viernes 20 de abril de 2007
¿Existe la moral?
Ernesto Ladrón de Guevara
E L profesor D. Dalmacio Negro dice en su magnífica obra “Lo que Europa debe al cristianismo”: “El nihilismo es la causa última de la anomia que padece la sociedad europea. Imperan el solipsismo y la incertidumbre que quiso curar el orden estatal. Se apela a la solidaridad más o menos mecánica y emotiva para compensar la creciente anomia social. Anomia que se da incluso dentro de la familia, la institución natural comunitaria. La muchedumbre solitaria busca la comunicación interindividual mediante encuentros instantáneos e intranscendentes. Todo es provisional. Pero la causa inmediata de la creciente incertidumbre y de la generalización de la anomia es la pérdida del vínculo religioso: la religión es el vínculo social más eficaz en tanto contribuye decisivamente a la formación de éthos que da sentido comunitario a la convivencia”. Me sucedió apenas hace un mes, antes de disolverse las Juntas Generales de Álava de las que aún soy procurador: con motivo de una moción que impulsé para parar un plan urbanístico especulador y abusivo en un pequeño municipio alavés, que se pretendía ejecutar con la oposición de un sector mayoritario de su vecindario, esgrimí que una cosa era que las normas subsidiarias aprobadas fueran legales y otra cosa que fueran morales, o que se rigieran con criterios de moralidad. Una cosa es que la corporación tenga derecho legal a hacerlo y otra que resulte legítimo llevarlo a cabo con la oposición vecinal. Se me contestó desde las filas socialistas (está en el diario de sesiones) que la moral es cosa privada, que no existe moral en los actos administrativos o públicos. Tiene razón el profesor Negro. El nihilismo nos está llevando al vaciamiento ético, a la pérdida de los referentes morales. Nietzsche llegó a afirmar “[...] nada es verdad, todo es posible”, y fundamentándose en tal axioma sucedieron desgracias aterradoras el siglo pasado, por gentes que también defendían que la moral desde una perspectiva pública no existe. Soy un agnóstico unamuniano que no consigue creer a través de la razón pero que quiere tener fe en algo más que en la existencia vegetativa. Reivindico la tradición cristiana que, a pesar de la inconsciencia de muchos, proporciona las bases de nuestra civilización occidental que es la única que tiene en la libertad el cauce para la dignidad de las personas. Reivindico el cristianismo como fuente de nuestra cultura que nos aporta una moral colectiva asentada en nuestros genes para orgullo de ese humanismo que de forma intangible moldea nuestras voluntades. Por ahora...
jueves, abril 19, 2007
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