sabado 28 de abril de 2007
El sueldo de Rajoy
Miguel Ángel García Brera
E N la adecuada –brillante no, porque se le notó una cierta prevención o timidez- intervención de Rajoy ante las cámaras de TVE, hace unos días, quedó por contestar la pregunta de cuál era su sueldo, hecha por una pensionistas cuyos ingresos eran de 300 euros mensuales. Ahora, creo que con motivo de reunirse con la persona que le hizo tal pregunta, o con otra a la que prometió ampliar su respuesta en una entrevista personal, el Secretario General del PP ha hecho público cuál es su sueldo, que suma, entre el de diputado y el que recibe del partido, 8.000 euros. Pero lo importante ha sido la explicación que ha dado de por qué no dio ese dato cuando se le preguntaron: Su silencio, ha venido a decir, fue motivado precisamente por una suerte de rubor dada la diferencia que existía entre su sueldo y el de la persona que quería saberlo. Y es que efectivamente, entre ganar 300 y 8.000 euros al mes hay una diferencia tan abisal que es en si misma una clara denuncia del injusto mundo en que vivimos. Seguramente, entre personas razonables y con bien formado criterio, 800.000 euros al mes no sea un sueldo exagerado para pagar los esfuerzos de una persona que se ha preparado para ayudar a otros, a base de estudios universitarios –Derecho- y de esfuerzos suplementarios enormes como son los que supone la oposición a Registrador de la Propiedad; una persona que, ya en servicio público, ha de dirigir un Partido de extensión nacional, en constante estudio de necesidades de la nación y del pueblo, contrastando variables y programas ajenos, preparando el propio y haciendo prospecciones de futuro.. Además ha de acudir a las reuniones parlamentarias, viajar, visitar los despachos institucionales, realizar mítines y conferencias, someterse a las urnas y vivir bajo la vigilancia continua de quienes desean su caída, ya sea, en el peor de los casos, un terrorista o, en el mejor, un opositor político o un traidor – que en todos los entes los hay - dentro de su propio Partido. Hay que añadir que el Jefe de la Oposición, sólo por serlo, tienes unos gastos personales y familiares muy superiores a los que tendría en caso de no serlo. De otra parte, ganar 8.000 euros al mes es casi un sueldo risible para mucha gente sin la preparación de Rajoy -¡qué diría Roca o el novio de la Pantoja!-, incluso sin otra que no sea la de saber corromper o conseguir favores en el mundo de las empresas o de las instituciones. Ganar un sueldo semejante, si se suman pitos y flautas, gabelas y privilegios, no es más que lo que ganan auténticos ganapanes que consiguen ser metidos en una candidatura nacional, autonómica o municipal, lo que les permite vivir de “político”, sin otro quehacer que votar sí a lo que si diga su Partido. Sin embargo, ganar 8.000 euros no es cosa baladí, ni fácil de entender para quien gana 300. Porque, además, se da la circunstancia, casi al cien por cien, de que quien percibe cantidad tan exigua desempeña o ha desempeñado un trabajo duro, insatisfactorio, impuesto por circunstancias de la vida, en tanto que ser presidente del Gobierno –quien al parecer gana 600 euros menos que Rajoy– o Jefe de la Oposición son trabajos que en si mismo llevan la retribución incalculable de estar haciendo algo que a uno le gusta, pues aunque admito que el político honesto y de garra lucha por sus semejantes, me temo que así y todo no los podemos confundir con Teresa de Calcuta. Entonces convengamos que hay una gran injusticia social en la diferencia de sueldos, sin que el cortar por arriba sea, generalmente, la solución. Tampoco lo es, desde luego, aumentar la diferencia con subidas como las últimamente propiciadas en las Cámaras españolas, ni con golferías como seguros de desempleo, contratos blindados e indemnizaciones impresionantes para los políticos cesantes. Por el contrario, está al alcance del legislador, establecer cauces que, empezando por el suelo salarial y el de las pensiones, vayan remodelando la estructura de ingresos de los españoles. En España todos los años se suben las pensiones, aunque la realidad no sea tal pues suele coincidir con el índice de ascenso del IPC, por lo que quedan con el mismo valor adquisitivo. Sin embargo, se aumentan con demasiada frecuencia los sueldos de los políticos, y al hacerlo muy por encima del IPC, no sólo se ofende a quienes se deja en los niveles que estaban, sino que se ahonda la diferencia. Es evidente que ni todos debemos ganar lo mismo, ni ello es prácticamente posible; pero sí cabe una política económica y fiscal tendente a que no haya de avergonzarse un hombre como Rajoy -o el mismo Presidente del Gobierno, llegado el caso-, al tener que hacer públicos sus ingresos mensuales cuando se lo pregunte un pensionista, un administrativo, o un peón.
sábado, abril 28, 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario