jueves 6 de septiembre de 2007
Trifulca por el fútbol de pago
EL enfrentamiento que desde hace un par de años mantienen Sogecable y Mediapro por el control del fútbol televisado se ha intensificado en las últimas semanas con una cáustica deriva que ha dado categoría de conflicto sectorial a lo que no debiera pasar de trifulca entre dos empresas privadas. Enmarañada y rica en matices, pero trifulca al fin y al cabo. La denominada guerra de fútbol, en su penúltima y revisada edición, es un problema contractual entre los clubes de fútbol y su pagador, con independencia de quién sea este último y la decisión que, en su caso, puedan adoptar los tribunales. A estas alturas del partido conviene aclarar que no está en discusión el modelo de explotación audiovisual establecido en España desde hace una década, con la Ley de Acontecimientos de Interés General, la conocida «ley Cascos», como garante de que al menos un partido de Liga se ofrezca cada semana en abierto y para todo el territorio nacional. Ni mucho menos. La estrategia de Sogecable y de Mediapro incluye la explotación masiva del torneo mediante el sistema de pago por visión, ya sea con tecnología vía satélite, como viene sucediendo hasta ahora, o con más sofisticadas fórmulas de televisión digital terrestre importadas de países como Italia. Gane quien gane el pulso, los partidos continuarán siendo mayoritariamente de pago.
La guerra del fútbol es en síntesis un ataque frontal al «core business» de Digital + como plataforma única en su género en España, una ofensiva con fuego amigo a la principal vía de ingresos del sistema televisivo de acceso condicional, una enorme hoguera en la que arden muchas vanidades y no pocos celos de los hasta ahora dos grupos favoritos de la política audiovisual del Gobierno de Rodríguez Zapatero. Cabe recordar que el gran hito del Ejecutivo en materia televisiva no es la presunta reforma de RTVE, aún con casi todo por demostrar, sino la autorización a Sogecable para la apertura de la señal de Canal +, hoy bajo la marca Cuatro, y la concesión a La Sexta para crear una nueva cadena privada comercial, de la que Mediapro es actualmente socio distinguido.
El Gobierno, antes que llamar a la calma e intentar nadar y guardar la ropa en unas aguas que bajan turbulentas y amenazan con salpicarle, debería estar vigilante para asegurar el derecho de los telespectadores a planificar sin sobresaltos su tiempo de ocio y a estar informados con la suficiente antelación de la hora y lugar de emisión de un contenido de primer orden, con audiencias millonarias y cuya cobertura en las primeras jornadas ligueras ha terminado en un fastidioso juego del gato y el ratón por los canales del dial.
jueves, septiembre 06, 2007
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