchas familias. Y qué decir de sus relaciones internacionales... Casi 200.000 soldados ponen su vida -y otras muchas- en peligro sólo en Oriente Medio y los costes colaterales son del todo incalculables: gastos en armamento, una diplomacia maltrecha, detenciones ilegales y torturas, etcétera. Y a pesar de todo ello, uno de los peores errores que Barack Obama podría cometer sería confiar en que este cúmulo de despropósitos va a ser suficiente para derrotar a su contrincante.
En un intento de explicitar todos esos imponderables que pueden hacer que el candidato demócrata sucumba, a pesar de todo, a una coyuntura tan propicia, hace unos días mantuvimos una mesa redonda con cinco estudiantes norteamericanos, Jessica Hinshaw, Cole Weber, Dane Maod, Ruben Fitch y Kelly Behrend, que participan en un programa internacional de la Universidad de Deusto (C.I.D.E.). Evidentemente, sería un error imperdonable asumir que estos jóvenes constituyen un grupo representativo de la sociedad estadounidense en su conjunto. Si bien es cierto que proceden de distintas partes del país, pertenecen a distintos grupos étnicos y sus familias tienen un estatus social de lo más variado, conviene aclarar que su edad, su educación y, sobre todo, el hecho de haberse echado la mochila al hombro y haber salido de su patria les convierten en la excepción más que la regla. Así y todo, las cuestiones que pusimos sobre el tapete tenían por objeto, más que recabar sus opiniones personales, que se hicieran eco de esos rasgos de la forma de pensar norteamericana que consideran van a tener una incidencia sustancial en los resultados electorales y de los que no somos del todo conscientes a este lado del 'charco'.
Una primera cuestión que les planteamos es si existe la percepción entre la ciudadanía de que estas elecciones son diferentes o más trascendentales debido al grado de (in)competencia y (falta de) visión mostrado por la Administración actual. Para ellos es incuestionable que existe un mayor nivel de sensibilización política como resultado de la profunda crisis económica y de la insatisfacción con algunas de las decisiones del presidente. Matizan, sin embargo, que esta urgencia por el cambio es principalmente observable entre los más jóvenes -que sólo han ejercido el derecho al voto una o dos veces- y las clases más desfavorecidas. Es el caso de los negros que por primera vez en la historia sienten que parte de sus inquietudes se ven reflejadas en el discurso de uno de los candidatos. Muchos afroamericanos han acudido a registrase por primera vez en su vida simplemente por este hecho. Pero, por otro lado, centrar todo el debate en la cuestión racial puede resultar un arma de doble filo debido al 'efecto Bradley'. Este fenómeno debe su nombre a un antiguo alcalde afroamericano de Los Angeles, Tom Bradley, que en 1982 perdió su carrera hacia el cargo de gobernador de California, aunque todas las encuestas le daban una ventaja sustancial sobre su contrincante blanco. Por esta razón muchos analistas políticos creen que es necesario tener en cuenta el 'efecto Bradley' -que pudiera ser igualmente llamado 'del racismo encubierto'- a la hora de interpretar las encuestas cuando uno de los contendientes pertenece a algún grupo minoritario.
Además del factor racial, subrayan que no conviene olvidar que el sistema bipartidista norteamericano tiende a reforzar lealtades de Estados y regiones enteras con cada uno de los partidos. Esto es especialmente constatable en localidades pequeñas en las que la población se muestra enormemente reacia a cambiar el sentido de su voto. No es de extrañar por ello que en un reciente artículo en 'TomDispatch.com', Chalmers Johnson concluyese que el factor regional puede convertirse en un gran obstáculo para la movilización de los votantes en unas elecciones tan apretadas. La división del país en Estados rojos y azules se ha hecho cada vez más profunda y, aunque es primordialmente ideológica, también tiene un componente religioso y racial. A varios de estos jóvenes les aterra la idea de que la distancia entre cuestiones de Estado y las creencias religiosas se haya reducido tanto en los últimos tiempos como para llegar a confundirse en la mente de sus compatriotas.
tro fenómeno a tener en cuenta es que la política de su país no está en manos de los políticos, ni siquiera de los partidos, sino más bien de una serie de 'lobbies' que poseen el dinero necesario para llevar a cabo sus campañas. A pesar de que este hecho es mucho más evidente en el caso de los republicanos, Obama tampoco se libra de esta dependencia -si bien varios de los 'lobbies' que le apoyan no se encuentran todavía registrados-. Ambos candidatos ven sus opiniones totalmente mediatizadas por estos grupos de presión a los que les conviene que los líderes elegidos no ofendan los intereses de determinados segmentos de la población. En este sentido, se tiene la impresión de que ninguno de los dos contendientes está siguiendo los dictados de lo que su conciencia le dice que sería mejor para su país. McCain se está presentando como alguien mucho más conservador de lo que su pasado indica, y Obama modula su discurso hacia posiciones más centristas de lo que sus convicciones le marcarían. Al final, ambas candidaturas buscan refugio en unas propuestas demasiado generalistas y poco diferenciadas.
Por último, según estos jóvenes, habría que mantenerse en guardia respecto a alguna noticia, declaración o revelación de última hora que pueda tener gran incidencia en la dirección del voto. Afirman que esta clase de golpe de efecto no sería nada nuevo, pues ya se dieron en los dos plebiscitos presidenciales anteriores, y se está convirtiendo en uno de los impulsos decisivos en el camino hacia la Casa Blanca. Si bien matizan que en esta ocasión, más que esperarlo de cualquiera de los dos candidatos, habría que hacerlo del presidente saliente, que todavía conserva el poder suficiente como para conseguir un vuelco final. No les extrañaría por ello que Bush aprobase una bajada sustancial del precio de los carburantes o alguna otra medida fiscal de esa naturaleza. La clase media puede ver sus impresiones sobre un gobierno notablemente trastocadas por cambios repentinos de este tipo y una astuta manipulación mediática de los mismos.
A pesar del escepticismo que todos estos factores imponderables generan en los nuevos electores estadounidenses, éstos no pierden la fe en que en último término sean los hechos objetivos los que guíen el voto. Confían, por ejemplo, en que las nuevas formas de comunicación vía móviles, correo electrónico y, sobre todo, los blogs tengan cierta fuerza. Algunos sueñan con la capacidad de algún político de movilizar a las masas en estos tiempos de crisis a partir de unos postulados más claros de lucha de clase y justicia social. Para otros, sin embargo, el sistema electoral de su país arrastra tal legado de servidumbres del gran capital y de unas estructuras ancladas en el pasado que habrán de pasar largos años antes de que el sistema se regenere. Como los editores del 'New Yorker' mantenían hace un par de semanas, «la política de nuestro país necesitará en las próximas décadas no sólo resolución, sino sobre todo diplomacia, flexibilidad, paciencia, sensatez y compromiso intelectual». En cualquier caso, el hecho de que estos jóvenes universitarios muestren este alto grado de autocrítica y de confianza debiera ser interpretado como un signo positivo para el devenir de estas elecciones.
http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/prensa/20081024/opinion/ambito-imponderables-20081024.html
jueves, octubre 23, 2008
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1 comentario:
Excelente artículo, como excelente es su autor.
J.
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