sábado, abril 14, 2007

Hugo Alberto, Asi nuestra Argentina

sabado 14 de abril de 2007
Así nuestra Argentina
Hugo Alberto de Pedro (Buenos Aires)

E N la Argentina, en donde el ciudadano Jorge Julio López -principal testigo en la causa que terminó en la justa y necesaria reclusión perpetua del genocida comisario Etchcolatz- se encuentra desaparecido desde hace más de 200 días sin que familiares y compañeros sepamos absolutamente nada sobre su vida. Así mucho nos duele en este país tan castigado por las desapariciones. Para los voceros institucionales y comprados del gobierno del presidente Kirchner todo marcha de forma excelente: inversiones, control de la inflación y de la cotización del dólar, aumento de la recaudación, crecimiento económico, incremento de las reservas, balanza comercial favorable, etc. Así económica y únicamente se presenta el éxito de una gestión. Pero en las calles, en los trabajos y en los hogares la realidad se presenta de manera no tan buena, solamente basta comprobarlo con la realidad a la que están expuestos las decenas de millones de trabajadores, desempleados, pobres, hambreados y excluidos por el persistente sistema capitalista de mercado. Obviamente para observarlo no debemos dejarnos llevar por la propaganda y publicidad oficialista sino por la realidad misma. Así la verdadera situación reinante que nos pesa. Hace pocas horas el trabajador de la educación, Carlos Fuentealba, fue asesinado por la policía provincial neuquina en el marco de una protesta gremial por el sólo hecho de manifestarse en el marco de esta tibia democracia representativa y bien disfrazada de participativa. Solamente la casualidad, también por temas de conflictos laborales, ha permitido que en las tierras santacruceñas y militarizadas del presidente el incendio de un vehículo de los sindicalistas y una bomba molotov no haya terminado con la vida de otros trabajadores. Es en la provincia de Salta donde también los docentes experimentan las amenazas y las persecuciones del poder, por cierto algo muy habitual. Así reciben las bofetadas del estado de derecho los que luchan por un trabajo digno y bien remunerado. Los acontecimientos que se van sucediendo en torno a las plantas contaminantes de celulosa emplazadas por Uruguay frente a la ciudad entrerriana de Gualeguaychú no encuentran límites en la arrogancia de ambos presidentes “mercosureños” y “sudamericanos”. El enviado del rey de España tampoco ha sido, al menos por el momento, el medio suficiente para lograr que ambos ejecutivos se sienten en una mesa de negociación que los ciudadanos al sur de la América exigimos a cada momento. Pero claro, también ante las protestas de los asambleístas aparece como hace dos días la represión policial. Así la hermandad de los pueblos latinoamericanos y el respeto por el medioambiente. La inseguridad en todas las ciudades, pueblos y rutas argentinas es algo que no tiene límite, mientras un Estado ausente pretende ofrecernos estadísticas que demuestran lo contrario. Claro está que las mismas se nutren de quienes realizan la efectiva denuncia pero que se contradice con aquello que minuto a minuto debemos padecer los ciudadanos. Así se concibe la garantía entonces la defensa de la integridad humana. Para este año el Gobierno Nacional ha diseñado un sistema de ajuste de sueldos en la actividad privada, cooptado y coercitivo, con la anuencia de los popes sindicales -otrora menemistas- y de la mano del mismísimo Ministro de Trabajo, que no tiene en cuenta la inflación real que está duplicando el 15% de la pauta establecida por las autoritarias autoridades oficiales en las paritarias. Así la redistribución del ingreso y el bienestar ciudadano. Los nichos de corrupción abrigados a la sombra del poder y desde el poder mismo ya no toleran la más mínima investigación de los organismos administrativos y parlamentarios de control. Todo se ha convertido en un “tomo y daca” insultante ante las penurias de gran parte del pueblo, llegando al límite de estar comprometidas las inversiones de otros Estados internacionales, como es el caso de Venezuela, España y Francia. Así la falta de límites en la codicia de los funcionarios del Estado. El presidente Kirchner, sin embargo, ha tenido el tiempo suficiente para dar la espalda a los actos conmemorativos de la guerra mantenida con el Reino Unido en el año 1982, hace tan sólo 25 años, por las Islas Malvinas Argentinas. El motivo muy sencillo: no querer tolerar las manifestaciones en contra que hubiera recibido en las tierras australes. Para la máxima investidura de la Nación el recuerdo por nuestros caídos y de quienes estuvimos dispuestos a combatir contra ese funesto imperio no existió en un día tan especial y emotivo, tampoco para dejar bien en claro que nuestros derechos es una cuestión de Estado irrenunciable que trasciende los olores políticos de turno. Así, más temprano que tarde, con las actitudes mezquinas se perderán las instancias para nuestros derechos internacionales sobre las islas. Mientras esto y muchas otras cuestiones nos agobian el día a día de los habitantes del pueblo de la Nación Argentina, la politiquería está de parabienes. Los cruces de alianzas, acuerdos, conveniencias y pactos que están llevando adelante los partidos políticos dejarán como moraleja unas listas de candidatos tan inconsistentes como lo son las propias propuestas de acción política que poseen. De una u otra forma, el eje del actual y pasajero poder ha sabido como inmiscuirse en todas las internas políticas. Ya sea por la debilidad ideológica de los políticos opositores que es repugnante por cierto, ya sea por la utilización de los fondos nacionales derivados arbitrariamente hacia las provincias y municipios cooptados. Así la nauseabunda forma de hacer política que nos ofrecen. Así las cosas. Así nuestra Argentina.

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