miercoles 5 de septiembre de 2007
Los mandatarios populares no se explican la ‘indisciplina’ de Fraga
Ricardo Rodríguez (elsemanaldigital.com)
O CURRIÓ durante la pasada campaña de las municipales y autonómicas en Fuerteventura, según contaba días atrás Manuel Campo Vidal, en la espera de un acto, con Manuel Fraga -cosas de la edad- dando apariencia de estar semidormido. El líder del PP en las Islas Canarias, José Manuel Soria, quiso abordar asuntos de altura con el presidente fundador y le preguntó cómo veía el momento actual del partido. "Ruiz-Gallardón, querido amigo Soria, Ruiz-Gallardón", respondió don Manuel para sorpresa de Soria. Como lo atribuyó a un despiste, el político canario insistió en repetir la consulta, lo que le valió una de esas reflexiones que Manuel Fraga despacha en cuestión de pocos segundos y que valen su peso en oro viniendo de quien viene: "Le digo que Alberto Ruiz-Gallardón. Los socialistas ganaron por mayoría absoluta en el 82 y tantas veces como les dejamos ocupar el centro. Tendremos que contar con gente que el electorado perciba como de centro o volveremos a perder". Ése es el pulso que está viviendo ahora mismo el PP. Las urnas vienen impregnadas de olor a "sucesión" con la vista puesta sin solución de continuidad en la primavera de 2008, que es cuando Mariano Rajoy y José Luis Rodríguez Zapatero van a librar la decisiva batalla por la conquista de La Moncloa. Entre los pucheros peperos anda Ruiz-Gallardón, cuyo índice de rechazo interior por cierto ha crecido durante el pasado mes de agosto, con su contienda por ser jugador del primer equipo, que es el del Congreso, y no tan sólo alcalde de Madrid. Abierto el melón, y tomada la decisión de Ruiz-Gallardón de alcanzar sus objetivos, lo cierto es que a don Manuel, de quien se dijo que le cabía el Estado en la cabeza, lo que no le cabe ahora es que a su Alberto "no le ofrezcan nada". De ahí que Fraga no deje tranquilo a Mariano Rajoy, salvo para darle público plantón. Y es que todos esperaban al presidente fundador este pasado fin de semana en Galicia en el discurso de arranque del curso del líder del partido. Nada que comentar en otro momento, pero la ausencia de Manuel Fraga precisamente ahora, cuando ni la avanzada edad ni el peso de los años en política le suponen un inconveniente para demostrar públicamente sus preferencias por su delfín, no ha pasado inadvertida a nadie. Al conocer la "espantada" de Fraga, un ex alto cargo de la Xunta de Galicia comentó en privado a este periódico: "¡Con dos cojones!". No en vano, desde que Rajoy lidera el PP y celebra anualmente este encuentro en Pontevedra, don Manuel siempre ha estado a su lado. En un acto como el del sábado, Manuel Fraga anunció que sería candidato a la presidencia gallega por quinta vez, que arrancaba su sucesión, allí le pasó el testigo del PPdeG a Alberto Núñez Feijóo, y allí mismo, ante José Cuiña y José Manuel Baltar, denunció a "los traidores que quieren dividir el PP". Pero este fin de semana no estuvo y sonó a clarinazo porque era el primer encuentro con Rajoy tras sus palabras bien o mal interpretadas sobre la necesidad de ir pensando en "las sucesiones". En el PP se justificó la ausencia del presidente fundador en las cosas del lavoro, en que él, el día 1 de septiembre, ya está en Madrid, reincorporado al trabajo, da igual que sea sábado o que Mariano Rajoy abra el decisivo curso. Pero lo cierto es que don Manuel se ha tomado tan en serio la salvaguarda de los intereses de Ruiz-Gallardón que volvía a las andadas este domingo en La Razón, generando más tensión en el partido. Claro que Fraga sigue siendo alguien con quien hay que contar a la hora de tomar decisiones. "Esa es su pretensión", en palabras de fuentes próximas al hoy senador. "Don Manuel -prosiguen esas mismas fuentes- siempre se ha manifestado a favor de que el partido esté en manos de personas que provengan de la antigua Alianza Popular fundada por él, patas negras, y entre ellos el propio Mariano Rajoy. Lo que en ningún caso quiere Fraga es que en caso de derrota en 2008 las riendas del aparato las manejen los democristianos", entre quienes figuran el hoy secretario general, Ángel Acebes, o el portavoz parlamentario, Eduardo Zaplana. Así pues, y según los consultados, todos los movimientos de Manuel Fraga irían dirigidos también a evitar que los paracaidistas de la incendiada UCD se apoderen de la piedra filosofal que le inspiró cuando fundó AP. El problema es que las "ventoleras" de don Manuel empiezan a saber a rayos y a arrojar no pocas sombras de duda sobre la capacidad de movimientos de Rajoy y sobre su poder real en el partido. Y, por cierto, sobre esa cosa que llaman "democracia interna" y que en los nuestros dos grandes partidos nacionales brilla por su ausencia.
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