sábado, abril 14, 2007

Felix Arbolí, Heroes, consoladores y extraños personajes, un repaso a la actualidad

HEROES, CONSOLADORES Y EXTRAÑOS PERSONAJES: UN REPASO A LA ACTUALIDAD
Felix Arbolí

A veces, contra toda lógica, me alegro de mis escasas posibilidades de durar muchos años más. Incluso envidio a mi madre y a mi suegro que dejaron este mundo cuanto todavía se podía respirar hondo y tranquilo en él. Ella lo hizo a principios de los ochenta y él en el 75, el mismo año que desapareció Franco, aunque unos meses antes. Fue una suerte para él, ya que era un franquista convencido y un español de los que apenas quedan vestigios en nuestros días. Había sido de la Falange clandestina durante el Madrid republicano y al caer esta capital bajo el poder de los nacionales, se hizo cargo del dinero y una serie de objetos de valor que habían dejado abandonados los anteriores en su precipitada huida. Un verdadero tesoro, procedente lógicamente del expolio a los anteriores represaliados o ejecutados. Fue tan memo, también le llaman honrado, que los entregó a uno de sus jefes que, pasado el tiempo vivía opíparamente, ignoro si por sus méritos o el botín tan inesperada y tontamente recibido. Mi suegro opositó y como Inspector de Hacienda, vivió y mantuvo honradamente a su familia, sin que la menor sombra pudiera afectar a su ejemplar trayectoria, como persona, marido, padre y abuelo, porque era un ser de los que la vida o las circunstancias no acostumbran a prodigar. Solo aumentan exageradamente los que viven del chalaneo, el robo, la estafa y la amoralidad, que lleva aparejada también la inmoralidad, dos conceptos muy similares, pero distintos, que abundan entre muchas de las personas que brillan en nuestros días. Era un bendito de Dios y en este caso no he podido elegir mejor expresión para identificarlo. Yo lo quise como al padre que apenas conocí. El mío nos dejó contra su voluntad cuando yo apenas estrenaba mi cuarto aniversario. Le recuerdo bonachón, sencillo, mesurado, paternal, abnegado al máximo, orgulloso de la estirpe que había fundado, creyente sin beatería, pero convencido, honrado a carta cabal, magnánimo para los suyos y el prójimo y tacaño para si mismo. Era un ser fuera de serie de los que mientras haya sobre la tierra alguien que le conociera o tratara, será recordado con admiración y llorado por su ausencia. Fue, junto a mi hermano mayor y padrino, las dos personas que más me afectaron con su muerte y ausencia. A mi madre la sentí enormemente y siempre la echaré de menos, pero como estuvo un mes presagiando su inminente final y ya era muy mayor, su desaparición al no vivir con ella, fue muy dolorosa, pero no tan traumática. Las muertes a las que me refiero tuvieron lugar, la de mi hermano y padrino en la inolvidable Isla de San Fernando, hasta donde me trasladé en un viaje de ida y vuelta en el mismo día para asistir a su entierro y la de mi suegro en Madrid, tras una tensa semana de hospitalización. Ambas fueron de muy difíciles consecuencias para mi y ya hasta en el momento de sus respectivos entierros sufrí un tremendo shock y estuve a punto de caer en las hondonadas que recibieron sus ataúdes. Gracias a que me sujetaron a tiempo los que se hallaban a mi lado. En mi vida he llorado tan desconsoladamente y con tanta amargura, sin importarme la presencia de tanta gente. El llanto no desprestigia al hombre, cuando surge con sinceridad, sino que lo dignifica y realza. En tales momentos mis lágrimas reflejaban la sinceridad de unos sentimientos ante tan terrible ausencia. Pongo por testigo a Dios que no he exagerado un ápice lo expuesto y contado. Eran tiempos de vergüenza, decencia, honestidad y hombría de bien, que han pasado a ser conceptos desfasados y fuera de órbita. Recuerdo que a pesar de que su sueldo no era muy alto en sus principios, mi suegro tuvo la oportunidad de aceptar un cheque con bastantes cifras a la derecha por parte de una empresa aceitera de mucho prestigio a la que había inspeccionado y encontrado graves fallos. Solo tenía que coger el papelito del banco, ya firmado, y pasarse a cobrarlo. Significaba la solución de todos sus problemas y los de su familia. Pudo más su pundonor y sentido del deber y no sólo rehusó el soborno, sino que los sancionó con la máxima penalidad por ese intento de tentar su honradez y deber profesional. Al final se lo agradecieron con una exigua pensión, a todas luces insuficientes para su viuda y un retiro con una felicitación de sus superiores. Hubo compañeros que terminaron sus días casi como en el cuento de Aladino, sin necesidad de frotar ninguna lámpara. Así premia la Patria o los que rigen a la Patria, a sus mejores. Si encima de esto no existe nada tras la muerte, ¿ para qué puñetas sirven la honradez y la bondad?. Mi vida ha sido un continuo desencanto y extremada lucha por tener la suerte o la desgracia, ¡vaya usted a saber quien tiene la razón cuanto esto acabe!, de haber sido hijo y yerno de dos seres que vivían pensando casi con exclusividad en el Más Allá y pasando olímpicamente ante los cantos “sirenaicos” del más acá. El primero, mi padre, nos dejó en la ruina por no querer salvar los bienes familiares de los buitres que esperaban su muerte para lanzarse sobre ellos. El como abogado pudo haberlos salvados tranquilamente, ya que sabía el tiempo que le habían dado de vida por el cáncer. Se fue tranquilo de conciencia y a nosotros nos dejó en el más absoluto abandono material. El segundo, mi suegro, no aceptó tentadoras ofertas económicas, que nos hubieran supuesto a toda la familia vivir holgadamente el resto de nuestros días. Eran los años del estraperlo y el pelotazo fraudulento en las grandes empresas y familias, que hoy figuran en la alta y distinguida “suciedad”, y él no quiso aprovechar la ocasión de nutrirse de suculentos beneficios a costa de manchar su honra y traicionar su conciencia. Puntos de vista muy loables que yo, viendo al panorama reinante, estimo inoportunos y que Dios y mis hijos me perdonen. ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?. Bonita frase propia de un Ser que no era de este mundo, ya que si lo llega a conocer tal como es en la actualidad seguro que su pasaje del templo, cuando echó a los mercaderes a latigazos, se convierte en un episodio más propio de Walt Disney que un reflejo de la “ira” divina. Hoy asistimos impávidos, llegando a considerarlo como natural y lógico, a los desmanes, abusos, egoísmos y excentricidades que a diario se suceden y que deberían hacernos sentir abochornados y ofendidos. Somos una raza en decadencia, falta de valores cívicos, morales y hasta físicos para enfrentarnos a los carroñeros que esperan vigilantes y ansiosos nuestra total descomposición. Advertimos en la lectura diaria en la prensa y los noticiarios televisivos las continuas provocaciones que hace el necio soberbio y enano mental al mundo que le rodea y pasamos página buscando centrar nuestro interés en los asuntos deportivos que tanta pasión despiertan, quizás por pretender que nos hagan olvidar lo que realmente debería importarnos o preocuparnos. O participamos en el juego y nos adentramos en los comentarios mordaces y enfrentamientos vergonzosos de políticos sin escrúpulos, que convulsionan a los incautos ciudadanos con sus hábiles triquiñuelas de hacerles creer que les ofrecerán un mundo mejor, si eligen sus siglas a la hora de votar. Todo mentira, pura fachada, babosos halagos y sonrisas estereotipadas que nos tienen hipnotizados y quietos como la araña mantiene a la sorprendida presa caída en su laberinto de hilos entrecruzados. ¿Hasta cuando van a durar la infantilidad de nuestras apreciaciones y la terquedad de nuestras sinrazones?. Hay sacerdotes que ejercen su apostolado con los pobres y marginados, encomiable misión, pero sería demasiado bello que la noticia acabara así. A su admirable apostolado y entrega a los que nada tienen, que serían los postulados de la Iglesia fundada por Cristo, se añaden sus innecesarias y chocantes extravagancias de utilizar vaqueros como vestimenta adecuada para celebrar la misa, utilizar rosquillas y otro tipo de alimento, para convertirlos en Cuerpo de Cristo y hasta recitar y leer, comentar y estudiar una religión como el Corán que, salvo algunos capítulos o suras y versículos o ayat, sacados del Cristianismo, porque según Mahoma su venerado Profeta les fueron inspirados por el Arcángel Gabriel, nada tiene en común con nuestra fe y nuestra doctrina. Es más, viendo los aires que soplan yo diría que tanta islamización está resultando un tanto peligrosa para el Occidente cristiano, a causa de ese fanatismo desbordado que algunos imanes infunden a sus creyentes más exaltados. El once ha llegado a convertirse en una fecha fatídica para los que no siguen la fe mahometana, incluidos los pueblos que la profesan pero no con tanta pasión y extremado celo. Amenaza y hecatombes suicidas que, aunque se empeñen los aprovechados de turno y lo hagan creer a sus incautos seguidores, ni siquiera aparece escrito en las páginas de su libro sagrado Y no me parece lógico que un sacerdote católico se convierta en propagador de una doctrina contraria a la suya, utilizando para ello el lugar sagrado donde solo debe venerarse al Dios de los cristianos y comentarse sus Evangelios. Aquí en este asunto, hay gato encerrado, por mucho que se empeñen en camuflarlo de labor social y pastoral. Más aún, advirtiendo el cariz de los admiradores que se acercan a sus extraños cultos y alaban públicamente su actividad. Otro asunto que me denigra como ser humano, es la depravación a que han llegado esos famosos del mundo de la farándula y la millonaria práctica de dar pataditas al balón. Sus participantes son de continuo destacados y ensalzados por esa cohorte de aduladores y chupa-nabos, que le ríen sus boberías como gracias y le copian sus gestos, pelados, calvas y peinados, sus maneras de vestir y todo cuanto tenga alguna relación con su ídolo en cuestión. Hasta le tienen enmarcados en sus habitaciones como iconos casi religiosos. Pues bien, salta a la prensa que la ex cantante de las “Spice Girls” Victoria Adams, la pija mujer del futbolista David Beckham, ha recibido un insólito regalo de su millonario y admirado marido, (más admirado como hombre anuncio, que como futbolista a juzgar por el ostracismo a que le somete su entrenador), consistente en un consolador de diamantes, valorado en dos millones de euros. La verdad que me resulta bastante difícil no ya solo asimilar la cuantía de su precio, sino la utilidad y razón de tan chocante regalo. ¿Es que tan mal funciona de las entrepiernas que necesita buscarle un suplemento que sustituya su deficiencia ante las necesidades y desahogo de su mujer?. A mi se me caería la cara de vergüenza hacerle no ya un regalo de ese tipo a mi mujer en plena juventud o inicio de la madurez, sino en el simple hecho de que ella me lo solicitara. Y el detalle de los diamantes, ¿a qué es debido?. A lo mejor la señora es un tanto masoquista y necesita que los millonarios pedruscos le ocasionen ese posible e incómodo cosquilleo en sus intimidades. Se habla que este instrumento, que yo consideraría vergonzoso para un marido, se está imponiendo en las modas y costumbres de las “diosas” de Hollywood. Así se comenta que Angelina Jolie, utiliza uno de estos artefactos movidos a través de mando a distancia y oculto en sus ropas íntimas. La relación de divas de corazones solitarios y ardientes pasiones que lo utilizan es bastante extensa. Lo que me parece absurdo no es únicamente el hecho de este uso masivo, sino que se invierta esa escandalosa cantidad en adquirirlo con diamantes. Como si para dar “consuelo a las necesitadas” fueran imprescindibles las piedras preciosas. ¡Lo que se ahorran los maridos que cumplen en toda regla sus deberes conyugales!. En mis tiempos los hombres debían utilizar bromuro en lugar de estimulantes. Pero ahora, por lo visto, la cosa es diferente y en los tiempos actuales de ídolos de barro y estrellas fugaces, la mujer debe adelantarse al hombre y solicitarle sus “servicios” y si el asunto sigue sin funcionar, acogerse al consuelo de un vibrador. ¿Por qué habré nacido con tanto adelanto…?. La religión, la política, las costumbres y el sexo, todo anda patas arriba en este mundo de locos y aventureros de pacotilla. Nada es lo que parece, ni lo que debiera ser. Todo anda revuelto y no se sabe donde está la cabeza y donde la cola de esta enorme serpiente que espera paciente con su manzana preparada la aparición en sus cercanías de una Eva desprevenida. Y mientras el hombre, ese llamado sexo fuerte, necesita la ayuda de un extraño artilugio para poder cumplir sus funciones maritales. Y lo expresan públicamente, porque no sólo han perdido la potencia, sino también la decencia. Los inmigrantes de patera, ya no muestran sus negros y profundos ojos de tristeza y miedo ante la presencia de la autoridad marítima, hora la reciben con cócteles molotov, a lo bestia, como si se tratara de una auténtica guerra entre sus mundos o sus diferentes maneras de vivir. Y los agredidos, lejos de dejarlos en sus países de origen, para que allí fueran juzgados por su agresiva acción, como pidieron las autoridades locales, ya que se hallaban en sus aguas territoriales, se los traen a Canarias, donde las “monjitas” y “altruistas” de turno, le darán comida, ropas y atenciones miles, para que se sientan mejor que en su propia casa. Dentro de poco los tendremos correteando nuestras calles en libertad y con el dinero que hayan recibido de nuestro gobierno, buscándose la vida a su manera y Dios quiera, que sin el uso de la fuerza y la agresión de la que ya han dado evidente prueba. ¿Para qué continuar con esta relación de barbaridades, torpezas, mezquindades y errores que sólo lograría amargarnos más nuestra maltratada y “jodida”(perdón) existencia?. Pongan ustedes mismos el punto final que deseen porque por muy malas intenciones que tengan en el empeño, serán delicias de monjitas comparadas con lo que se merece esta ultrajada realidad que nos hacen padecer.

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