Esperanza condicionada
01.10.2007 -
El encuentro mantenido por el enviado especial de Naciones Unidas para Birmania, Ibrahim Gambari, con la líder de la oposición en el país, Aung Sang Suu Kyi, revela cuán efectiva puede resultar la presión internacional frente a la brutal represión desatada por el régimen. Los dirigentes de la Junta Militar, con los que Gambari se entrevistó antes, cedieron finalmente a uno de los objetivos esenciales de la misión diplomática de la ONU, que era restablecer el contacto con la Premio Nobel rompiendo así la ignominiosa reclusión que viene padeciendo. Pero la esperanza que podría atisbarse para el castigado pueblo birmano tras la celebración de ambas reuniones está inevitablemente condicionada al cese inmediato y verificable de las operaciones de castigo desplegadas por los militares para tratar de acallar la disidencia pacífica.Que la respuesta represiva no haya conseguido apagar 'la revolución azafrán' comandada por los monjes budistas refleja la situación crítica que afronta una población frustrada en sus aspiraciones democratizadoras y mayoritariamente expulsada de las potencialidades económicas de un país con importantes recursos naturales. La imposibilidad de la Junta de mantener el secretismo sobre lo que ocurre dentro de sus fronteras constituye una valiosa herramienta para forzar al régimen a que cese en su respuesta violenta y asuma la obligatoriedad de un cambio político. Un objetivo que exige la modulación de la cobertura que viene prestándole China, que arriesga su propia credibilidad a falta de escasos meses para los Juegos Olímpicos. Y también la utilización hábil por parte de la comunidad internacional del temor del Gobierno birmano a las eventuales sanciones comerciales, financieras y bancarias que afectarían a la decisiva industria energética y a un pujante turismo.
domingo, septiembre 30, 2007
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