domingo, octubre 26, 2008

Precocidad fatal

Precocidad fatal

27.10.2008

L os últimos datos del Observatorio Nacional sobre Drogas, correspondientes a 2007, confirmaron el peligroso arraigo de la cultura del alcohol en Euskadi y su fluida transmisión generacional. Dentro de una tendencia generalizada de mejora de los indicadores, el País Vasco se mantenía a la cabeza en cuanto a consumo y progresaba menos que la mayoría de las comunidades autónomas. Ya entonces se apuntó, como hecho muy preocupante, la edad temprana de inicio en la bebida, que en Euskadi permanece casi invariable desde 2000 en 15,2 años frente a 16,7 de la media española. En el mismo trabajo, el 70,8% de los jóvenes vascos confesaba haber consumido alcohol durante el mes anterior a la realización de la encuesta, doce puntos más que el promedio nacional. Si estos datos ya apuntaban la existencia de un grave problema y apelaban a una urgente intervención institucional y social, la alarma se ha intensificado a la luz de las estadísticas registradas por los servicios de urgencia pediátrica de los hospitales vascos: el alcohol y el cannabis están presentes en el 80% de los ingresos por intoxicación de niños entre 11 y 14 años. Y, además, la evolución es preocupante, porque el número de menores atendidos por afecciones etílicas se ha duplicado en seis años. Una precocidad fatal que avisa de un futuro complicado si no se aplican mecanismos de control, diagnóstico y prevención.
La eficacia de las políticas puestas en marcha por las instituciones -muchas y variadas- contra los estragos del alcohol depende en buena medida de que se logre romper el salto generacional. Sin un cortocircuito que impida la pervivencia y transmisión de las erróneas creencias que subliman el papel de la bebida como componente ritual hacia la edad adulta, como desinhibidora del comportamiento, como elemento socializador y pivote festivo, el alcohol seguirá campando entre la permisividad social. Y en esta batalla contra la droga que más proyectos de vida destruye, más violencia genera y más familias destroza es imprescindible frenar el contagio de los más jóvenes. Una labor en la que padres y tutores tienen un protagonismo insustituible, primero con su ejemplo diario y luego implantando valores y hábitos que hagan innecesaria la muleta de la bebida. El terrible daño que causa el alcohol sobre la salud y la convivencia lo convierte en un fenómeno complejo sobre el que se debe actuar simultánea e implacablemente en todos sus frentes. Pero, sin duda, uno de los más importantes y decisivos retos, por su trascendencia futura, es atajar esta demoledora precocidad.

http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/prensa/20081027/opinion/precocidad-fatal-20081027.html

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