jueves 6 de septiembre de 2007
Nuevas apuntaciones sobre la memoria histórica
Antonio Castro Villacañas
E L presidente Rodríguez y su equipo de fans (¿es una abreviatura de seguidores fanáticos?) siguen erre que erre (¿es una sinopsis, una paráfrasis, una parábola, o una síntesis de la frase "rojo tras rojo"?) empeñados en que exista una Ley de la Memoria para que desde todos los medios oficiales, más los de índole privado que cortejan y corean al Gobierno y demás instituciones públicas, se lleve a cabo durante el mayor tiempo posible un parcial recuerdo de lo que sucedió en España desde el 18 de julio de 1936 hasta el 20 de noviembre de 1955. No una explicación clara y justa de lo que pasó, ni por qué fue así y no de otra manera, sino una versión deformada, aliñada, del movimiento de liberación nacional y sus numerosas consecuencias. Si hubiera alguna duda sobre cuál es el verdadero objetivo del Gobierno Rodríguez y sus secuaces, se disipa en cuanto tengamos en cuenta que: 1) Rodríguez y sus muchachos se han negado de modo terminante a que la referida Ley contenga la más mínima referencia a hacer memoria de cuanto sucedió en España durante la II República (es decir, desde el 14 de abril de 1931 al 18 de julio de 1936) y –sobre todo- de cuanto pasó en la España seudorepublicana o roja a partir de dicho 18 de julio hasta que volvió a ser nacional o libre. 2) "El País", que como todos sabemos presume de ser ejemplo de imparcialidad política, viene desde hace años publicando -en relación con el periodo ¡ histórico citado- cuanto pueda denigrar o vejar al franquismo, al tiempo que silencia, oculta o deforma todo lo que puede ser vejatorio o perjudicial para la República y los republicanos. Un simple ejemplo lo demuestra: en ese periódico aparecen de vez en cuando algunas notas necrológicas de personas de clara significación anti-franquista (sobre todo si fueron guerrilleros, maquis o activistas clandestinos de filiación comunista) pero jamás se ha visto en sus páginas análoga información sobre personas de signo contrario. 3)Santiago Carrillo ha revisado sus memorias, hace poco reeditadas por Planeta. Varios periodistas le han entrevistado con este motivo. Sus declaraciones son muy significativas en relación a como entienden los socio-comunistas la "memoria histórica". Veamos, por ejemplo, lo que dice este "escritor y político" (así lo presentan sus entrevistadores) sobre "el episodio más tremendo de su memoria", los asesinatos de Paracuellos. Transcribo -con algún comentario si lo creo imprescindible- las preguntas y respuestas relativas a tan criminal suceso: - Se le ve muy sereno. ¿Cómo asume ese asunto? - Con mucha tranquilidad. Hubo una Guerra Civil, me tocó quedarme en Madrid cuando todo el mundo se marchaba. Pensaban que Madrid caería en tres días, se fue el Gobierno, pero dejaba en la cárcel a dos mil y pico militares sublevados. Las tropas franquistas habían llegado a 200 metros de la Cárcel Modelo. Si liberaban a esos militares, decían los técnicos, significaba que quedaban libres dos cuerpos del Ejército, y se perdía Madrid. (Primera precisión: el político Carrillo utiliza en su defensa la táctica de mezclar verdades absolutas con otras parciales. Claro que España estaba entonces en guerra, claro que huyó de Madrid el gobierno, pero dejó en las cárceles más de 3.000 presos -en su mayor parte no militares-, lo que invalida las tesis sutilmente dejadas caer por el hábil político comunista en tres mentiras sucesivas: 1, que en Paracuellos solo se mató a dos mil y picohombres; 2, que todos ellos se habían sublevado el 18 de julio; y 3, que todos ellos eran peligrosos enemigos de la República). Sigue la explicación de Carrillo: - Y hubo que trasladarlos sin que tuviéramos la necesaria tranquilidad para realizar una operación de ese tipo, ni fuerzas de seguridad para custodiarlos y para protegerlos de las iras de la gente. La aviación franquista bombardeaba Madrid, había un odio terrible... (Puntualicemos: de nuevo Carrillo mezcla para su defensa medias verdades con verdades ciertas; no hay duda de que la Cárcel Modelo había de ser evacuada por la proximidad del frente de guerra, pero esa exigencia no se daba respecto de las "sacas" que se hicieron en otras prisiones; es verdad que Madrid estaba siendo bombardeado un par de veces al día por media docena de aviones de escasa capacidad ofensiva, y que esos bombardeos causaron mucho miedo y un lógico rechazo pero no es cierto que despertaran un odio generalizado y activo, como lo demuestra el que no se produjeran ni manifestaciones públicas cerca de las cárceles ni que estas debieran ser defendidas ante posibles ataques...) - Y en el camino, ya fuera de mi jurisdicción –como miembro de la Junta de Defensa de Madrid- alguien sorprendió al convoy y lo atacó; los milicianos antifascistas que lo custodiaban no se sintieron con valor para jugarse la vida salvando la de aquellos que al fin y al cabo eran sublevados. Y se produjo esa tragedia... (En este párrafo Carrillo miente a boca llena: su jurisdicción en este caso se extendía más allá del término municipal de Madrid, puesto que a él le correspondía el garantizar la seguridad de los trasladados mientras no se traspasara de modo fehaciente a otra clase de autoridad, cosa que no consta se hiciera nunca; jamás se ha probado ni dicho cuál era el destino oficial del primer convoy, ni explicado -y menos aún justificado- que aquel hubiera de estar situado fuera de Madrid; que no iba muy lejos de la capital se demuestra por el hecho de que tal convoy estuviera compuesto únicamente por una serie de autobuses urbanos de dos pisos; es ridículo argüir que "alguien sorprendió y atacó al convoy" cuando a continuación se dice que los milicianos responsables de su custodia no hicieron nada por salvarlo...; no era "alguien", sino algunos -muchos, los suficientes para reemplazar a dichos milicianos-, quienes no "sorprendieron" al convoy por la sencilla razón de que lo estaban esperando, pues sabían de antemano la hora y el lugar en que deberían hacerse cargo de él; nadie "atacó" a nadie, pues todo estaba preparado, como lo demuestra el que los presos fueran conducidos inmediatamente al lugar donde desde el día anterior se habían preparado las fosas suficientes para enterrar a todos los expedicionarios; la tragedia se produjo, por tanto, conforme al plan establecido un par de días antes, por lo menos, de que huyera de Madrid el gobierno de aquella República.) - ¿Pudo hacerse más? - Si yo hubiera tenido en mis manos un instrumento de Estado serio... Yo no tenía nada: había que improvisarlo todo, eran las primeras horas de la defensa de Madrid. En esas condiciones nadie podía garantizar nada. Yo mismo no estaba seguro de que a las 24 horas no me colgaran en la Puerta del Sol. Es lamentable. Había tanta gente que moría, tantos inocentes. La verdad es que cuando te enteras de lo que ha pasado tienes un momento de estupor, pero luego se acumulan otros problemas, hacen falta soldados, hay que enviar refuerzos, y casi no puedes responder de (Veamos. En este párrafo Carrillo se presenta como si él hubiera sido organizador y principal responsable de la defensa de Madrid. Nada más lejos de la verdad. Él no tuvo nada que ver -igual que todos los demás consejeros civiles- con cuanto se refería a acciones militares. Pero sí mucho, prácticamente todo, en lo referente al buen orden de la retaguardia, puesto que se hizo cargo de la Consejería de Orden Público: un muy serio instrumento de Estado y convivencia, que en aquel momento estaba suficientemente dotado de los medios materiales y personales necesarios para lograr que no murieran personas inocentes salvo en acciones de guerra... Paracuellos no fue –está claro- una de ellas, y sí un muy bien organizado asesinato masivo. Vamos a suponer, en prueba de buena fe, que Carrillo no estuviera enterado de la previa organización de esa matanza, y que por ello se quedara estupefacto al recibir noticias de la misma. Lo malo es que en tal situación permanece desde entonces, ya que matanzas análogas se realizaron en el mismo sitio y con el mismo procedimiento cinco días más de aquel mes de noviembre de 1936, sin que la Consejería de Orden Público, dirigida por el estupefacto Santiago Carrillo, hiciera nada por impedirlo o sancionarlo; todavía hoy -pasados ya setenta años- sigue sin condenar tan execrable crimen, pues aún considera que "eso fue la guerra" y que él "no provo(có) esa guerra"; verdades a medias, como todas las suyas, pues parece evidente que la guerra fue en buena parte provocada por la situación que durante la primavera de 1936 crearon en España las Juventudes Socialistas Unificadas que él dirigía; tan evidente como el que la guerra, cualquier clase de guerra -incluidas las fratricidas, ideológicas y sociales-, jamás puede justificar ningún asesinato.) - ¿Cuál es su sentimiento personal cada vez que le preguntamos por eso? - Hombre, comprenderá usted que no me agrada nada. He respondido tanto esa pregunta... Ya me escuece. (Le irrita, levemente le duele, que alguien quiera saber por qué y cómo pasó aquello; no lamenta ni condena el tremendo asesinato colectivo; tan solo le desagrada que se le pidan explicaciones y que se le atribuyan responsabilidades) - ¿De veras no se pudo hacer más para evitar esa matanza? - En ese momento no creo que se pudiera hacer más. Rojo nos informó de la situación militar y no había fuerzas para defender Madrid; la policía la hacíamos las organizaciones y los partidos, y mucha gente por su cuenta. No había posibilidad alguna. Yo creo quhay una responsabilidad mucho mayor que la mía, que es la del Gobierno que sacó de Madrid a esa gente, que no la llevó a la retaguardia... Y es que ese Gobierno se marchó dejándonos esa bomba en las manos, y yo, francamente, era impotente para hacer frente a la situación. Ninguna organización dejó en Madrid a sus dirigentes, excepto el Partido Comunista. A los dos días llegó una Brigada Internacional, y subió la moral... Es verdad que empezaron a sobrevolar Madrid los aviones rusos; desde el punto de vista militar no era decisivo, pero sí desde el punto de vista moral. La gente sentía mucho odio al fascismo. (Otra vez, para su defensa, Carrillo mezcla churras y merinas. ¡Claro que en aquel momento -días 6 a 9 del mes de noviembre de 1936- pudo hacerse mucho más! Se pudo evitar la matanza mediante el simple hecho de no organizarla. Si nadie hubiera ordenado a los miembros del Comité Popular de Paracuellos el cavar las fosas; si nadie hubiera mandado a las milicias comunistas que estuvieran armadas en la carretera de Aragón, en tal kilómetro y a tal hora, para asaltar el convoy, echar a sus guardianes, llevarse los presos hasta las fosas y fusilarles acto seguido... Si nadie hubiera hecho eso mismo en días sucesivos y posteriores, pero con la simple variante de omitir el fingido asalto al convoy, llevándolo directamente al sito de la muerte. Si alguien hubiera buscado a los autores del presunto asalto y exigido las pertinentes responsabilidades..Si alguien -en el más benévolo de los supuestos- en vez de encogerse de hombros y quedarse estupefacto se hubiera dedicado desde el primer momento a impedir que determinada gente "hiciera la policía por su cuenta"... Si al temor y el odio no se le hubiera añadido el terror fríamente organizado...) - ¿Qué le parecieron los libros de Ian Gibson y de Jorge Martínez Reverte sobre este episodio? - Nunca me he explicado por qué Gibson, que es un progresista, publicó antes de unas elecciones un libro en que se ponía en cuestión mi conducta. Lo de Reverte yo creo que está bien intencionado, y deja muchas incógnitas... Hay una preocupación de imparcialidad a la hora de enjuiciar hechos que ocurrieron hace tanto tiempo..., y la imparcialidad resulta imposible. Esta gente no tiene ni idea de lo que era Madrid esos días... En la práctica no mandaba nadie, el Gobierno no existía, y enfrente había un Ejército que avanzaba victorioso. (De nuevo la misma táctica: defenderse con medias verdades. Gibson se diferencia de Reverte en estar más alejado del comunismo, no seguir sus criterios y tratar de ser imparcial... La imparcialidad es siempre posible, sobre todo cuando se trata de juzgar hechos que sucedieron hace mucho tiempo. Por ejemplo: los asesinatos masivos de Paracuellos se entienden mejor si se recuerda que 27 meses después tuvo lugar en tierras de Gerona algo parecido: otro Gobierno en fuga, dirigido por un socialista -Negrín- pasado al comunismo -como Carrillo-, ordenó sacar a los presos políticos de las cárceles y llevarlos a un lugar en que se pudiera asesinarles...) ¿Esta es la memoria histórica que patrocina Rodríguez? Termino el presente comentario con otra expresión de Carrillo en la entrevista citada. El ahora anciano comunista "confiesa que cuando escucha a algunos obispos le viene a la memoria 1936". Lo que no dice es si en su recuerdo de aquel año figuran o no los nombres de los 17 obispos entonces asesinados y las circunstancias en que todos ellos murieron, como por ejemplo la activa participación en su muerte de las juventudes socialistas unificadas que por entonces mandaba Santiago Carrillo... Repito la pregunta: ¿esta es la memoria que quiere imponernos el gobierno socialista presidido por Rodríguez Zapatero?
miércoles, septiembre 05, 2007
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