lunes 1 de octubre de 2007
Rato se gradúa con honores
EL Fondo Monetario Internacional (FMI) ya le ha designado sucesor. Es hora pues de hacer balance. El que durante los últimos años ha sido director gerente del FMI, Rodrigo Rato, se encontró con una institución con déficit operativo y de credibilidad que le recibió con escepticismo. No era uno de los suyos; no había sido banquero central, ni tenía pasaporte del G-7, ni había hecho carrera en Washington. Y sin embargo había sido llamado a pilotar el cambio de una institución cuestionada por igual por amigos y detractores. No ha sido tarea fácil, pero Rato la ha cumplido. Es unánime el reconocimiento de su acierto para sentar de manera consensuada las bases de la reforma necesaria del FMI. El Fondo Monetario Internacional es víctima de su propio éxito, más aún que de sus errores. Han sido el triunfo de la economía de mercado y la globalización las que le están dejando sin trabajo. La primera se ha traducido en la aceptación generalizada de la ortodoxia monetaria y fiscal como condiciones necesarias, aunque no suficientes, para el desarrollo. La segunda ha convertido en agente menor a una institución que puede movilizar un máximo de 300.000 millones de dólares públicos en un mundo en el que cada día cruzan las fronteras varios billones privados.
Rodrigo Rato conocía la situación y se aplicó con diligencia a la reforma de la institución. Se echó en cara a los propios funcionarios cuando, para sanear las cuentas internas en déficit -porque la institución se financia con los intereses de sus créditos y estos son cada vez menos-, propuso reducir personal, salarios y condiciones laborales. Se enfrentó a los accionistas principales cuando propuso modificar el reparto de cuotas para aliviar el déficit de legitimidad y dar entrada a las nuevas economías emergentes, cuyo peso económico en el mundo es muy superior a su presencia en los órganos de gobierno. También se enfrentó a la inercia institucional, el enemigo más peligroso en una organización internacional, cuando propuso modificar su modus operandi, cambiando el énfasis de la intervención de emergencia a la prevención, del enfoque nacional al sistémico y al estudio de los desequilibrios globales, y proponiendo cobrar por los análisis y la asistencia técnica.
El breve mandato de Rato en el Fondo Monetario Internacional ha supuesto un punto de inflexión y el fin de la complacencia. La hoja de ruta de la reforma ha sido aprobada y está en vías de aplicación. Para conseguirlo ha tenido que exhibir toda su habilidad, conocimiento y capacidad de persuasión. Sus compañeros así se lo han reconocido. Rodrigo Rato, que pasa el testigo al ex ministro francés de Hacienda Dominique Strauss-Kahn, el candidato avalado por Nicolas Sarkozy, ha pasado a formar parte del escaso grupo de líderes internacionales de indiscutible prestigio.
domingo, septiembre 30, 2007
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