miércoles, marzo 21, 2007

Blanca Alvarez, Desmontable

jueves 22 de marzo de 2007
Desmontable
BLANCA ÁLVAREZ b.alvarez@diario-elcorreo.com

El sueño de cualquier empresario sería encontrar obreros desmontables, como las casas prefabricadas que se montan, cerca de los campos de fresa -señor, qué título tan literario-, no demasiado próximos a los ciudadanos de segunda y bien lejos de los ciudadanos de primera. Casitas unipersonales, asépticas, bastante higiénicas y, sobre todo, desmontables. No sea cosa que llegue algún ciudadano de tercera despistado y se apropie de la propiedad sin permiso ni peaje. Manita de obra necesaria por temporada, cuyo olor a sobaquina se soporta en función del beneficio pero que ha de largarse el último día de paga rumbo al agujero perdido de su remoto mundo.Los nuevos esclavos ya no son responsabilidad del amo. Ni látigo ni cabaña fija, mejor contrato a temporada necesaria para esfumarse luego con su perfume desgraciado a donde no pueda llegar el aliento de sus penas.El colmo de la felicidad sería encontrar el método genético para fabricar obreros con programa de hibernación para fuera de temporada laboral y, a los más adecuados genéticamente a la felicidad del trabajo, con el corazón agradecido y la boca pequeña, se les regalaría un tiempo de prórroga para procrear nuevos peones. O mejor, directamente los clonamos y nos evitamos el engorro de los embarazos, los permisos maternales -y ahora paternales, ¿a dónde van a parar las ínfulas sociales de algunos presidentes?- y otras aberraciones de programa social.Claro que para consumir y dejar ganancia a los empresarios sería menester elegir a una masa de población sin hibernación con el fin de que compraran casas, coches, comida y todas esas zarandajas. Eso sí, dejando bien claro el privilegio de poseer vida sin pausas para que jamás se les ocurriera protestar. Y es que, los obreros, en cuanto te descuidas, te montan una gresca si cierras el chiringo por haber encontrado mano de obra más barata en otra parcela del mundo, y exigen subidas anuales... ¿Y permisos y bajas! En el colmo de la insumisión, incluso se desgarran el espinazo para que sus retoños aspiren a pertenecer a la privilegiada casta dominante.Luego, para completar el círculo, sería imprescindible que, al otro extremo de los despachos empresariales, otra clase de humanidad llevara una vida de primate para poder declararles la guerra de vez en cuando y que no bajen en Bolsa las empresas de armamento. Como ven, dura y arriesgada es la vida del empresario, que nos da de comer y nos mata -por accidente laboral, por depresión y estrés o por necesaria guerra-. Menos mal que se les ve madurar y ya han encontrado un modelo de casitas desmontables para esclavos temporales.

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