martes, septiembre 04, 2007

Victimas de la politica exterior

miercoles 5 de septiembre de 2007
Víctimas de la política exterior
LA decisión de la empresa estatal argelina Sonatrach de cancelar unilateralmente el contrato previamente firmado con Repsol y Gas Natural representa un claro abuso que probablemente no pueda ser justificado desde el punto de vista legal. El Gobierno argelino —situado a todas luces detrás de la decisión— está molesto con la Unión Europea, entre otras cuestiones por ciertos desajustes en agricultura y política industrial, derivadas de su acuerdo de cooperación con Bruselas, pero la razón por la que Argel ha escogido a España para escenificar este enfado sólo se explica por el hecho de que el Gobierno socialista ha roto el equilibrio histórico que España había mantenido en el Magreb —y no solamente en relación al conflicto del Sahara— y por haberse convertido en un interlocutor del que, en estas circunstancias, no es previsible esperar reacción alguna.
No es la primera vez en esta legislatura —ya ocurrió en Argentina o en Bolivia— en que las empresas españolas se ven perjudicadas por este tipo de decisiones hostiles, y es de temer que la situación pueda volver a repetirse, porque es evidente que a España le han tomado la medida. Éste es uno de los efectos palpables de la extraordinaria debilidad de la actual política exterior de España, aunque lo más sorprendente del caso sea que los países que castigan nuestros intereses son tanto aquéllos con los que el Gobierno de Rodríguez Zapatero quiso entablar relaciones privilegiadas como los que —es el caso de Argelia— se han sentido menospreciados por las decisiones del Ministerio de Asuntos Exteriores durante esta legislatura. La política exterior socialista ha estado mal orientada desde el principio y ha debilitado enormemente nuestras posiciones, sin ninguna contrapartida. Tampoco ha contribuido a mejorar la situación la naturaleza de los ministros que han pasado por la cartera de Industria, simples ocupantes de cuota política en un Gobierno en el que no han estado a la altura de sus responsabilidades. En el campo energético, todo el mundo nos ha rebasado: no hay más que comparar lo que acaba de hacer Sarkozy en la opa de Gaz de France sobre Suez con el espectáculo en torno a las acciones de Endesa, episodio del que a España sólo le queda la desconfianza que ha sembrado en Alemania.
Repsol y Gas Natural han perdido un contrato millonario, las relaciones con Argelia no pueden ser peores y el próximo viernes se celebran unas elecciones parlamentarias en Marruecos sobre las que gravita el espectro de la inestabilidad por una victoria de los integristas islámicos, mientras la población saharaui sigue languideciendo, abandonada por primera vez por un Gobierno español que debería preguntarse si, ante estos hechos, ha valido la pena tanta gesticulación irreflexiva

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