Hipopótamos y democracia
M. MARTÍN FERRAND
Martes, 21-10-08
HOY, mañana y pasado el Congreso de los Diputados ofrecerá una de sus acostumbradas y burdas parodias democráticas. Se trata del debate de las enmiendas a la totalidad de los Presupuestos Generales del Estado para el año próximo y, como todo el mundo ya sabe, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ha «convencido» al PNV y al BNG para que refuercen su minoría. Es incluso conocido el «precio» de la colaboración que los nacionalistas vascos y gallegos le prestarán al Gobierno y así, de manera tan poco respetable, dos grupos políticos soberanistas y limitados a dos territorios bien concretos, representantes entre los dos de menos del dos por ciento de la población española, convertirán en estériles -¿en ridículas?- todas las intervenciones del resto de la Cámara.
Cuando la realidad se oculta y sustituye por apariencias y paradojas, por lo que no pasan de ser sombras chinescas, todo es posible si se cuenta para ello con la complicidad, o la resignación, de las partes interesadas. Cuenta Charles Darwin que los colonos portugueses de África disfrutaban de una bula otorgada por la autoridad católica de sus colonias para comer carne de hipopótamo los días establecidos por el Vaticano para abstenerse en el consumo de carne, en la Cuaresma principalmente. El hipopótamo, decían, pasa la mayor parte de su tiempo sumergido en el agua y puede ser considerado como pez. La «mayoría» con la que Zapatero evitará la retirada de sus Presupuestos, irreales y lejanos de las circunstancias, no está más cerca de la democracia de lo que podrían estarlo de la verdad zoológica los condescendientes prelados portugueses.
Dando ya por superado, antes de que se produzca, el debate sobre la totalidad de los Presupuestos, todo se queda en el detalle y, como previene Baura, una democracia que se sostiene en la letra pequeña de sus disposiciones y deja sin contenido los grandes enunciados, al tiempo que pierde fuerza y sentido, se convierte en un mero instrumento para el tejemaneje de los partidos. La ciudadanía pasa a ocuparse de otras cuestiones hasta que, llegada al hartazgo, entra en rupturas que le pongan punto final al mangoneo gubernamental.
En ese caldo de cultivo, y quizá para disimular el ninguneo al que le someten el Ejecutivo y sus aliados de alquiler, Mariano Rajoy anuncia que solicitará del Gobierno, en el marco del debate presupuestario, una reforma fiscal. Eso nunca viene mal, especialmente cuando la fiscalidad vigente y acumulada desde los tres planos del poder -estatal, autonómico y local- tiene mucho de confiscatorio y convierte en muy costoso el hecho de ser español; pero, dadas las circunstancias, parece un mero ejercicio, tan legítimo como estéril, del derecho al pataleo. Algo así como organizar una barbacoa con costillitas de hipopótamo.
http://www.abc.es/20081021/opinion-firmas/hipopotamos-democracia-20081021.html
lunes, octubre 20, 2008
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