domingo, septiembre 30, 2007

Sin lider

lunes 1 de octubre de 2007
Sin líder
Medios de comunicación amigos y algún que otro socialista alarmado han tenido que arreglarle en las últimas horas a Zapatero la monumental dejación de autoridad del viernes cuando acogió la declaración de secesión de Ibarretxe con una propuesta de diálogo con el líder de la sublevación. El presidente quiso decir, aclararon, que aplicará la ley pero dialogará previamente con el sublevado para comunicárselo personalmente. Como lo hizo cuando envió al PSE a reunirse con el brazo político de ETA para pedirles, también personalmente, que dejaran de matar.
La intervención mediática para contrarrestar la incapacidad de reacción de Zapatero no podrá, sin embargo, evitar la percepción de ausencia de autoridad de su liderazgo. Y aún menos inventarle un liderazgo que ha consistido precisamente en el no liderazgo respecto a nacionalismos y terrorismo. En la renuncia a la autoridad y en la sustitución de la ley por el diálogo y el pacto, también con los delincuentes.
Cuando Zapatero anunció el diálogo, no fueron los transgresores de la ley los que cambiaron su conducta. Fue el propio presidente el que cambió la ley. Incluso contempló la posibilidad de derogar la Ley de Partidos. Y lo que no contempló sino que hizo fue derogar la figura delictiva introducida por el PP en el Código Penal para castigar la convocatoria de consultas ilegales. Para dialogar con Ibarretxe o con ETA.
Por eso el viernes no pudo improvisar otra respuesta que no fuera su propia política. Diálogo con los radicales aunque declaren la secesión. Aunque quieran destruir la Monarquía. Y aunque quieran seguir asesinando. Y ayer perseveró, tachando de alarmistas a los que denunciamos la gravedad de la situación y confundiendo la secesión con una estrategia electoral. Que es algo así como confundir las manifestaciones antimonárquicas con una maniobra de distracción. O los atentados de ETA con accidentes.
Y en los próximos seis meses no podrá improvisar otra línea de acción que no sea la misma de estos tres años. Ni entiende el nacionalismo ni el terrorismo. Ni tampoco la exigencia de Estado fuerte de la mayoría de los españoles.

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