jueves 26 de abril de 2007
La Vicepresidenta
José Meléndez
M ARÍA TERESA FERNÁNDEZ DE LA VEGA pertenece a esa hornada de la postguerra de jóvenes rebeldes, nacidos en familias de marcado signo franquista, que renegaron de las creencias de sus mayores y se pasaron con armas y bagajes al bando contrario. Hija de un destacado funcionario franquista, Wenceslao Fernández de la Vega Lombán, que fue durante varios años delegado de Trabajo con el entonces ministro del ramo Fermín Sanz Orrio, sus preferencias e inquietudes viraron hacia la izquierda, en contraste con su actual jefe de filas, que sigue fiel al ideario de su abuelo. Y el viraje le fue bien, porque ha desempeñado varios e importantes cargos tanto en su carrera judicial como en la política. En la judicatura, el único cargo que ganó por oposición fue el de Secretaria Judicial, pero llegó a magistrada por ese polémico cuarto turno, fue vocal del Consejo General del Poder Judicial, mano derecha del ministro bicéfalo Juan Antonio Belloch, encargada del departamento de Justicia y ahora, la primera mujer que ostenta el cargo de Vicepresidenta del gobierno y ministra de la Presidencia. Hay que señalar que, hasta ahora, ha desempeñado el cargo a la perfección y así se lo han reconocido muchos –yo entre ellos- en numerosas ocasiones porque en su doble calidad de vicepresidenta y portavoz del gobierno ha tenido que realizar denodados esfuerzos para explicar las extravagancias y zigzagueos de su presidente, tanto ante la prensa como con los mandatarios afectados por los errores zapateriles, en España y en el exterior. Cuando Zapatero se encerraba en sus herméticos silencios y criticadas ausencias, ahí aparecía ella para asumir su representación, explicar lo inexplicable y tratar de paliar el daño lo mejor posible. Así ocurrió cuando el devastador incendio de Guadalajara, la crisis con la Iglesia católica, con viaje incluido al Vaticano, los viajes a África para tratar de arreglar los desastrosos efectos de la Ley de Inmigración y el atentado de Barajas, mientras Zapatero se enclaustraba en Doñana, preguntándose cómo ETA le podía haber hecho eso a él. Su figura enteca, pulcra y pelín indefinida, ha sido el parapeto constante del presidente, que podría decir de ella lo mismo que el histórico primer ministro israeli Ben Gurión dijo de Golda Mayer, admirado por la labor que realizaba como ministra de su gobierno: “Es el mejor hombre que tengo en mi gabinete”. Pero mal deben ir las cosas en los entresijos del PSOE, sobre todo después de los últimos acontecimientos con la excarcelación encubierta de De Juana Chaos, el lento pero, al parecer, imparable camino de Batasuna hacia su representación en las próximas elecciones municipales y forales y el baño que Mariano Rajoy le dio a Zapatero en el programa televisivo “Tengo una pregunta para usted”, cuando la vicepresidenta ha cambiado su tono habitualmente conciso, duro pero respetuoso y en los límites del comedimiento por la oratoria del insulto, recurso de los socialistas cuando no tienen otro argumento. Hasta ahora, el insulto era potestad del inefable Pepiño Blanco, el perseguido por los visones; de López Garrido –cosa peculiar porque su nivel cultural y de inteligencia es superior al de Pepiño- y de algunos dirigentes de menor cuantía. Pero la vicepresidenta se lo ha apropiado y, naturalmente, cae en los mismos errores que los insultadores que le han precedido. Su enjuiciamiento de la actuación televisiva de Mariano Rajoy ha sido pobre y desacertado, porque no se puede decir que estuvo “en su línea de siempre, de destruir en vez de construir, sin soluciones ni alternativas” cuando casi siete millones de espectadores vieron como el líder popular respondía a una audiencia mucho más agresiva que la que tuvo Zapatero precisamente brindando soluciones y ofreciendo alternativas, sin perder la compostura y, sin discursos vacíos. La vicepresidenta le reprocha que no dijera el dinero que gana, pero, aparte de que quien hizo la pregunta era una viuda con 300 euros de pensión y Rajoy no creyó oportuno ahondar más en su problema, el dinero de los políticos es del dominio público. Se sabe lo que ganan todos de forma legal y por eso se sabe que Maria Teresa Fernández de la Vega gana un sueldo de 4.100 euros netos. Por lo tanto, debía confiar a su compañero de vicepresidencia Pedro Solbes –con el que no parece llevarse bien- su receta económica para hacer que 4.000 euros puedan costear el fabuloso vestuario que luce, en el que no repite un modelo durante meses. Pero donde el insulto adquirió categoría de ”pepiñada” fue en su descalificación de la denuncia del PP sobre el trato de favor que recibe el pistolero De Juana Chaos. “De Juana Chaos –dijo- no disfruta de ningún privilegio y tiene el trato que recibe cualquier otro recluso”, por lo que calificaba la denuncia del PP de “mentira” y “calumnia deleznable”. No ha habido ni hay actualmente ningún otro preso que haya recibido los privilegios con que cuenta el pistolero etarra, como no hayan sido enfermos terminales, de sida o cáncer por ejemplo. Por tanto, la que miente a sabiendas es la vicepresidenta y el trato de favor de De Juana es tan evidente que el juez de Vigilancia Penitenciaria de la Audiencia Nacional, José Luis Castro, ha pedido oficialmente al gobierno que se le informe de las dos últimas salidas del etarra del hospital en que se encuentra en San Sebastián, exige explicaciones y pide ser consultado, como es preceptivo, antes de que se le conceda otro permiso. La directora general de Instituciones Penitenciarias –cargo gubernamental- Mercedes Gallizo tuvo que reconocer en el Parlamento que no se había informado por escrito al juez y no recuerda si se hizo verbalmente. Según ha trascendido, De Juana salió del hospital dos veces para asistir a una consulta médica y aprovechó la ocasión para hacer compras con su novia, con la que convive en el hospital. La denuncia del juez es grave, porque ahora éste puede ordenar la vuelta del recluso al hospital 12 de Octubre en Madrid e, incluso, su vuelta a la cárcel si los médicos aprecian que está recuperado de su huelga de hambre para que cumpla entre rejas el año que le resta de condena. Lo mas seguro es que no sea así, porque ya se encargarán el nuevo ministro de Justicia y el Fiscal General del Estado de que Instituciones Penitenciarias pueda aplicar otras dos soluciones posibles cuando el hospital dé el alta al pistolero, que son el arresto en su domicilio en lo que llaman “libertad telemática” vigilado por artilugios informáticos o la concesión del tercer grado, que es un régimen de semilibertad fuera de la cárcel, que solo se aplica a los presos con una buena conducta. Cualquiera de ellas choca no solamente con la legalidad vigente, sino con la opinión que la inmensa mayoría de la gente tiene de un asesino de tal naturaleza. Es una lástima que la vicepresidenta emborrone la buena hoja de servicios que posee en su lealtad al gobierno del que forma parte, cayendo en el pecado de sus correligionarios cuando no tienen nada más que decir y no encuentran otra salida que trasladar sus propias culpas al PP, tanto en el presente como en el pasado, bastante mas en este último que en el primero, quizá porque el irresponsable revisionismo histórico parece ser ahora un objetivo prioritario en el actual PSOE.
miércoles, abril 25, 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario