30-V-2008
Estanflación
Solbes parte de un error fundamental al considerar que esta es una recesión puntual, breve y traída de fuera
El peor de los escenarios económicos ya está aquí. Estancamiento –y nuestra economía, diga lo que diga el Gobierno, está estancada–, combinado con inflación creciente, extremo difícil de ocultar tras los datos del IPCA anunciados este jueves. Los números no pueden ser peores para las expectativas económicas. El IPCA, índice de precios armonizado que sirve de referencia al Eurostat para trazar un mapa inflacionario fiel dentro de la Unión, se ha disparado como nunca antes lo había hecho. La tasa anual en mayo es del 4,7%, cinco décimas más que en abril y 2,3 puntos por encima de la de hace un año. Si a esto le sumamos que las ventas minoristas van camino de desplomarse y que los beneficios empresariales, los mismos que hacen posible las inversiones que aseguran crecimiento y empleo, estén seriamente comprometidos para el ejercicio actual, el panorama no puede ser más desalentador.
El fenómeno de la estanflación hizo su aparición en los años 70 del siglo pasado cuando, para sorpresa de los economistas keynesianos, las economías occidentales se estancaron generando tasas de paro y de inflación de dos dígitos. Las recetas intervencionistas de estímulo artificial de la demanda que se aplicaron no hicieron más que agravar el problema hasta que no quedó un solo dólar que gastar en las arcas públicas de Estados Unidos y Europa. En esta ocasión, salvando el tiempo y las distancias, las medidas que, al menos el Gobierno español, pretende aplicar no son muy diferentes de aquellas. Solbes parte de un error fundamental al considerar que esta es una recesión puntual, breve y traída de fuera que puede parchearse con gasto público en espera de que las materias primas bajen su precio en los mercados internacionales y se reactive el sector de la construcción.
Lo cierto es que esta crisis no será breve ni, por descontado, se debe sólo o ni siquiera principalmente a la difícil coyuntura internacional. La inflación, los problemas de liquidez bancaria y hasta el alza desmesurada en las materias primas son en buena parte consecuencia directa del maleamiento intensivo de la moneda por parte del Banco Central Europeo. El paro, por su parte, se debe a la rigidez extrema de nuestro mercado laboral y a la falta de competitividad crónica de nuestra economía. Salir de la estanflación que nos atenaza por vez primera en tres lustros requiere un replanteamiento integral de la política monetaria y económica, tanto en Francfort como en Madrid. Lo que de ninguna manera nos sacará de una pesadilla que se va a cobrar millones de parados y la depauperización progresiva de toda la sociedad serán las fórmulas mágicas que dice tener Solbes escondidas en alguna carpeta.
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_43820.html
jueves, mayo 29, 2008
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