lunes, mayo 26, 2008

Pablo Sebastian, La Santa Alianza del PP

lunes 26 de mayo de 2008
La Santa Alianza del PP
Pablo Sebastián
Dado su cargo y responsabilidad como presidente del Gobierno, no parece razonable ni prudente que José Luis Rodríguez Zapatero meta la mano en la crisis del PP, porque a pesar del “toque de queda” que, de momento, ha impuesto en su partido, los problemas que arrastra el PSOE desde la pasada legislatura son de mayor calado, y afectan a la unidad nacional, a la lucha antiterrorista y a la crisis de la economía. Cuestiones importantes sobre las que existen diferencias profundas entre las distintas federaciones del PSOE, y entre el Gobierno y los nacionalistas que lo sustentan en el Congreso de los Diputados. Lo que le debería recordar Mariano Rajoy, con la mayor urgencia, si el líder del PP tiene tiempo y ganas para ocuparse de Zapatero y del PSOE en los ratos libres que le deja su nueva ocupación de bombero del incendio interno del PP.
Para quien pretenda entender lo que está ocurriendo en el Partido Popular, el famoso jeroglífico irresoluble del que habla Zapatero, con su ocurrencia de distinguir entre los que quieren la misma política de los pasados cuatro años con otro líder (zona Esperanza Aguirre), y los que quieren cambiar de política con el mismo líder de antes (zona Mariano Rajoy), les sirve como una instantánea de la situación pero no explica las causas ni las intrigas que están en el origen y desarrollo del conflicto interno del PP. Un lugar donde empieza a quedar al descubierto la Santa Alianza —o el liberal catolicismo— que hoy ejemplarizan el diario El Mundo y la COPE, o Esperanza Aguirre y Jaime Mayor Oreja, una yunta preñada de ambiciones de poder e intereses de corte económico y mediáticos, a cuyos lomos han aupado la vociferante extrema derecha del PP.
Los posfranquistas irredentos que permanecían agazapados en ese partido y que —jaleados sus más bajos instintos, con el discurso del España se rompe, la traición a las víctimas del terrorismo, la persecución de los católicos y la invasión de los inmigrantes—, una vez que salieron de sus madrigueras nadie los va a callar. Menos aún cuando la citada Santa Alianza los utiliza como el somatén agitador de la campaña, contra Rajoy y barones más moderados del PP, que ahora acaba de entrar en su segunda fase: la de desestabilizar el congreso del partido, una vez que fracasaron, previamente, en el intento de provocar el abandono y el derribo de Rajoy.
Dos operaciones que abandera el director del diario El Mundo, Pedro J. Ramírez, llamando desde los micrófonos de la Conferencia Episcopal a la “sublevación del PP” contra la dirección del partido y acompasando todo esto con el lanzamiento, en primera andanada, de su “lideresa preferida”, Esperanza Aguirre, y, en una segunda intentona, la candidatura de Juan Costa (lo que ha provocado el malestar de Aguirre, que se está planteando su candidatura a presidir el PP). Un beautiful, la de Costa, del entorno de Eduardo Zaplana, como se ha visto en la captura, vía Acebes, del contrato de la organización del congreso del PP en Valencia. Sin ahorrar la Santa Alianza en su embestida munición de grueso calibre como la utilización —y destrucción— del liderazgo de María San Gil para hablar, como lo dijeron en la COPE, de traición de Rajoy a las víctimas del terrorismo, al tiempo que desde los panfletos integristas de la Iglesia (como Alba) se titula: “El humanismo cristiano se cae del PP”.
Trasladando al interior del Partido Popular el tremendismo catastrofista que los mismos santos aliados del liberal-catolicismo impusieron a la oposición del PP en la pasada legislatura, y que los llevó a la derrota electoral del 9 de marzo, con ayuda de la fallida conspiración del 11-M. Un discurso bronco y falaz con el que los dinamiteros del PP —y, en el fondo, aliados ocasionales de Zapatero— pretenden, en definitiva, provocar el desembarco de Aznar en el congreso del mes de junio, como la traca final o el último cartucho para tomar el poder. Convencidos, como están, de que el tocado liderazgo de Rajoy es sólo temporal y esconde la presidencia de Alberto Ruiz-Gallardón, como la gran solución para el Partido Popular, de ahí que al alcalde de Madrid se le incluya en todos los ataques a Rajoy, y de manera aún más visceral.
Es verdad que, como dice Zapatero, Rajoy, al haber liderado la política de los pasados cuatro años, difícilmente puede dar credibilidad a la renovación y giro al centro del PP. Pero el ataque furioso de los integristas y los falsos liberales de esta Santa Alianza, está justificando a Rajoy y a todos los que le acompañan en la necesidad de culminar la moderación del PP, por más que el partido esté, al día de hoy, prácticamente roto, y a la espera de una más tranquila y segunda oportunidad. La que no aparecerá en el congreso del mes de junio sino puede que más adelante, salvo que Aznar, espoleado por el bando confesional y ultraconservador, se lance a tumba abierta sobre el partido ocupando el tercer acto de un drama que no cesa de aumentar. Y si eso es así, a partir de ese momento la crisis de los populares entrará en un proceso de imprevisibles consecuencias y de larga duración (como la propia guerra de Iraq, irremediablemente unida a Aznar), que permitirá a Zapatero dominar la legislatura, camino de un tercer mandato triunfal.

http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=26/05/2008&name=manantial

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