jueves 27 de septiembre de 20007
Para despensa vacía, la que dejó el PSOE Primo González
En los últimos días, el titular de la vicepresidencia económica del Gobierno y de la cartera de Economía y Hacienda ha estado prolijo en declaraciones, unas forzadas por comparecencias obligadas, otras por micrófonos que siempre se le cruzan a un político pase por donde pase. Lo cierto es que Pedro Solbes, hombre de habitual mesura en sus ademanes, planteamientos y afirmaciones, ha tenido algún desliz, posiblemente disculpable, tal es la catarata de declaraciones a las que se ha visto obligado estos días, con ocasión de la presentación de los Presupuestos Generales del Estado.
No estaba en su mejor día ni en su momento de mayor lucidez cuando dijo eso de que a su llegada al Gobierno en el año 2004 se había encontrado la despensa vacía y todavía alguna factura sin pagar. Una forma muy gráfica de decir que su antecesor en el cargo, Rodrigo Rato, había sido poco menos que un manirroto. Ha sido un dardo envenenado contra el actual (todavía) gerente del Fondo Monetario Internacional. Posiblemente la afirmación responde a un fuego cruzado entre ambos y no habría que darle mayor importancia al asunto. Días antes, a principios de semana, Rato se había permitido un desliz impropio de su condición actual al afirmar que el Gobierno español posiblemente no estaba tomando las precauciones debidas en lo económico para afrontar posibles problemas de mayor enjundia el próximo año, cuando se hagan visibles las derivaciones de la crisis de las hipotecas basura. No debió sentarle bien a Solbes una afirmación tan poco medida de quien ocupa un alto cargo en una institución internacional, que debe ser neutral. Más aún cuando entre los acreedores por su nombramiento como máximo responsable del FMI se encuentra el propio Solbes.
Fuera del rifirrafe dialéctico entre ambos, habrá que reconocer que en cuestiones de cuidado de la despensa nacional los socialistas suelen ser menos cuidadosos que los conservadores. Eso es así quizás porque mantienen una posición atávica según la cual los excedentes presupuestarios hay que dilapidarlos en tareas de tipo “social”, porque de otra forma resultarían inservibles socialmente.
Viene a la memoria una peregrina propuesta de un eximio representante de la izquierda española que hace unos años, gobernando el PSOE, proponía, casi cada mes, cuando se publicaba el dato de las reservas exteriores de divisas del Banco de España, que tan impresionante cifra de dinero se dedicara a repartirlo entre los parados, que por entonces representaban un alto porcentaje de la población activa nacional. Por fortuna, en el PSOE de la época había (igual que ahora) cabezas sensatas y economistas rigurosos de modo que el asunto no pasó de titular de periódico. Para no ser injusto cabe añadir que semejante propuesta, la de utilizar las reservas exteriores para “repartir entre los pobres”, también hubo una época en la que se esgrimía desde el púlpito de un economista bien identificado con tesis fuertemente conservadoras.
El cuidado de la despensa no fue una prioridad en la última legislatura en la que nos gobernó el PSOE, que se despidió dejando un entuerto que alcanzaba nada menos que en torno al 7% del PIB de la época (año 1996). Se dice pronto, pero el 7% de déficit de entonces hipotecó al país durante varios años y limitó seriamente la capacidad política y económica de los gobernantes que accedieron al poder en las elecciones generales de aquel año. El panorama que se encontró el PSOE en el año 2004, tras su victoria electoral, tenía bastante poco que ver. Entre otras cosas, en las cuentas de la Seguridad Social, que cuenta desde hace unos pocos años con una “despensa” como es debido, en la que cada año se van incorporando los excedentes que genera el sistema para pagar a los futuros jubilados.
Hace ya algunos años que no se oye hablar de un asunto recurrente, aquel de que la Seguridad Social “está en quiebra”. Por fortuna, el rigor y las buenas costumbres, entre ellas el ahorro público y la disciplina en el gasto del dinero de todos, se han ido abriendo paso como costumbre y norma en los últimos Gobiernos. Lo de este año 2008 que nos viene va a ser un pequeño paréntesis. Esperemos que no resulte muy costoso. Por fortuna, nos pilla con la despensa razonablemente bien provista, aunque las crisis que históricamente ha padecido la economía española no son cosa leve y acostumbran a llevarse por delante los ahorros. Es de esperar que no haya que proclamar aquello que pedía Joaquín Costa, “escuela, despensa y doble llave al sepulcro del Cid”. Eran los años finales del siglo XIX, poco después de lo del 98.
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miércoles, septiembre 26, 2007
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