miércoles, octubre 22, 2008

Eduardo San Martin, Zarroñeros

miercoles 22 de octubre de 2008
Carroñeros

Eduardo San Martín

Resulta estremecedor que tres chavales, uno de ellos menor de edad, quemen viva a una indigente en un cajero de Barcelona, después de vejarla y de acosarla, en unas escenas que fueron registradas por la cámara del local y que se han vuelto a ver, en toda su aterradora crueldad, durante el juicio en el que se ha juzgado a los autores. Resulta una desfachatez que los dos reos echen ahora la culpa al menor ya juzgado, a sabiendas de que la responsabilidad de este último está limitada por la legislación penal, y ello a pesar de la nítida explicitud de las imágenes aludidas. Resulta injustificable la actitud del padre de unos de los presuntos asesinos, que dice pedir perdón a la sociedad para, a renglón seguido, culpar a ésta de la situación de la víctima, “quién hubiera muerto de una forma u otra” como consecuencia de su exclusión social. Pero, entre tanta miseria, un aspecto de esta sórdida historia me parece especialmente execrable: la conducta de familia de la asesinada. Tres años antes de su muerte, María Rosario Endrinal se separó de sus parientes por su adicción a las drogas y al alcohol. Vivió en la indigencia todo ese tiempo sin que, aparentemente, sus familiares se ocuparan de ella. Después del asesinato, su cadáver esperó durante meses a que alguien lo reclamara. Pero ahora, al olor de las indemnizaciones, la familia se persona en la causa y pide 120.000 euros (20 millones de pesetas) de recompensa. Suculenta tajada para quien dejó abandonada a su suerte a María Rosario, que al final murió como un perro. Carroñeros.
http://www.abc.es/blogs/san-martin/

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