lunes 3 de septiembre de 2007
La muchedumbre
POR MÓNICA FERNÁNDEZ-ACEYTUNO
La cita que se me viene al pensamiento estos días, es de Unamuno: «Los ídolos de las muchedumbres son pronto derribados por ellas mismas, y su estatua se deshace al pie del pedestal sin que la mire nadie».
Se habla de la pérdida de biodiversidad de las especies, pero más dramático es que nuestra especie se haya vuelto tan homogénea y sea, cada vez más, muchedumbre, lo cual nos devuelve al estado más primigenio de la vida en el que los procariontes, que eran seres unicelulares, todos iguales, se unían en conglomerados. Si bien esta homogenización nos ha hecho poderosos, también más frágiles, porque ya no somos un bosque variado sino un monocultivo en el que basta que entre un gorgojo para que todo el bosque se pierda a mayor velocidad que si fuéramos diversos.
La muchedumbre, además, es manejable, y tiende a ir toda hacia el mismo sitio. No se rige por el pensamiento individual, sino por el instinto colectivo. Le basta un gesto, una sonrisa, una frase, para tomar decisiones importantísimas. Hasta que llega la adversidad, y entonces la muchedumbre piensa porque aparece la personalidad de cada uno, que asoma como si bajara la marea. Y viene la bajamar.
Acabamos de atravesar este verano la línea del vivir sin pensar, a empezar a pensar cómo vivir. A partir de ahora las muchedumbres ya no querrán tener ídolos, que serán «pronto derribados por ellas mismas», sino dirigentes preparados. Es la hora del más capaz porque, cuando la muchedumbre echa mano para acabar el mes de las monedas del frasco de la cocina, la muchedumbre ya no quiere circo, sino pan.
Y el pan se está poniendo por las nubes. Pero ése, es otro artículo.
lunes, septiembre 03, 2007
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