martes, mayo 27, 2008

Pablo Sebastian, El rayo que no cesa

martes 27 de mayo de 2008
‘El rayo que no cesa’
Pablo Sebastián
La crisis del Partido Popular bien podría adoptar, en su actual tesitura de continuos sobresaltos, el título de la obra de Miguel Hernández El rayo que no cesa, muy apropiado, por cierto, para quienes pretenden de manera espontánea, o calculada, provocar el desembarco de un político que se dice enamorado de la poesía —y del ordeno y mando— como es José María Aznar. Una operación en la que estarían interesados los conspiradores del diario El Mundo, que no cesan de lanzar —lunes a lunes, un día Zaplana, otro lunes Acebes, y ahora Elorriaga— sus torpedos, con los que pretenden alcanzar la línea de flotación del buque fantasma del PP, en cuyo puente de mando permanece inmóvil y como un “zombie” su actual presidente y, con ganas de repetir, Mariano Rajoy.
Aunque al ataque de los conspiradores del bien llamado liberal-catolicismo, donde figuran Aguirre, Mayor Oreja, Zaplana, San Gil, y los cómicos de la banda como son Arístegui y Elorriaga, se les han sumando otros dirigentes de más largo recorrido y trayectoria en el PP que consideran el regreso o la reaparición de Aznar como la mejor solución de crisis. Naturalmente, previa dimisión de Rajoy para que el ex presidente del Gobierno apadrine, con el camino expedito, un aplazamiento de la lucha descarnada del PP, en pos de recomponer la unidad de los populares.
Una solución que podría tener efectos tranquilizadores en las bases más tradicionales del PP pero, también, consecuencias irremediables para este partido. Porque algunos de sus dirigentes y parte del electorado podrían iniciar la carrera de la ruptura y deserción, por el centro-izquierda del PP, jaleados por el presidente Zapatero y el PSOE, que no dudaría en sacar ventaja política por la reaparición de Aznar, en un momento en el que los sectores más ultraconservadores del Partido Popular son los que claman a favor de la caída y liquidación de Rajoy.
Por lo que el pretendido regreso de Aznar constituiría, amén de un riesgo personal para el presidente de FAES, un discutible remedio que podría ser peor que la enfermedad que padece el PP. Aunque es tal la excitación y el espectáculo mediático de la trifulca popular que nada está descartado al día de hoy, en el que nadie es capaz de aventurar lo que puede ocurrir de aquí al inicio del congreso del PP, ni durante la celebración de dicha convocatoria.
El propio Juan Costa, sin arraigo regional ni muchos apoyos entre el grupo parlamentario del PP, se está tentando la ropa ante la aventura que le han planteado, desde el diario El Mundo, para que se convierta en la oposición a Rajoy. Algo que parece haber descartado Esperanza Aguirre por miedo a una derrota, y a lo que nadie de peso en el partido —lo que no es el caso de Costa, que más bien es un peso ligero— se ha atrevido a intentar. De ahí que los enemigos de Rajoy —los de la conspiración y sus damnificados— miren a Aznar como el último cartucho, o la única tabla posible de salvación.
De hecho, se ha comentado en últimas horas, que el presidente de FAES, que regresará a Madrid en los próximos días de un viaje por tierras americanas, podría recibir el próximo fin de semana a varios dirigentes del partido —algunos ya lo han llamado y han hablado con él, como Acebes, Mato, Mayor Oreja y San Gil— antes de tomar una decisión, si es que, finalmente, decide dar el paso al frente, con el argumento de la unidad del PP y para evitar lo que se anuncia como un cierre en falso del congreso del partido.
La verdad es que, al día de hoy, nadie sabe lo que va a pasar en el PP. Ni los propios dirigentes del partido tienen la certeza sobre cuál será el inicio y el final del congreso del partido. El último y patético espectáculo de ayer, la traición de Elorriaga a su jefe desde la Secretaría de Comunicación, por más que sea un episodio tan infame como pintoresco, revela el caos en el que vive el PP y el descontrol de la situación que tiene la actual dirección.
De ahí que, siendo disparatado lo de Aznar —regreso al pasado—, algunos no lo descartan como solución, con lo que pasaríamos del título de El rayo que no cesa, a El rayo del líder, que era el nombre del caballo árabe que el coronel Gadafi le regaló a Aznar cuando medió para acercar Libia a Estados Unidos y al grupo europeo que apadrinaba la guerra de Iraq. Otro rayo que no cesa y que marcó, a sangre y fuego, la despedida de Aznar.


http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=27/05/2008&name=manantial

1 comentario:

Anónimo dijo...

La despedida de Aznar, artículo de Jose Antonio Zarzalejos Nieto en Estrella Digital, junio 2008