jueves, septiembre 13, 2007

Primo Gonzalez, Los inversores quieren transparencia

viernes 14 de septiembre de 2007
Los inversores quieren transparencia Primo González

Uno de los comentarios más extendidos en estas últimas semanas en el mundo económico ha sido el de la falta de transparencia en los nuevos usos y costumbres de los mercados como origen de los problemas con las hipotecas norteamericanas. Está quedando bastante patente en los últimos análisis la falta de pulcritud de muchas instituciones financieras de Estados Unidos a la hora de conceder créditos con expectativas limitadas de recuperación. El deficiente control de los riesgos es, en suma, la principal causa de lo que ha venido a continuación, es decir, de la aparición de fallidos en la cadena de créditos que se han trasladado al mercado en forma de títulos de amplia difusión entre entidades inversoras que, a su vez, los han distribuido entre inversores particulares.
Quizás el principal problema del momento consiste en que no se conoce con precisión el volumen de créditos fallidos o que pueden resultar fallidos en un periodo de tiempo razonable, quién tiene estos créditos y a quien los ha transmitido. Algunos retazos han salido hace tres semanas por la vía de los fondos de inversión, pero su cuantía ha sido a la postre escasa y la mayor parte de estos casos ya ha entrado en vías de normalización. Pero el sistema tiene en su interior un quebranto al parecer de bastante mayor envergadura, que nadie se ha atrevido a cuantificar ni a asignar, señalando posibles damnificados.
De ahí que el grado de incertidumbre que persiste en los mercados siga siendo muy elevado y que las entidades financieras sean las que estén pagando principalmente los platos rotos, junto a las empresas de la construcción en el caso español (un caso muy particular, debido a su alto grado de endeudamiento) y algunos sectores de la inversión institucional, como los fondos de inversión. Se quejan los banqueros centrales, aquellos que en teoría tienen la responsabilidad de velar por el buen funcionamiento de los sistemas bancarios de cada país, de que en todo el desarrollo de esta crisis se ha puesto en evidencia el problema de la falta de transparencia. Este problema no ha estado, sin embargo, tanto en las entidades financieras como en toda la operativa que se ha desarrollado aguas abajo, es decir, en el funcionamiento de algunos mercados y de algunas entidades, como los fondos de capital riesgo, muchos de los cuales se han beneficiado de amplias facilidades de crédito para realizar compras agresivas de empresas con muy poco capital real.
Entre los posibles paganos de esta crisis van a estar posiblemente los denominados hedge funds, fondos que en España han sido regulados tras muchas vicisitudes y que al cabo de un año de funcionamiento presentan un balance que cabría calificar de menos que mediocre. Los fondos de inversión libre, como se ha dado en llamar en España a la versión regulada de los hedge funds, han nacido a trancas y barrancas con unas amplias facilidades para actuar precisamente con ese tipo de conducta que la crisis actual está penalizando de forma severa, es decir, la falta de transparencia y de claridad. Los fondos de inversión libre no informan, por ejemplo, de sus cotizaciones más que una vez al mes y a veces lo hacen con mes y medio de retraso respecto a la fecha en la que se han constatado las valoraciones de sus activos.
Puede que no sea una casualidad, pero estas características tan poco transparentes de estos vehículos de inversión han encontrado un profundo rechazo entre los inversores españoles. Las cifras que acaban de elaborar y publicar la patronal de las instituciones de inversión colectiva, Inverco, muestran el rotundo fracaso que de momento han cosechado estos fondos en España. La treintena de fondos que operan en el país, y que en su mayoría tienen poco más de tres meses de vida, no ha conseguido reunir más que 481 millones de patrimonio. Para tener una idea aproximada de lo que ello representa baste decir que sólo en el mes de agosto entraron en los fondos de inversión garantizados unos 250 millones de euros. Y en los de renta fija a corto plazo más de 1.600 millones de euros. Da toda la impresión de que los inversores están dando la espalda, por el momento, a estos productos que se presentaban como la gran panacea para los inversores. Su opacidad y falta de transparencia posiblemente tienen parte de la culpa de su escasa aceptación.

No hay comentarios: