miércoles, abril 25, 2007

Oscar Molina, Hablemos con propiedad

jueves 26 de abril de 2007
Hablemos con propiedad
Óscar Molina
U NO de los mantras que más se repite desde el Partido Socialista como reproche a la Oposición es aquello de que nunca hasta ahora se había utilizado la Política Antiterrorista para atacar al Gobierno. Y es verdad. No existe precedente en la España democrática de su uso como arma de oposición. El problema es que la frase es malintencionada y, sobre todo, tramposa, porque difícilmente puede emplearse como munición política lo que realmente no existe. En España a día de hoy hay una política con relación al terrorismo, a ETA, pero esta política no es estrictamente Antiterrorista. Por lo tanto, la frase es cierta, pero su aplicación no procede. Creo que todos estaremos de acuerdo en que el prefijo “anti”, designa lo que se opone a algo, lo que busca neutralizar sus causas y evitar sus efectos. Así un anticoagulante es un medicamento que elimina la coagulación sanguínea, ataca a sus raíces y previene sus indeseables consecuencias. Una Política Antiterrorista es aquella que se opone al terrorismo, persigue acabar con sus resultados y trata de impedir que obtenga fruto alguno. En este sentido, creo que bastante ajustado a la semántica de la frase, la política del Gobierno con respecto a ETA no es Antiterrorista. No me atrevería yo a decir que es pro terrorista, pero sí creo que ni se opone al terrorismo, ni liquida sus resultados ni por supuesto frena sus logros. Porque no me parece a mí que pueda denominarse Antiterrorista una política que no actúa aplicando la Ley a un partido, el PCTV, al que recientemente se le han descubierto vínculos con el Comando Donosti. Ya fue poco Antiterrorista dejar en su día que quienes sólo tienen el alma tan negra como el sobaco, las chicas de las Tierras Vascas, se presentaran a las elecciones cuando todo apuntaba a que eran parte del entramado etarra. Pero una vez descubierta la evidencia, creo que no vale alegar desconocimiento ni candidez para no descargar sobre ellas la normativa, y dar ejemplo de Política Antiterrorista. No creo yo que se pueda llamar Antiterrorista tildar como “hombre de Paz” a Otegui, un sujeto que tiene juicios pendientes por apología del terrorismo. Ni librarle de la trena mediante un silbido ausente de la Fiscalía General del Estado. Tampoco calificaría yo como Antiterrorista ceder al chantaje de una rata que decide comer poquito y fornicar lo justo como medida de presión para acabar donde ha acabado, en la calle. Eso es, a fin de cuentas, allanarse a que un terrorista, asesino de 25 personas, obtenga frutos de su extorsión bajo la amenaza de que sus compañeros de cloaca volverán a matar si no se le hace caso. La verdad, muy Antiterrorista no parece. Como no lo es negociar con terroristas de extranjis cuando todavía el anterior Gobierno ostentaba el Poder, y llegar con ellos a pactos que no se han explicado en reuniones que no se han desmentido. Ni tampoco me parece muy Antiterrorista no dar por zanjado un Proceso de Paz cuando los terroristas lo rompen matando a dos personas. Del mismo modo que no se puede llamar Antiterrorista a la sistemática identificación con el fascismo de los ciudadanos que se manifiestan contra la supuestamente Antiterrorista Política del Gobierno, mientras que a los voceros del tiro en la nuca se les denomina asépticamente “izquierda abertzale”. No es nada indicativo de Antiterrorismo que un Gobierno no haya dicho ni una sola (ni una sola) palabra acerca de que dos concejales del Partido Popular en el País Vasco hayan decidido dejar la Política cuando se han sabido objetivo de los terroristas. No es Antiterrorista el no hacer nada para acabar con el auténtico “apartheid” que sufren quienes no son nacionalistas en una determinada tierra de España, por parte de quienes sí lo son y comparten las mismas ideas por las que los terroristas matan, amenazan y secuestran. Ni tampoco se le llama en mi pueblo Antiterrorista a la ambigua postura del Gobierno sobre Navarra. Esa posición que viene siendo expresada mediante la obviedad de que “Navarra será lo que los navarros quieran”. Máxime cuando Navarra es, curiosamente, un objetivo fundamental de los terroristas. Y por supuesto, no es Antiterrorista despreciar a las Víctimas del Terrorismo tratando de equiparar a sus muertos con un fusilado en una guerra de hace setenta años. Ni mucho menos el desear un fin del Terrorismo en el que no haya “ni vencedores ni vencidos”. Desear el fin del terrorismo sin vencerlo, será cualquier otra cosa, pero nunca Antiterrorista. Por eso, para que la Política Antiterrorista pueda ser utilizada como arma de confrontación, es condición previa e indispensable que haya una Política Antiterrorista. Y no la hay.

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