jueves, septiembre 13, 2007

Jose Javaloyes, Doctrina gubernamental del desampar empresarial

viernes 14 de septiembre de 2007
Doctrina gubernamental del desamparo empresarial José Javaloyes

Aviadas están también las empresas españolas en el exterior, para lo que resta de legislatura y ante lo que pudiera venir para la próxima, si el presidente Rodríguez logra repetir en la Moncloa. Como suele operar con el catalejo invertido, esta luminaria puede depararnos los cuadros y paisajes más chuscos y rocambolescos. Su premisa mayor suele ser en unos casos la confusa e inquietante ideología; en otros, su arbitraria y no menos inquietante voluntad: émulo, en su subjetivismo fantástico, de las cosas de Alicia en este País de las Maravillas que antes atendía por el nombre de España.
Cuando Repsol tuvo su primer encontronazo con la estrábica ejecutoria del presidente Néstor Kitchner (“Ernesto” para el mago moncloví), José Luis Rodríguez, ajeno en ello también a los imperativos de la seguridad jurídica e indiferente al desamparo en que dejaba a nuestra multinacional y a otras —tal como después repetiría en Bolivia y Venezuela—, dijo a su llegada a Buenos Aires que “mediaría” con el caudillo populista argentino… Lo importante para este singular personaje que nos gobierna por el arbitrio de la casualidad no es, ni en esto ni en nada, la defensa de los intereses nacionales sino la prosa de sus delirios.
De ahí que la diplomacia cursante no sea otra cosa que lo que es: la expresión de sus despropósitos y el eco de los misterios que le subyacen. ¿Por qué se apresuró como lo hizo a visitar Marruecos para que Mohamed VI, que nos había arañado en el Perejil, le sentara bajo un mapa donde Ceuta y Melilla aparecen bajo el mismo color que el espacio nacional jerifiano, y de seguido diera el golpe de timón para la entrega a los marroquíes de la tierra y el destino soberano de los saharauis, violando así el compromiso de España de velar para que la descolonización del territorio se consumara finalmente conforme a los principios de la legalidad internacional, tan reclamada por Rodríguez en el caso de la guerra de Iraq para mejor servir los intereses de la diplomacia chiraquiana?
¿Cómo, de otra parte, cabe “exponer” la relación de España con Argelia, como ha dicho en el Senado el ministro de Industria, luego de que esa relación fuera expuesta y atropellada, al pasarse como lo hizo, con armas y bagajes, a las pretensiones de Miramamolín y, de tal manera, romper el Acuerdo de Madrid en el que Argelia era parte con Marruecos y Mauritania, aunque ésta se retirara luego como parte en el compromiso de respetar la autodeterminación del pueblo saharaui? ¿Acaso la guerra por interposición del Frente Polisario no fue una guerra indirecta entre Argelia y Marruecos? ¿Es que Rodríguez no se tuvo que tragar, durante su reciente visita a Argel, las severas recriminaciones que le hizo el presidente Buteflika por el cambio y la defección de la política de España en el norte de África, tan firmemente sostenida por todos los gobiernos de la Transición, de izquierda, centro y derecha?
Nada queda que “exponer” en las relaciones con Argelia. Lo peor que cabía hacer en daño de ellas, hecho está. Y tan consumado, que el tropezón de las empresas españolas involucradas en el proyecto del gas es una consecuencia directa de ello: de la espantada de Rodríguez para irse con el otro moro y, complementariamente, de la torpeza absoluta del anestesista de Industria, que —siguiendo la ejecutoria de su jefe de Gobierno— regaló a Sonatrach la única baza negociadora que tenía.
Sería para reír si no fuese para llorar el papelón jugado por el ministro Clos en el Senado, diciendo que el Gobierno “no piensa exponer su relación global” con Argelia por causa del proyecto que se ha ido a pique. Ahora resultará que en política exterior también la defensa de los intereses nacionales debe sacrificarse a las ocurrencias de quien viene ahora a sumar a ellas esta otra, tan electoralista, de lo del “Gobierno de España”. Como si los españoles todos hubiéramos sido alcaldes de Barcelona.
jose@javaloyes.net
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