viernes, marzo 23, 2007

Martinez Abarca, El declive de Polanco

sabado 24 de marzo de 2007
Declaraciones contra el PP
El declive de Polanco
José Antonio Martínez Abarca

Teme que, si pierde el poder su escuela de altos traidores actualmente ejerciente, resucite el mismísimo franquismo que ya le promocionó una vez y le haga tan obscenamente rico, tanto, tanto que ni siquiera él pueda comprar su buena conciencia.

Lo peor de la edad, dicen, es que te acuerdas con asustante detalle del tacto áspero de la camisa de franela azul mahón con correajes de tu adolescencia, como si fuese hoy pero sesenta años después, y sin embargo no recuerdas para nada lo que comiste hace un rato. Ni la mano que te dio de comer hace un rato.
Jesús de Polanco, botiguer de la palabra que siempre engaña con el peso, no recuerda precisamente que hace un rato, o todo lo más dos, quien le dio de comer fue el PP gobernante, el de la inolvidable política de medios, de lo que todavía vive él y de lo que todavía viven quienes perpetraron aquel inmediato suicidio de la derecha y de paso el parricidio con efectos retardados de España. Don Jesús de muestra inequívocos signos de decrepitud cerebral (demasiadas recepciones en Valdemorillo, a su edad no le convienen las visitas ni las romerías hasta su persona), pero puede darse por satisfecho de su vida larga como su mano y ancha como su manga porque es uno de los últimos supervivientes todavía en buen uso del franquismo ejerciente, al menos de ministro para abajo. Pronto, Rodolfo Martín Villa, Cebrián y él mismo no tendrán con quién reunirse, exceptuando al camarero, en las tenidas de ex combatientes de las últimas promociones de la cruzada, porque ya sé lo que están pensando pero no, Carrillo estaba del otro lado, aunque por conveniencia éste es capaz de recordar con todo lujo de detalles que el conducator Ceaucescu, "el no muerto de los Cárpatos", era amigo común.
Polanco podría, no sé si en el tercer o cuarto estadio canónico de ebriedad, entonar como Alfredo Mayo bajo la lona o como cierto ex presidente de la comunidad autónoma de Cantabria, y sin equivocarse en un solo diptongo, el "montañas nevadas" o el "alte kameraden", o al menos silbar sin quebrantos del fuelle la bellísima "koenigraetzer marsch". Cosas de los buenos tiempos. Pero ya no va pudiendo acordarse de quienes le favorecieron tanto antes de su siesta de antesdeayer. ¿No anda aún por ahí por el mundo uno al que dicen Rodrigo Rato, del que nunca me fié porque estrechaba la mano mirando para otro lado? Y tampoco hay que echar mano de los "exiliados". Debemos ser demasiado jóvenes, pero creemos acordarnos que, amen de medio staff popular de ahora mismo, otro tal Mariano Rajoy "el resentido", entonces en un puesto de relevancia en el Ejecutivo, tampoco puso obstáculos insalvables a que dejara de percibir íntegro lo que no era suyo.
Polanco lo que teme es que llegue otra vez la derecha extrema y no tenga donde poner tanto regalo. Acostumbrado a hacer favores a unos maestrillos de escuela y desoficiados varios venidos a menos y constituidos en partido manejable de rasca y gana, no perdona que otro partido le haga los favores a él. Teme que, si pierde el poder su escuela de altos traidores actualmente ejerciente, resucite el mismísimo franquismo que ya le promocionó una vez y le haga tan obscenamente rico, tanto, tanto que ni siquiera él pueda comprar su buena conciencia.

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