lunes 1 de octubre de 2007
A propósito de Baco
NADIE, en este mundo pecador -me dice esta mañana mi amigo Ramón, que desde joven siente una gran debilidad por los tintos de alta graduación- puede presumir de contar con un linaje tan preclaro como el de la nobilísima uva, madre del vino. Nos lo dice con otras palabras Felipe Scio, el severo comentarista de la Biblia: Antes del Diluvio Universal, escribe Scio ya había viñas en este mundo, aunque entonces únicamente comían sus frutos, sin que se conociese aún la forma de hacer vino.
-¿No fueron los griegos -le pregunto- quienes atribuyeron la invención del vino al dios Dionisios y luego le llamaron infame por el simple hecho de que empinaba el codo más de la cuenta?
-Cierto, llamaron infame a aquel dios adolescente y mofletudo, al que representaban coronado de pámpanos y con una copa o un racimo de uva en la mano.
Pero a mí me parece que no puede insultarse de ese modo a un dios que enseñó a los hombres a cultivar las viñas, que todavía en estos tiempos da ocupación a tanta gente. -Tienes razón, a mí tampoo me lo parece. Pero tampoco fueron mucho mejor los romanos, herederos espirituales de los griegos, que inmolaban en honor de Dionisios, a quien ellos llamaron Baco, una urraca, porque el vino hace a los hombres indiscretos y parlanchines.
-Así es -observa Ramón- pero no olvides que los romanos también llamaron a Baco liber, es decir, libre, porque el vino, aunque sea momentáneamente, libera a los humanos de sus preocupaciones. Por eso te digo que quien concede a los hombres la ilusión de creerse libres nunca puede ser tildado de infame.
domingo, septiembre 30, 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario