miércoles, mayo 21, 2008

Felix Arbolí, La gaviota herida

jueves 22 de mayo de 2008
La gaviota herida
Felix Arbolí

¿ QUÉ pasa con el PP?. Me figuro que ninguno sabrá responderme con criterio y fundamento a esta pregunta que hoy se hace el ciudadano en general y el pepeísta en particular. El partido que inició su andadura política como de centro derecha, con diversas tendencias en su formación, pero con una cohesión envidiable y sólida, parece estar fracturándose en mil pedazos sin que los de dentro, ni los de fuera sepan o quieran poner orden a ese caos. ¿Es que la derecha española no puede estar nunca unida y formando un solo bloque compacto y coherente capaz de desempeñar el gobierno o ejercer la oposición?. Se lucha más en su defensa y conservación a través de los medios de comunicación afines que dentro del propio partido. Y esto es un síntoma extremadamente grave, ya que una de dos, o sus miembros van buscando el oropel y el sillón sin importarles para nada la forma de conseguirlo o no tienen personas capacitadas, abnegadas y capaces de sacrificarse en aras de España y su partido, aceptando a sus compañeros más idóneos o mejor colocados, antes de dar lugar a enfrentamientos y enconos que a nada bueno conducen. En este país al que tanto amamos y tanto criticamos por sus indolencias, vicios y mediocridades políticas, el amo y el cortijo continúan latentes como símbolos indiscutibles de la vida nacional, a pesar de los siglos pasados, los hechos ocurridos y la nueva concepción política. No hay gobernante o dirigente que no se crea tocado por la mano de Dios o de la oportunidad para ejercer su misión en plan absolutista, como único poseedor de la verdad y dueño y señor de vidas y haciendas. Sus fallos son inapelables y sus caprichos decisiones inquebrantables. Designa sin opciones a críticas o explicaciones a ministros y consejeros entre sus amistades y afines como si se trataran de peones en una partida de ajedrez. No se busca al más preparado, idóneo y capacitado para desempeñar ese cargo en el gobierno o en el partido, sino al más allegado y menos carismático para tenerlo siempre controlado, sin el peligro de una posible insumisión. Lógicamente, los resultados resultantes presentan el lado negativo de esa arbitrariedad más temprano o más tarde en detrimento del gobierno o del partido. Pero como éstos se han llegado a convertir en una parcela de su propiedad, nada le impide continuar su táctica equivocada, aunque pueda ser nefasta para los intereses de los millones de gobernados o simpatizantes que creyeron en él y le otorgaron su confianza fiados en su honestidad y buen hacer. La política se ha convertido en un buen negocio al que aspiran los hijos de papá, no contentos aún con haber estado tantos años viviendo a costa del apellido, (lo seguimos viendo en los lugares preferentes de los negocios, empresas y cargos públicos), los aparecidos que hasta ayer estaban ocultos y enrocados como el Rey del ajedrez para evitar represalias, los advenedizos que aprovecharon el tren de la oportunidad cuando pasó ante su puerta y los que esgrimen sus laureles académicos, no siempre acreditados, para aspirar al reconocimiento oficial y la prebenda. Es el mejor negocio al que puede acceder el español hoy día. Si tienes la suerte de que la aguja se pare en el número que te corresponde, ya puedes estar tranquilo el resto de tus días. Primero como titular, luego como “ ex” y sus correspondientes amistades e influencias y más tarde como figura decorativa en algún consejo de administración, o como conferenciante o asesor de lo que sea, tendrás no digo el pan, la tarta asegurada. ¡Vaya chollo!. Lo que me preocupa es la necedad del ser humano que en aras de bagatelas personales y posiciones privilegiadas, es capaz de resquebrajar los cimientos del edificio que le da cobijo y esperanzas, es decir, su propio partido. No quieren pensar que gracias a éste ostentan su cómoda posición sobre el resto de los ciudadanos. Esas luchas internas, con críticas y descalificaciones entre compañeros de siglas y aventuras, lo único que consiguen es ofrecer una lamentable imagen de su partido y de ellos mismos. La ambición de poder y supremacía que persiguen algunos no es el método más conveniente para intentar relanzar y mejorar la imagen del partido al que con su soberbia y despotismo están hundiendo en el fango. Dicen que los trapos sucios deben lavarse y secarse en el interior de casa, no exponerlos a la visión y consideración del vecino y menos del adversario. Pero hay figuras populares que se olvidan de los buenos principios que han mamado en su infancia, del espíritu de sacrificio que debe inspirar la vida de un político y del respeto y la consideración que han de demostrar en todo momento a sus propios compañeros y se lanzan a una lucha despiadada para desprestigiar y atacar al que pueda hacerle sombra y a una campaña maquillada y aireada de sus méritos en gran parte inexistentes, tratando de engañar hasta al lucero del alba, que es como decir a todo el pueblo. Esta lucha interna y feroz por el poder, que aún no han alcanzado, me recuerda a los asonadas de sargentos , coroneles o generales bananeros que desde su parcela de poder, acompañados de sus fieles protegidos y beneficiados, se lanzan con furia y a lo loco para intentar escalar los muros del castillo y ocupar sus posiciones dominantes. No les importa que con sus actos el adversario político se frote las manos entusiasmado ante esos despropósitos, ni que el ciudadano asista asombrado y avergonzado al lamentable espectáculo que están dando. El poder es demasiado goloso como para detenerse a pensar en esas “menudencias”. Siempre he dicho que al PP le faltaba cohesión, cordura y personas capaces de dar lo mejor de si mismas en beneficio de su partido y por ende de España. Le está pasando lo que lo que le ocurrió a Suárez con sus compañeros de UCD. Mientras hubo cohesión, similitud de criterios y firmeza en los ideales, todo funcionó a las mil maravillas. En cuanto los “barones” (yo les llamaría infantes), se removieron en sus asientos y quisieron escalar posiciones sin otros méritos que el chismorreo, compadreo y otros varios “eos”, el edificio se vino abajo estrepitosamente. Le fallaron sus cimientos. Suárez se vio solitario con sus dos leales mosqueteros, Rodríguez Sahagún y Gutiérrez Mellado, fieles al líder y al partido hasta la muerte. El resto anduvo enloquecido buscando una palanca que los lanzara, sin importarles color y naturaleza, si con ella conseguían subir los deseados peldaños. Los cambios de chaquetas se hicieron ostensibles y sorprendentes y hasta sufrieron daltonismo respecto a sus colores. ¿Qué queda de esa UCD?. Sólo el recuerdo y la admiración por su presidente al que desde el Rey al menos cualificado de sus protegidos dejaron en la más completa soledad. Ahora quieren agasajar, al que no supieron valorar y conservar cuando hizo falta. Ni siquiera le dejaron un sillón donde sentarse en el hemiciclo que él había puesto en funcionamiento. “Sic transit gloria mundi”. Solo abundarán las alabanzas y alardearán de su amistad cuando este honesto y eficaz político ya no esté entre nosotros. ¡Ya verán los panegíricos y sus firmas!. ¡Bochornoso!. Esperanza Aguirre está empeñada en ser la lideresa del partido a trancas y a barrancas. Ha llegado a un límite que hasta le molesta y descalifica públicamente el que Fraga le llame la atención y le diga públicamente lo que todos pensamos “que está mejor callada”. ¿Es que esta mujer se cree superior a todos cuantos la rodean y no admite que nadie le lleve la contraria?. Con todos mis respetos, no tiene cualidades para ser líder fuera de su parcela política madrileña y ello, porque los de esta autonomía votan al PP, sea quien sea el que está al frente de la candidatura. Si mañana en lugar de su nombre, figurara otro, los ciudadanos seguirían siendo pepeístas en gran mayoría, porque también votaron cuando estaba Manzano y posteriormente a Ruiz Gallardón, que por cierto está dando un buen ejemplo de político avezado y prudente. . No es de ahora y por obra suya estos éxitos electorales. Que no se le suba a la cabeza esta gaseosa política. Sobre Rajoy, poco puedo decir que no haya dicho ya. No le veo con carisma político suficiente para jefe de un partido y posible de gobierno. Un ministerio es su medida, según mi criterio y por lo visto el de los electores. María San Gil, merece nuestra alabanza, reconocimiento y respeto, ya que ostentar su cargo en un entorno tan hostil, merece “usía”. Está muy bien considerada a nivel político y popular. Es un buen elemento que no deben desperdiciar ya que no andan muy sobrados de valores. Me agradan y me figuro que lo tendrán en cuenta a la hora de elegir la directiva de ese partido, en un primerísimo plano y a años luz de distancia, Rodrigo Rato, luego García Escudero, González Pons, Piqué, Mayor Oreja, etc, etc. Sobre Soraya, vistos sus movimientos, expresiones y actitudes un tanto escurridizas ante los pesos pesados, me da la impresión de que no es la ideal para enfrentarse a las “fieras políticas” que le esperan agazapadas y desafiantes. Está demasiado agazapada junto a su jefe. Hay puestos más adecuados donde poder desarrollar sus innegables cualidades. Es mi opinión personal sobre este tema, en el que puedo andar o no equivocado, pero que expongo con honestidad y buena fe. La gaviota pepeista, como sus originales que vuelan nuestros puertos y costas, anda un poco tocada del ala derecha y la izquierda ya sabemos, pues es obvio, no le funciona nada bien. Sus vuelos no alcanzan las alturas apetecidas, ni sus descensos rasantes llegan a tocar el mar de las conciencias ciudadanas. Se pierde en los remolinos del aire contaminado que le rodea, zarandeándola una y otra vez sin que sus intentos de remontar el vuelo den los resultados apetecidos. Le falta esa gaviota guía que le indique el rumbo correcto y seguro que han de tomar las demás sin rechistar.

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