jueves 29 de mayo de 2008
Incongruencias con el trasvase
DE la sequía a la lluvia torrencial. Sube el nivel de los embalses y el Ebro se desborda, dejando al descubierto el oportunismo del PSOE, así como la esquizofrenia de un Gobierno que intenta quedar bien con todos a la vez y sólo consigue demostrar su ineficacia. La ministra Elena Espinosa no le ha tomado la medida a sus nuevas funciones y sigue empeñada en derivar la responsabilidad hacia los técnicos. El portavoz parlamentario José Antonio Alonso fue el que anunció el martes que la decisión se tomaría «en un par de días», un plazo que se cumple hoy mismo. El tripartito catalán ya no sabe qué decir. La consejera de Justicia insiste en que el supuesto «minitrasvase» es imprescindible, sin que nadie aclare qué competencias tiene su departamento en relación con el agua. En cambio, el titular autonómico de Medio Ambiente admite ya la posibilidad de que no se construya la famosa tubería aunque considera que es «impensable» derogar el decreto ley. A su vez, el portavoz de ERC en el Congreso de los Diputados afirma que técnicamente «no hay sequía» y solicita que no se ponga en práctica la obra prevista. Si no fuera por la gravedad del asunto, este juego de despropósitos sería propio de una comedia de enredo.
Por su parte, el Gobierno aragonés capea como puede el temporal, anunciando una batería de medidas judiciales que no convencen a nadie. Ayer declaraba Marcelino Iglesias en ABC que «no voy a dar un paso atrás después de cuatro años en contra del trasvase» y mostraba su decepción ante la insolidaridad de sus propios compañeros. Lo cierto es que el bipartito que preside se ha dejado arrastrar por los acontecimientos y sucumbió a las presiones de Moncloa para dar prioridad a las exigencias de José Montilla. Resulta imprescindible en España enfocar de una vez la cuestión del agua con criterios de racionalidad técnica y solidaridad territorial. Rodríguez Zapatero permite, cuando no alienta, una política de confrontación entre comunidades autónomas, como una especie de subasta para ver quién saca más ventajas aunque sea a costa de los intereses generales. El problema del agua en Cataluña es de carácter estructural y, por tanto, nunca podrá solucionarse con decisiones coyunturales y oportunistas. Hace falta un plan hidrológico de verdad y no un conjunto de ocurrencias incongruentes para salir del paso, que resultan inútiles tanto si llueve como si hay sequía. La naturaleza no entiende de divisiones artificiales y las cuencas hidrográficas no pueden ser manipuladas al servicio de planteamientos mezquinos.
Mientras algunos líderes sólo discuten sobre competencias y financiación, las necesidades reales de los ciudadanos quedan en segundo plano. La política del agua en España es víctima desde hace tiempo de una visión egoísta y a corto plazo, que viene determinada por conveniencias electoralistas. Los resultados saltan a la vista en este episodio lamentable que dejará descontentos a unos y otros cualquiera que sea la solución. El Estado autonómico tiene su fundamento en el principio de solidaridad y el Gobierno debe velar por que los derechos y deberes de los españoles sean los mismos en cualquier parte del territorio nacional. Aquí y ahora está ocurriendo todo lo contrario. El PSC aporta más votos a Zapatero y suele salirse con la suya ante el enfado de los socialistas aragoneses y la indignación de los ciudadanos valencianos y murcianos, que -menos complacientes con el PSOE- resultan sistemáticamente marginados a la hora de plantear una política hidráulica rigurosa. Es evidente que «nunca llueve a gusto de todos», pero esta vez el fracaso del Gobierno alcanza límites intolerables por incompetencia y por incapacidad para afrontar con seriedad un problema recurrente. La opinión pública ya sabe cuáles son los efectos del desbarajuste territorial que han puesto en marcha los socialistas, unas veces porque falta agua y otras porque se pierde sin provecho para nadie.
http://www.abc.es/20080529/opinion-editorial/incongruencias-trasvase_200805290353.html
jueves, mayo 29, 2008
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