Rajoy no se arrodillará ante "Jesús del gran poder" esta Semana Santa
Antonio Martín Beaumont
El líder popular ha tomado quizá la decisión más trascendente de su partido en los últimos 30 años. ¿Inevitable? Si. ¿Arriesgada? También. Se ha colocado frente al genuino "poder fáctico".
26 de marzo de 2007. La polémica está servida. Y lo que te rondaré morena. La decisión por parte del PP de dejar de atender las convocatorias del Grupo Prisa tras acusar de franquistas Jesús Polanco a los manifestantes del 10 de marzo en Madrid, ha desatado opiniones encontradas. Según marcha la encuesta publicada la misma tarde del domingo por Elsemanaldigital.com nuestros lectores sin embargo lo tienen claro: "Ya era hora de poner a Polanco en su sitio" es la opción preferida. La libertad de expresión e información, en una democracia, son requisitos básicos. La democracia se conforma con el voto, y el voto es claramente inducido por la información Ahora bien, de nada sirve esa libertad sobre el papel si se establecen oligopolios o monopolios en los medios. En una situación semejante se podrá comunicar sólo con la aquiescencia de quien posee el control. Es decir, habrá unos poderosos -o quizás un solo "Ciudadano Kane"-, que determinen de qué hablar, cuáles son los temas políticamente correctos y a qué "excelentes" políticos se les puede poner una carretera hacia la gloria. Peligrosísimo. El Grupo Prisa, en los últimos 25 años al menos, ha marcado en España decisivamente el rumbo de los gobiernos socialistas y ha conseguido que la derecha fuera desalojada del poder tras el terrible atentado del 11-M, independientemente de los errores de Aznar. Ésta es su tarjeta de visita. La derecha española ha tenido siempre un miedo reverencial a los medios de Polanco, que ha condicionado a sus líderes y sus decisiones. Jesús Polanco es el genuino -y natural para tantos- "poder fáctico" en España desde 1983.Pero mira por dónde precisamente Mariano Rajoy rompe ahora de un plumazo tal esquema. Y además se coloca en posición de ataque: "Las declaraciones ponen en evidencia el profundo sectarismo de Jesús Polanco, desvanecen cualquier tipo de imparcialidad del Grupo Prisa y comprometen la capacidad de cualquiera de los medios que lo integran de informar de manera veraz y objetiva", señala el comunicado hecho público por los populares el pasado viernes, en el que comunicaban la decisión de dejar de atender a los medios de ese grupo.Rajoy ha tomado hasta ahora decisiones impensables para un líder al que -a mi modo de ver injustamente- se le acusa de dubitativo y –algunos- hasta de "maricomplejines". Ha logrado mantener al PP unido, pese a todo, tras la derrota de marzo de 2004 y el posterior varapalo de ver cómo Manuel Fraga perdía por los pelos el gobierno en el feudo popular por excelencia, el gallego; ha roto el tópico de que la calle es de la izquierda, dándole a Zapatero a tragar su propia medicina; y ahora, en un nuevo paso adelante, enfrenta de cara la proverbial hegemonía mediática de la izquierda en España a través de los medios de Prisa, que pone y quita gobernantes.Nuevas realidades se alían al líder popular. Los medios digitales -una batalla que hasta ahora Prisa ha perdido-, en donde la izquierda militante está en clara minoría y neto descenso, demuestran que, si se deja elegir a la gente en libertad, no elige lo que el "Ciudadano Kane" de turno ofrece: Prisa no domina el mercado en ejercicio de la libre elección ciudadana. Es verdad. Más aún: donde y cuando la libertad se puede producir, Polanco pierde.Del mismo modo, medios en principio heterodoxos como El Mundo, La Razón, Intereconomía o COPE permiten al "número uno" del PP pisar terreno firme. Ahora, a dos meses de unas elecciones, con los morrocotudos tentáculos con los que cuenta el Leviatán de medios e intereses polanquista, la decisión de don Mariano quizá sea inevitable, pero es arriesgada.Aunque, ojo, la solución no es atraer o formar nuevos grupos de poder que transformen un monopolio en oligopolio. Ni Murdoch, ni Berlusconi, ni el Grupo Rizzoli, ni cualquier cosa que pueda inventarse es la varita mágica. La solución es más complicada y pasa por una política coherente de medios en el PP. Coherente, es decir, libre, sensata y no condicionada so-la-men-te por lo que haga y diga Prisa. Eso y, también, una exigente legislación antitrust propia de una democracia avanzada que evite el riesgo en nuestro país de caer en manos de Polancos o de quienes a su sombra o imagen crecen.
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