jueves, abril 19, 2007

Oscar Molina, Hermanos de sangre

viernes 20 de abril de 2007
Hermanos de sangre
Óscar Molina
N O hace mucho cayó en mis manos, por recomendación de un amigo, una serie producida para televisión titulada “Hermanos de Sangre”. La obra lleva la firma de Steven Spielberg y Tom Hanks, y fue hecha en el año 2001. Su título original en inglés es “Band of Brothers”, y narra la historia real de la Compañía “Easy”, perteneciente al 506 Regimiento de la 101 División Aerotransportada del Ejército de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. Puede adquirirse en cualquier gran superficie a un precio muy asequible. En los diferentes capítulos se narra el periplo bélico de los miembros de esta compañía, que fueron lanzados sobre Normandía el Día- D y combatieron en Francia, Bélgica y Holanda para acabar en el mismísimo “Nido del Águila”, la fastuosa mansión de descanso que Hitler poseía en Austria. La serie es cruda, ya lo aviso, y transmite la atroz dureza de la guerra a través de sus imágenes y, sobre todo, de los testimonios de quienes fueron sus protagonistas reales. A pesar de ello es altamente recomendable, no sólo para quienes sean aficionados al cine bélico, que difícilmente encontrarán un producto mejor hecho, sino como recordatorio de quiénes integraban la sociedad occidental de hace sesenta años, qué concepto tenían de sí mismos y por qué valores estaban dispuestos a dar la vida tan lejos de sus casas. Aquellos hombres que, no lo olvidemos, libraron a Europa de la tiranía de Hitler, tenían muy claro que la Libertad es el bien más elevado del que puede disfrutar el ser humano, y sabían perfectamente que ceder ante quien pretende robarla por la fuerza no es más que el comienzo de un camino de esclavitud que sólo acaba con el sometimiento y la negación de la misma dignidad del hombre. Lo sabían, y estaban convencidos de ello el día en que decidieron alistarse. A pesar de todo, muchos fueron sufriendo el asalto de la duda cada vez que la guerra les ponía ante experiencias cuyo horror resulta difícil de describir incluso para quienes las vivieron. Esas vacilaciones desaparecen el día en que llegan a un campo de concentración abandonado por los alemanes en su retirada, en el que contemplan todo el espanto que su lucha puede llegar a poner fin. La historia de la compañía “Easy” es la de quienes fueron conscientes de que ciertas cosas no se consiguen sin pagar un precio cuando existe quien las pone en entredicho a base de la imposición. Es el relato de un puñado de hombres que comprendieron que su vida alcanzaba sentido asumiendo que les había tocado existir en un tiempo en el que era necesario entregarla por cosas que les trascendían y valían más que ella. Y muchos lo hicieron, la dieron sabiendo que su ofrenda aprovechaba a algo de lo que ellos ya no iban a disfrutar. Hoy sabemos que no murieron en vano. Y también sabemos, a través de sus palabras, que existen muy pocas cosas tan grandes como el servicio al otro. A fin de cuentas el sacrificio por el bien ajeno es un formidable acto de amor. Los soldados del Mayor Winters nos enseñan que la Paz no es un fin, sino un medio; un muy deseable estado de cosas que no vale de nada si lo reducimos a la simple ausencia de violencia; un trasto inservible si no va preñado de Justicia y respeto a la Libertad. Porque la Paz se rompe en el mismo momento en el que alguien desea hurtarnos los fines, la Libertad y la Justicia, a través de la violencia. Para quien está dispuesto a ello la guerra es también un medio, y sólo cuando se le persuade de la inutilidad de su empeño se alcanza la Paz. Lamentablemente la Historia no para de demostrar que los que consideran que amenazar, maltratar y hasta matar son caminos aceptables para hacer realidad sus planes no suelen convencerse de su equivocación hasta que prueban sus propios métodos. No cejan en su empeño hasta que los medios que eligen para sus propósitos, la guerra y la violencia, son los mismos que les derrotan. Esa misma Historia nos muestra que quienes han accedido a las exigencias de los que buscan someterles no han conseguido la Paz, sino una existencia postrada a los pies del agresor. Sencillamente porque no podemos disfrazar al medio de fin, y hacerlo es engañarnos. Cuando una sociedad se encuentra ante una encrucijada semejante, ha de ser muy consciente de que no tendrá Paz hasta que decida ser beligerante con quien desea despojarla de lo que realmente tiene el valor de un fin, su Libertad, su Justicia, su Dignidad. Hoy no tengo claro cuántos de nosotros se alistarían en la Compañía “Easy”, pero sí sé que la lucha de la civilización contra la barbarie es algo tan viejo y recurrente como la misma Humanidad, y quiero creer que otra vez, la Libertad será como la vida: acabará abriéndose paso de una u otra manera. Quiero que no sea necesario llegar a preservar mi Libertad pagando el precio de la Paz; que la guerra sea de convencimiento, que nuestro fusil sea el sereno pero innegociable apego a los valores que han hecho la sociedad en la que habitamos. Deseo que seamos como aquellos soldados que acabaron sus días en Las Ardenas, pero también deseo que no tengamos que llegar a copiar su destino, que nos baste con la exhibición de una determinación a prueba de tiranos, asesinos y fanáticos. Que se nos enseñe desde niños a formar parte de una Compañía “Easy” que no ignora sus raíces, ni la Historia que nos ha traído hasta aquí, ni los principios que lo han hecho posible. Que rinda un modesto pero imprescindible homenaje a quienes se fueron para que hoy seamos como somos y vivamos como vivimos: conocer su historia. Porque me gustaría poder responder lo mismo que le respondió un soldado de la “Easy” a su nieto cuando éste le preguntó si había sido un héroe: “No hijo, yo no fui un héroe, pero conocí a muchos”.

No hay comentarios: