miércoles, mayo 28, 2008

Pablo Sebastian, El balneario y la recesion

miercoles 28 de mayo de 2008
El balneario y la recesión

Pablo Sebastián
Mientras el Partido Popular dirime a bofetadas sus diferencias, el palacio de la Moncloa parece un balneario por donde deambulan en bata camino de los baños turcos los primeros gobernantes del país, disfrutando del paisaje de la caótica oposición, como si la crisis económica no fuera con ellos y a la espera de que las aguas de mayo inunden las grietas que separan a los socialistas aragoneses de los catalanes en la guerra del agua. La que podría quedar aplazada si el nivel de los pantanos de la zona alcanza cotas que les den garantías en el abastecimiento de Barcelona, y de otras localidades de esta Comunidad.
En Francia, el presidente Sarkozy ha propuesto la supresión del IVA a los derivados del petróleo para atajar las consecuencias de la nueva escalada de los precios del crudo, mientras que en España el vicepresidente Solbes da la impresión de no saber dónde está, con los ingresos del Estado reduciéndose drásticamente en los primeros meses del año, y continúan bajando la previsiones del crecimiento y el consumo, al tiempo que suben los precios, las hipotecas y el número de parados, y permanecen abiertas y amenazantes las malas noticias del sistema financiero. Lo que impide que el dinero fluya y permita reactivar a las empresas en dificultad y, especialmente, el dañado sector de la construcción, la nueva fábrica de parados.

Y todo ello cuando los nacionalistas catalanes abanderan, en su favor, una reforma del sistema de financiación autonómica, en menoscabo de las arcas del Estado por las que también suspiran los gobernantes locales, a los que se les está acabando o reduciendo el negocio de la venta del suelo público, su principal fuente de recaudación.

Un día de éstos, si todo sigue así, nos vamos a encontrar que hemos pasado de la desaceleración de la que hablan Zapatero y Solbes para no mencionar la palabra crisis, a la recesión, que algunos observadores internacionales —Soros ya la cita abiertamente— dan por cercana o inevitable, al tiempo que dicen que una caída del consumo energético en países industrializados será la palanca que facilite el estallido de la otra burbuja, de los precios del petróleo, consuelo de tontos y trampa para especuladores, que nos llevaría hacia una catástrofe social si la recesión se hace pública y oficial.

Algo sobre lo que los líderes europeos, y los españoles en especial, niegan, pero que los ciudadanos de España temen y presienten, como se adivina en la caída del consumo, y no porque los medios de comunicación provoquen alarma social en relación con la crisis económica, sino porque el Gobierno se ha pasado muchos meses —por puro electoralismo— negado la realidad de la crisis que no para de crecer y ahora los ciudadanos se temen lo peor.

Pero el Gobierno sigue haciéndose trampas en el solitario, en ausencia de la oposición, cuando todo apunta a que sería necesario un plan de choque, y puede que consensuado con la mayoría de las fuerzas políticas, antes que la riada económica se convierta en un torrente incontrolado, como esos que derrama el agua del Ebro que nadie quiere compartir, a pesar de que sobra, ni siquiera por solidaridad. Lo que nos lleva a la gran trampa del inmovilismo oficial, para evitar el alarmismo por el riesgo de una recesión que muchos ciudadanos presienten de una manera intuitiva, a medida que van sufriendo en sus economías familiares el peso creciente de una crisis disfrazada que en el balneario de la Moncloa siguen empeñados en llamar desaceleración.


http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=28/05/2008&name=manantial

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