domingo 30 de septiembre de 2007
De cómo morir en una guerra por no se sabe qué
Ismael Medina
M E sugiere uno de los lectores en Foro que continúe el relato de mis vivencias personales con lo que sucedió después del 15 de julio de 1936 en que terminaba el relato. Acaso lo aborde más adelante. Lo aplazo por dos motivos: la actualidad es imperativa, los acontecimientos se amontonan, el derrumbe de España se acentúa y no se puede soslayar el intento de sacar agua clara de la corriente emponzoñada; durante años he ganado la batalla a la tentación de describir aquel despertar de la bestia cuyas atrocidades presencié o me rozaron. En alguna ocasión he roto parcialmente el sigilo que me impuse, irritado por la perversión de la "memoria histórica" aventada por Rodríguez y compaña, la cual reabre las heridas del guerracivilismo que creí cicatrizadas después de casi tres cuartos de siglo. Pero una vez explayada la justificación, paso al hoy perentorio bajo cuyos faldones reaparecen los fantasmas del pasado. MORIR EN UNA GUERRA QUE RODRÍGUEZ ENMASACARA LA noticia de la muerte de otros dos soldados del Ejército español en Afganistán, en "misión de paz", reabre la cuestión capital sobre la doblez de Rodríguez: si es admisible que un presidente del gobierno envíe tropas a un escenario de guerra en supuesta "misión de paz" sin los pertrechos necesarios para combatir con eficacia al enemigo, además de defenderse de sus ataques. Es el riego de convertir al Ejército en una ONG con uniforme y con órdenes precisas de no responder a las agresiones de la única manera que corresponde a una unidad militar involucrada en un conflicto bélico. Llueve sobre mojado, o dicho con rigor, se vierte sangre sobre la sangre sin que el presidente del gobierno se inmute. No hay voluntad, que sí dinero si se quisiera, para dotar a nuestros soldados en Afganistán y Líbano del material que requiere una guerra moderna contra el bandidaje fundamentalista islámico, pese a que han sido varios los trágicos avisos. Hasta se da el sarcasmo que a los muertos españoles en acción de guerra (ya suman 85) se les negara esa condición y se les otorgara un condecoración militar con distintivo amarillo igual que si hubiese muerto "por accidente". Aunque en ocasiones pierdan la vida en accidentes aéreos o terrestres, los militares involucrados en ellos mueren en acto de servicio. Las bajas de las fuerzas aliadas en la guerra de Afganistán hasta el momento han sido 761, de las que algo más de la mitad corresponden a las norteamericanas, el contingente de superior entidad. España figura en segundo lugar con 85, cuatro más que Gran Bretaña y catorce más que Canadá. Se aduce desde la izquierda que han de descontarse los 62 muertos en el accidente del Yak 42 y los del helicóptero Cougar abatido desde tierra, aunque Bono, entonces ministro de Defensa, se apresuró a enmascararlo de accidente fortuito, debido a una inesperada tromba de aire. La compañía del Yakolev 42 prestaba servicio a las fuerzas expedicionarias de la OTAN y no solo por ese motivo la utilizaba España. A Trillo, entonces ministro de Defensa del gobierno Aznar, le faltaron redaños para imponer la utilización del parque de aviones de transporte reservados para el monarca y las autoridades gubernamentales, práctica asidua y recrecida durante los gobiernos de González y también ahora por el de Rodríguez. Parque de aviones y helicópteros, por cierto, que absorben el mayor porcentaje del presupuesto destinado al mantenimiento de las aeronaves de nuestras Fuerzas Armadas y causa de su ominosa falta de operatividad. Los helicópteros Cougar, conviene asimismo recordarlo, los usan la mayor parte de los países para la exploración marítima, motivo por el cual carecen en su panza del blindaje adecuado para acciones bélicas en tierra, dada su fragilidad si se les ataca desde el suelo, incluso con fusilería. Durante los tres años de Rodríguez en el gobierno ha habido tiempo más que suficiente para asimilar la experiencia adquirida en misiones de guerra y dotar a nuestras tropas en Afganistán y en Líbano del armamento idóneo para la guerra que allí se libra. La conclusión es obvia: Rodríguez, su gobierno y los altos mandos militares que les bailan el agua son, por facciosa omisión, los directos responsables de éstos dos últimos muertos en acción de guerra y los que en ese mismo conflicto les antecedieron bajo su mandato. RODRÍGUEZ PRFIERE PACTAR CON EL ENEMIGO A COLABORAR CON SUS ALIADOS EL destacamento italiano y el gobierno de izquierda al que obedece han dado una lección a Rodríguez de lo que ha de hacerse en una guerra como la de Afganistán. Casi a la misma hora en que el frágil BMR español volaba por los aires liberaron a sangre y fuego, en colaboración con una unidad especial británica, a sus dos soldados secuestrados. Y lo han podido hacer al disponer del armamento adecuado para combatir en forma acorde para ese tipo de guerra en que están involucrados. Pero también por tener el respaldo de su gobierno, de los políticos de al mayoría de los partidos y de sus mandos superiores. ¿Y cómo respondería Rodríguez ante una situación análoga? Habría enviado a Moratinos para parlamentar con los caciques del terrorismo talibán enarbolando la bandera blanca de la Alianza de Civilizaciones, garantizándoles que nuestros soldados seguirían siendo buenos chicos, dispararían siempre con balas de fogueo y ofreciendo a cambio de la liberación de los secuestrados millones de euros, armas si lo preferían y hasta una base logística en Al-Andalus si se ponían farrucos. Aduzco un antecedente lo bastante expresivo, referido a nuestra fuerza expedicionaria en Líbano. El gobierno español (?), al igual que los de otros países, envió al Líbano un contingente del Ejército de Tierra en "misión de paz". La "misión de paz", a iniciativa la ONU, consistía en el despliegue de una fuerza de interposición a lo largo de la franja entre Israel y el Líbano dominada por las bandas de Hezbolá con el respaldo de Siria. La misión principal para conseguir la pacificación de la zona, en la que a España tocó el sector más comprometido, consistía en desarmar a las bandas de Hezbolá. A la tarea se aplicaron las restantes fuerzas expedicionarias, con mayor o menor diligencia y éxito. Los soldados españoles, por el contrario, recibieron órdenes parejas a las impartidas para Afganistán: satisfacer la insuficiencias sanitarias y de otra índole de la población civil atrapada entre dos fuegos. Hasta que un día una patrulla española sufrió un brutal atentado que causó la muerte a seis de nuestros soldados.¿Y qué hizo el presidente del Gobierno, Rodríguez, además del habitual entierro sumario de las víctimas? Moratinos se encargó de alcanzar un acuerdo con Hezbolá. Y a partir de entonces nuestras patrullas cumplieron sus quehaceres humanitarios escoltadas por bandas terroristas de Hezbolá a las que, según mandato de la ONU, debían desarmar. Comentaba al propósito el periodista Nicholas Blanford (Periodista Digital 20.07.2007) que los más razonable sería que los solados allí destacados enrollaran sus petates y volvieran a casa. Es lo que quisiera Rodríguez y acaso aguarde a que haya más muertos antes de la elecciones para dar la espantada como hizo en Iraq. AL SERVICIO DEL FUNDAMENTALISMO ISLÁMICO Y CONTRA ISRAEL MEJORES o peores, los políticos europeos implicados en la OTAN saben lo que son una Nación, su Nación, y un Estado, su Estado. España tiene a su frente, por el contrario, un vivales que accedió al poder "por accidente" y para el que todo es accidental, salvo su decisión de mantenerse en el machito a cualquier precio. Aunque se hunda España y nos sumerja en una despreciativa soledad internacional. No entraré a comentar el desplante de los cuatro segundos que , por mera cortesía y sin detenerse, dedicó Bush a Rodríguez que una vez más se hizo el encontradizo para forzar la foto. Ni Bush ni su sucesor, aunque sea demócrata, le perdonarán que permaneciera sentado al paso de su bandera nacional. Tampoco me explayaré, aunque sea suficientemente indicativo, que en las mesas para tratar sobre el cambio climático hayan relegado a España, octava potencia mundial, según se presume, a la compañía de irrelevantes países tercermundistas. La cuestión más sustantiva radica en que Merkel y Sarkozy, a quienes Rodríguez pronosticó la derrota, son ahora campeones del atlantismo, se entienden con Washington, encabezan el frente común contra la amenaza iaraní, orillan cualquier tipo de condena a Israel por la voladura de una secreta instalación nuclear siria, de la que apenas se habla ni escribe (¿acaso la de Sadam de la que no se encontró rastro?) y abanderan el compromiso de Europa contra la amenaza islamista. ¿Y qué hace Rodríguez para paliar en alguna medida el aislamiento internacional en que nos ha sumido su mostrenca política exterior? Se vale de su amanuense Moratinos para que, por encargo del presidente de la dictadura siria, Bashar al Assad, escriba una carta al secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-monn, en apoyo de la propuesta de Damasco de que el territorio de las Granjas de Cheba, que Israel integró en su territorio, le sea transferido y quede provisionalmente bajo custodia de la ONU. La reacción israelí ha sido inmediata y encrespada. Era previsible para cualquiera que conozca el tinglado político medioriental, aunque sea de manera superficial. Enfrentarse hoy a Israel supone una provocación al poder financiero mundialista. Y hacerlo implica, asimismo, la confrontación con los USA y los gobiernos de la Alianza Atlántica, en particular los de Alemania y Francia en Europa. Rodríguez parece desconocerlo. Pero tampoco conviene a España irritar en demasía a Israel. Menos aún en periodo electoral. El Mossad almacena información muy sensible sobre España y en particular la referida a los gobiernos socialistas, además de mano larga. Si los hiciera circular sería el final de Rodríguez y del PSOE. El poder económico sionista podría acelerar y agravar los efectos de la actual crisis financiera internacional, frente a los cuales la posición de España es la más frágil en Europa, pese a las balandronadas del presidente del gobierno y sus secuaces. Lo han insinuado el vicepresidente Solbes y el gobernador del Banco de España, aunque la disciplina de partido les obligue a enmascarar su justificada preocupación. Y no afectaría demasiado a la estrategia iluminista. RODRÍGUEZ HUNDE A ESPAÑA EN EL DESCRÉDITO RODRÍGUEZ, cada vez más próximo al totalitarismo neomarxista del falso bolivarismo chapista y enamorado de su fantasmagórica Alianza de Civilizaciones, prefiere que los soldados de España mueran en tierras lejanas por falta de medios que dar su brazo a torcer. Se agarra desesperadamente a la retórica encubridora de los acuerdos de Naciones Unidas respecto a las "misiones de paz" que avala. Pero no a su tuétano conceptual ni la realidad de su aplicación por los restantes miembros de la Alianza Atlántica. Le piden éstos que refuerce el contingente español y sigue en sus trece. Admite a lo sumo que 52 militares españoles vayan a Afganistán para instruir a las nuevas unidades de su ejército. Y pese a esta patente insolidaridad pretende que la OTAN acepte al frente de su Comité Militar al Jefe del Estado Mayor de la Defensa, el teniente general Félix Sanz, fiel colaborador del presidente del gobierno en el desmantelamiento de nuestras Fuerzas Armadas, tan encogidas ya que serían arrolladas por cualquier invasor de menor entidad. Y más todavía por un enemigo tan expansivo y amenazador como el fundamentalismo islámico que llama a la liquidación de los españoles en el Magreb, tiene ya bien asentada su "quinta columna" en España y llama a la reconquista de Al-Andalus (toda España) para el Islam. Pero Rodríguez, terco en el mantenimiento de sus invenciones y a las instrucciones que recibe de sus grados supoeriores en la masonería, no admite que el globo de la Alianza de Civilizaciones está deshinchado y tiene menos crédito internacional que Moratinos, campeón en payasadas diplomáticas. Todo menos molestar a los amigos terroristas de Al-Qaeda. Rodríguez ha agredido al imperio mediático polanquista en dónde más puede dolerle: la barbacana económica. Y han comenzado las arremetidas desde "El País", con eco en la SER. Pero tampoco descuida hacerle ver que, además de dañino, le puede ser tan útil como antes de perder el monopolio de portavoz del socialismo. Y se ha prestado a publicar el acta de la reunión que Aznar mantuvo con Bush en su rancho tejano. Un documento secreto que sólo pueden haberle facilitado desde la presidencia del gobierno o el ministerio de Asuntos Exteriores, lo mismo para el caso, pues de las tres copias clasificadas una la guarda la Casa Blanca, otra la llevó Aznar consigo al cesar como presidente del gobierno y la tercera estaba depositada en los archivos del ministerio a cuyo frente está Moratinos. Han sonado con estridencia los timbres de alarma en las cancillerías occidentales. ¿Cómo fiarse -se preguntan- de un gobierno que no repara en valerse de secretos diplomáticos para sus campañas electorales? Si ya estaba seriamente deteriorado el crédito internacional del gobierno Rodríguez, difícilmente encontrará en adelante a un Jefe de Estado o de gobierno que le haga confidencias o trate con él de asuntos que exijan secreto e incluso discreción. La lectura atenta del acta publicada por "El País" (se comenta en círculos diplomáticos que no completa) pone de relieve que Aznar se comportó como un político pragmático y consciente de las dificultades que de su acuerdo con Bush y Blair se derivarían en España para el Partido Popular a tenor de la posición adoptada por el P(SOE). Motivo por el cual insistió al presidente norteamericano sobre la necesidad de que la acción militar para derrocar al sanguinario tirano iraquí contase con el aval del Consejo de Seguridad de la ONU, aunque no fuese unánime,. y que, como era previsible, se registró cuando ya la invasión de Iraq era un hecho consumado y muy poco después de que Rodríguez diera la orden de la vergonzosa retirada de las fuerzas españolas, aún a sabiendas de que era inminente la resolución del Consejo de Seguridad, pues así se lo habían avisado. Y no sólo desde nuestra representación en la ONU. Pero su visceral antinorteamericanismo y la secreta dependencia contraída con Chirac, al que debía no poco su acceso al poder "por accidente", hicieron olvidar a Rodríguez la cínica máxima de Tierno Galván, de quien tanto aprendió Bono, su discípulo predilecto, de que las promesas electorales se hacen para no cumplirlas. Sobre todo, añado, cuando afectan negativamente al futuro de la Nación. Y sucedió que Francia y Alemania no tardaron mucho tiempo en bascular hacia el reencuentro con Washington, dejando a Rodríguez en soledad y con el culo al aire. Recordatorio éste que me da ocasión para responder a los que en el Foro me dicen no entender el motivo por el que consideré válido el acuerdo de las Azores. Lo expliqué por extenso en una lejana crónica y lo haré de nuevo, si bien de manera resumida. AZNAR PACTÓ CON BUSH LO QUE EN ESE MOMENTO CONVENÍA A ESPAÑA LA historia de la humanidad ha girado siempre en torno a una gran potencia imperial en confrontación con otra que coarta su expansión o pretende suplantarla. El primer supuesto se dio tras la conclusión de la segunda guerra mundial y derivó en la llamada "guerra fría". Pero el hundimiento de la Unión Soviética dejó a los Estados Unidos como única potencia mundial dominante, en cuya órbita giran los Estados medianos y pequeños, aún aquellos que hostigan al imperio. Las tres potencias medianas europeas eran Gran Bretaña, siempre semieuropea y atlántica, Francia y Alemania. España, con una posición geoestratégica clave, figuraba entre las medianas a efectos prácticos. Tenía con los USA, además, una doble vinculación: los acuerdos bilaterales en materia militar que siguen vigentes y la posterior de la adhesión a la Alianza del Atlántico Norte. Felipe González percibió las ventajas de estar a bien con Washington y cambió el electoralista "OTAN, de entrada no" por la incorporación apresurada a ella, dar vía libre a la utilización de las bases y del espacio aéreo a buques y aviones de guerra norteamericanos, incluso con ingenios atómicos, y participar de manera ostensible en la Guerra del Golfo. El respaldo político y militar de Washington era vital para mantener a raya las insidiosas argucias del rey de Marruecos contra España. El conflicto de Perejil, del que tanta chufla hizo y hace la izquierda, tuvo mayor alcance del que muchos suponen. Fue un tanteo de Mohamed VI para medir la capacidad de reacción del gobierno español con vistas a la ocupación de Ceuta y Mellilla. Aznar no habría osado la inmediata y resuelta respuesta en el islote Perejil sin contar con el respaldo norteamericano. Conocida es la máxima de Maquiavelo de que no se debe agraviar al Príncipe si no se le puede matar. Pillada España entre la siempre latente amenaza marroquí, ahora globalmente islámica, y la hasta entonces inhibición de Francia en la lucha contra el terrorismo etarra, un mínimo sentido del Estado y del interés de España exigía atemperar nuestra política exterior con la del imperio norteamericano si queríamos contar con su cobertura. Y frenar al propio tiempo, en la medida de lo posible, la permanente pretensión iluminista de despedazar España. Aznar afrontaba asimismo en el interior los gravísimos problemas derivados de la constitución de 1978 (en la que metió mano a fondo el iluminismo), de la ley electoral y de otros corsés que venían de la época de Suárez, nefasta para España aunque ahora se le presente como inconmensurable estadista. Condicionamientos que Felipe González acentuó en su condición de favorito del monarca cuando éste se deshizo de Suárez una vez que había cumplido la misión encomendada. Aparte de que alguno de sus hombres de máxima confianza estaban pillados por el polanquismo, lo que le cercenó la posibilidad de crear un frente mediático afín frente al de PRISA, amén de los infiltrados masónicos en el PP, era imposible para Aznar, pese a su segundo mandato por mayoría absoluta, reformar la constitución, cambiar el sistema electoral y someter a los secesionistas sin el concurso del P(SOE), devoto instrumento de la Orden. Y tan consciente era Aznar del imperativo iluminista de la alternancia que, como he subrayado en más de una ocasión, anunció que abandonaría cualquier opción de gobierno una vez cumplidos dos mandatos y también la dirección del PP. Apenas si le restaba otra opción defensiva que filiar España a la política de dominio del imperio en función del vital emplazamiento geoestratégico de la Península Ibérica. No persigo con las anteriores anotaciones trazar un perfil hagiográfico de Aznar, ni ocultar los errores cometidos en materia de política interior. Se le achaca que fue un error la designación de Rajoy como su sucesor. Pero pregunto si tenía en el PP un sustituto de su porte, una vez que Rato y Gallardón no eran los idóneos por motivos que no vienen ahora al caso y que, en no poca medida, ambos se han encargado de explicitar, junto con quienes desde ciertas plataformas mediática los jalean y no pierden ocasión de rebañarle el suelo electoral a Rajoy y favorecer a Rodríguez. Consiguió Aznar, con el concurso de Polonia, situar a España en una posición de fuerza dentro de la Unión Europea, aunque ganándose la ira de Chirac y Schröeder. Pero sintonizó con el ministerio galo de Interior y alcanzó a debilitar el terrorismo etarra hasta casi la total inanición. Logro que, lógicamente, repercutió en el nacionalismo secesionista vascongado y, de rechazo, en el catalanista. EL ILUMINISMO PROMOCIONÓ A RODRÍGUEZ COMO FIEL ESCUDERO ERA necesaria la anterior explicación para mejor comprender la causa de que el iluminismo pusiera toda la carne en el asador para impedir que el Partido Popular ganara las elecciones de 2004, aunque fuera por mayoría relativa como anunciaban las encuestas y otorgarle el poder a Rodríguez, después de haberlo promocionado a la secretaría general del P(SOE). El iluminismo eligió al personaje más idóneo para llevar adelante su conspiración contra España. Militaba en sus filas, su vaciedad intelectual y política le hacía espacialmente maleable y, por si fuera poco, favorecía la inclinación del monarca hacia el socialismo, amén de su animosidad hacia Aznar y el PP de rechazo. Rodríguez está cumpliendo con devota obediencia las directrices iluministas en cualesquiera ámbitos. En lo que atañe a la presencia militar española en los escenarios creados por la ONU y la OTAN aplica parejo y suicida entreguismo que el practicado con el terrorismo etarra, brazo criminal del secesionismo vascongado y del catalanista, en el seno del cual renace el bandidaje de Terra Lliure. No es necesario que me detenga en enumerar los hechos que avalan lo expuesto. Anotaré pese a ello algunos recientes y lo bastante expresivos. Ahora, después de 28 años realizándolas, el gobierno Rodríguez ha cancelado las maniobras militares en territorio vascongado. Aduce el ministerio de Defensa que por falta de recursos presupuestarios. Los hay, sin embargo, para regalar 4.000 millones de euros al secesionismo catalán, para untar el cacicazgo de Chaves en Andalucía y para voluminosos dispendios electoralisstas. La verdad es otra. Y patética. Se allana a las exigencias soberanistas del nacionalismo y de ETA. Nadie que no sea un zote se puede llamar ya a engaño. Rodríguez deslizó días pasados que reemprenderá el "proceso de paz" si tras las próximas elecciones sigue aposentado en el sillón moncloaca. Ha jibarizado las Fuerzas Armadas y creado su guardia pretoriana para impedir que cumplan la misión que el encomienda el artículo 8º de la constitución, cuyo articulado se pasa por el arco del triunfo cada vez que le conviene para despejar obstáculos en su marcha hacia una república confederal, sólo ocasionalmente coronada. La contradicción flagrante entre la retirada de Iraq y el mantenimiento de fuerzas expedicionaria en Afganistán y el Líbano, amén de otras de menor cuantía por doquier, responde a parigual criterio de abatir cualquier eventualidad de reacción militar indeseable, aunque hoy solo se reduzca a una protesta más o menos estentórea. Mientras estén fuera en "misión de paz" no incordiarán dentro. No sé si ya se habrán preguntado los militares destacados en "misión de paz" en Afganistán o el Líbano y sus compañeros de las unidades mercenarias acantonadas en España. Lo hago yo por ellos: ¿Por qué mueren nuestros compañeros en tierras lejanas? ¿Por una España en descomposición? ¿Por la democracia? ¿Por el Rey? ¿Por la ONU? ¿Por Europa? ¿Por la OTAN? ¿Por Occidente? ¿Por una república confederal en ciernes? ¿Por Rodríguez? ¿Por el P(SOE? ¿O sólo por una mejor soldada?
domingo, septiembre 30, 2007
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