domingo, septiembre 30, 2007

Los actuales ataques al Rey son ataques contra España

Los actuales ataques al Rey son ataques contra España
Elsemanaldigital.com

1 de octubre de 2007. Juan Carlos I está siendo objeto de una serie de ataques sin precedentes. Nunca en nuestra democracia, y en realidad jamás desde los convulsos tiempos de la República y la Guerra Civil había habido un debate público tan áspero sobre la Jefatura del Estado. Pero la hostilidad organizada contra la figura del Rey tiene muchos matices, y el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, contra sus obligaciones, está ignorando algunas de éstas.El Rey es, por una parte, jefe de una familia en la que está destinada a perpetuarse la Corona, porque España es desde 1978 una monarquía constitucional. Es por otra parte, en virtud del mismo texto constitucional y sin solución de continuidad con la situación anterior, jefe del Estado español. Y es, además, un símbolo. Precisamente en esa naturaleza simbólica se unen todas las dimensiones de la figura real, se concentran todos los ataques desde distintos puntos y se pone de manifiesto la mala defensa que del Rey hace el equipo gubernamental.Según el Título segundo, artículo 56, de la Constitución "el rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia", para lo cual se le asignan unas funciones y derechos. Sólo en otro lugar del texto de 1978 se habla de símbolos, y es el artículo 4, donde se define la bandera de España tras fundamentarse poco más arriba la Constitución en "la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos". El Rey y la bandera, antes que otra cosa, son símbolos, y no es casual que los enemigos de la unidad nacional concentren sus ataques simbólicos en ambos, del mismo modo que con las leyes en la mano la defensa simbólica del Rey y de la bandera es hoy, a la vez, defensa de unos símbolos comunes y permanentes, defensa de la unidad de la nación y del Estado y sólo en último lugar defensa de la forma de gobierno monárquica y de su actual representante.El Gobierno, todos sus miembros y todas las fuerzas a él subordinadas tienen como deber la defensa de esos símbolos. Son bien conocidas las opiniones de Zapatero acerca de una hipotética "monarquía republicana" y sus pintorescas contradicciones en torno a una nación "concepto discutido y discutible". Aquí no hay ninguna discusión teórica sobre la mesa: se trata de que el Gobierno cumpla dentro de la Ley con todas sus obligaciones.La ofensiva simbólica emprendida por los republicanos, los independentistas y la extrema izquierda ya ha salido de Cataluña, y no es precisamente un juego. Para detenerla no basta recordar los méritos pasados de Don Juan Carlos a título personal, sino que es preciso afirmar sin duda ni matiz la unidad de España, la solidez de su jefatura y de sus símbolos y la firme voluntad de las instituciones que representan democráticamente al pueblo español de combatir todo ataque a esos principios constitucionales.Reducir la cuestión a una mera defensa personal del actual portador de la Corona es un error y una trampa intelectual. Quienes atentan en público hoy contra los símbolos de todos –a veces rebasando sin duda la libertad de expresión y las normas penales en vigor- no están preocupados por la vida privada del Rey, sino por lo que éste debe representar, como por lo que la bandera representa. Que el Gobierno afirme a título personal su lealtad al actual Rey no es más que una forma de incumplir su deber, que es más amplio frente a una amenaza más grave. Se está librando una batalla ante la opinión pública, está en juego nuestro futuro constitucional y el presidente por ahora mira hacia otro lado: seguramente hacia sus aliados electorales, responsables de la situación.

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