sábado, marzo 03, 2007

El papelon de Rubalcaba, la "devotió iberica" en version socialista

El papelón de Rubalcaba: la "devotio ibérica" en versión socialista
Antonio Jiménez

No se lo cree ni él aunque hay que reconocerle gran habilidad para la simulación junto a una disciplinada y desprendida actitud para comerse el "marrón" él solito.

4 de marzo de 2007. A Rubalcaba no le ha importado quemarse en el fuego de la indignación, cuya mecha prendió el anuncio de la excarcelación de De Juana, con tal de salvar a Zapatero de unas llamas que sin duda terminarán alcanzándole. El ministro de Interior ha hecho un autentico papelón como fiel escudero de un presidente que pasará a la Historia, entre otros dudosos méritos, por haber cedido al chantaje de un terrorista. Si Rubalcaba tiene alguna duda de las consecuencias y efectos generados por la decisión del presidente y que él se ha atribuido, que observe el jubiloso proceder con el que la izquierda proetarra recibió a De Juana en San Sebastián: como a un héroe que lucha por su causa desde hace veinte años. El askatasuno Olano lo ha resumido con precisión: "El logro de la excarcelación revaloriza la pelea y demuestra que con la lucha se consiguen objetivos". Está claro que tras la claudicación de Zapatero, la gente de Batasuna ha entendido que puede seguir tensando la cuerda al máximo en la creencia de que el Gobierno cederá antes de que se rompa. La cesión de Zapatero enseñará el camino a otros reclusos de la banda terrorista, o comunes, que antes o después tratarán de imitar el pulso que el convicto de veinticinco asesinatos echó al Estado con el resultado por todos conocido. El heroe De Juana, "el hombre que está en el proceso" dijo de él el presidente del Gobierno, ha obtenido el premio a la perseverancia sin necesidad de renunciar a ninguno de los ideales perversos que le llevaron a prisión. Por más que se empeñe el Gobierno, las razones legales y humanitarias argumentadas por Rubalcaba no justifican la excarcelación de quien no ha pedido perdón por el inmenso daño causado y tampoco condena el terrorismo. Un simple gesto de arrepentimiento habría bastado para amortiguar el impacto emocional sufrido por las victimas. Pero ni eso. Tampoco es válida la coartada de quienes defienden la decisión de Zapatero con el razonamiento de que Aznar hizo lo mismo con otros etarras. No es verdad que Aznar cediera a chantaje alguno de ETA, como se comprobó trágicamente con el secuestro de Miguel Ángel Blanco. Sí es cierto, sin embargo, que su Gobierno excarceló a etarras que estaban enfermos de patologías sobrevenidas durante su estancia en prisión y no a consecuencia de una prolongada y voluntaria dieta de ayuno como la seguida por De Juana, cuya vida no estaría tan en peligro, mal que le pese a Rubalcaba, cuando entró por su propio pie al hospital Donostia, donde según ha dicho el consejero vasco de Sanidad, se le tratará con "mucho cariño y cuidados", mientras sus víctimas lloran por las esquinas.

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