martes, septiembre 04, 2007

Urbaneja, Almunia y Solbes derraman bálsamo

martes 4 de septiembre de 2007
Almunia y Solbes derraman bálsamo Fernando González Urbaneja

¿Están dañadas las economías europeas y en especial la española tras la reciente crisis hipotecaria y financiera? La respuesta está por llegar, anda aún en el telar. Evidentemente, esta ronda no va a ser gratis, hay costes, pero nadie se ha atrevido a estimar la factura ni las consecuencias. El viernes Solbes y ayer Almunia (con Solbes a su vera como presentador) derramaron cuantos bálsamos tuvieron a mano para tranquilizar, para dar sensación de control y seguridad.
Los dos (y bastantes más) insisten en calificar lo que está ocurriendo como “turbulencias financieras” que parece algo menos que crisis, algo pasajero, accidental que llega y se va. El diccionario dice, como segunda voz, que turbulencia es “confusión, alboroto, perturbación”, de manera que estamos ante una definición correcta, porque hay de todo ello. Y como primera acepción apunta al concepto de “turbio”. Me interesa más esta última; lo que está ocurriendo es aún turbio, poco claro, no se puede saber ni la profundidad ni la intensidad.
Que el comisario europeo y el ministro de Economía tranquilicen está en el guión de su trabajo, lo contrario sería irresponsable. Otra cuestión es que la realidad les arruine el discurso. El propio Almunia apuntó, con buen criterio, que más que nunca cuentan las expectativas, el ánimo de los agentes económicos y especialmente de los empleadores y de los consumidores.
Por eso es importante que los mensajes de las autoridades, de los expertos y el tono de los medios llegue sin demérito de la realidad pero sin asustar por necesidad, por prevención. La próxima semana los responsables económicos de la Comisión y del Banco Central Europeo comparecerán en la correspondiente comisión del Parlamento Europeo para explicar lo que pasa, lo que hacen y lo que cabe esperar. Antes, el consejo del BCE decidirá la estrategia de tipos de interés, que tiene más flecos de lo que parece.
Una rebaja de tipos trasladaría una sensación de urgencia e incluso de emergencia, que podría ser peor remedio que la propia enfermedad. Las anteriores crisis financieras, conocidas a lo largo de los últimos veinte años, han tenido a favor una notable credibilidad de las autoridades financieras, factor determinante para el control de la crisis y para su superación. Ahora no hay motivos para que ocurra algo distinto. Estas semanas han hecho lo correcto: suministrar liquidez, garantizar el funcionamiento, no alarmar y no alarmarse. El bálsamo que derramaron Almunia y Solbes se ajusta a lo que se espera de ellos, les toca predicar, explicar, combatir la demagogia y a los apocalípticos. Y a Solbes gestionar el Presupuesto con mano de hierro, aunque haya que prorrogar el Presupuesto, aunque haya que enfadarse con los vendedores de humo que tiran de la chequera del común como si la ronda fuera gratis.
El baile de promesas electorales sin cuantificar, por mor de unos posibles votos, puede hacer más turbias las turbulencias hasta convertirlas en crisis. Por eso bien está el bálsamo, pero además diligencia para hacer lo debido, para no dejarse llevar por ligeros y demagogos.
fgu@apmadrid.es

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