miércoles, septiembre 05, 2007

Mark Steynm, Dos viejos verdes en el lavabo de caballeros

jueves 6 de septiembre de 2007
Políticos y vida privada
Dos viejos verdes en el lavabo de caballeros
La izquierda da la impresión de que un senador Republicano sorprendido en un prostíbulo tendría que decir inmediatamente, "Estáis en lo cierto. Debería haber apoyado espacios para prostitutas en la ley presupuestaria de 2005".
Mark Steyn

El eslogan estrella del célebre humorista cowboy de América, Will Rogers, era “Nunca conocí a un hombre que no me gustara". A juzgar por el trasiego del lavabo de caballeros del Will Rogers Memorial Park en Beverly Hills, muchos de los habituales de dichas instalaciones evidentemente piensan lo mismo. George Michael, el roquero pelopincho de los 80, era detenido en su interior por intentar ponerse juguetón con un policía encubierto. "Los pies culpables no tienen ritmo", como observaba George célebremente en su canción de éxito Careless Whisper. Tras declararse no culpable, realizaba un video ridiculizando al agente que le detuvo, con George moviéndose con pluma vestido como un policía que hace la ronda con la porra.
No está claro si tal opción está abierta al Senador Larry Craig, que se encontró en una situación similar en el lavabo de caballeros del Aeropuerto Internacional de Minneapolis. Cierto, el Republicano de Idaho era miembro de los Singing Senators, el cuarteto vocal del Congreso que también incluía a John Ashcroft, Trent Lott y Jim Jeffords, y en teoría podría hacer un video de música vocal ridiculizando al agente que le detuvo, digamos, con el Senador Lott vistiendo de uniforme y haciendo girar la porra. Pero, a falta de ello, el Senador Craig se ha visto forzado a los sombríos rituales al uso de inmolación de la carrera política; desde la declaración pública con la esposa con cara de póker expresando lealtad a su marido hasta la explicación ridícula (el pie de Craig rozó el zapato del oficial de Minneapolis, pero solamente porque, al estar utilizando unos urinarios, el senador tenía las piernas abiertas). “No soy gay", dice el Senador Craig repetidamente, tan melancólica y enfáticamente como la conocida insistencia del Presidente Nixon en que él no era un ladrón. Cualquier día el senador anunciará, al estilo O J Simpson, que está redoblando sus esfuerzos por dar con los verdaderos homosexuales.
La comedia humana no debe despreciarse. No obstante, tras escuchar la grabación de la entrevista de Craig con el sargento de la policía Dave Karsnia tras el arresto, yo me inclino hacia el pronunciamiento de Henry Kissinger acerca de la guerra Irán-Irak: es una vergüenza que no puedan perder ambos. Por casualidad, pasé junto al mismo lavabo de caballeros de la terminal Lindbergh hace apenas un par de meses. No entré, no obstante. Mi filosofía general sobre los servicios públicos era resumida por el difunto Derek Jackson, profesor de Oxford y jinete, en su consejo a un gabacho con motivo de visitar Gran Bretaña. "Nunca entre en unos aseos públicos en Londres", advertía el profesor Jackson. "Yo siempre meo en la calle. Puede que te multen con unas cuantas libras por cometer un fastidio, pero en unos aseos públicos te arriesgas a 2 años de cárcel porque un policía de paisano diga que le sonreíste”.
Aquí igual. Al sargento Karsnia el departamento de policía le paga para sentarse en un aseo del servicio de caballeros todo el día, como una araña que espera a las moscas. El Barón Rojo de la patrulla de lavabos de Minneapolis ha intervenido una cifra fenomenal de porros, y sabe lo que debe buscar: un movimiento del pie al lavabo colindante, una señal de la mano por debajo de la pared. ¿Sabía usted que unos toques con su pie en un lavabo es un indicador reconocido de que está a punto de suceder un acto criminal? ¡No lleve su iPod con usted! O, si lo hace, cerciórese de estar escuchando a los Singing Senators: es difícil seguir el ritmo de “Sweet Adelina” con el pie, y si lo hace es improbable que sea de un modo lo bastante frenético como para atraer la atención de los vigilantes colindantes.
¿Qué hay más privado que ser un viejo verde y pervertido que busca sexo anónimo sin amor? Bien, según el sargento Karsnia, cuando el senador entró al cubículo, colocó su maleta de ruedas contra la puerta, y (según el informe del funcionario) "la experiencia del sargento Karsnia ha indicado que se utiliza para intentar ocultar conductas sexuales, al bloquear la visión desde la entrada al cubículo”.
Sin duda. Pero, si usted utiliza los lavabos masculinos del aeropuerto, ¿dónde se supone que pones lo que llevas? No hay muchos lugares en un cubículo de los baños aparte de la puerta, a menos que Minneapolis esté planeando imponer por ley urinarios con taquilla en cada cubículo. En tiempos más felices, uno habría ofrecido algo de suelto a algún chaval a cambio de vigilar las maletas de uno. Pero si usted va a los aseos del aeropuerto hoy y dice a algún colega, "¿Podría cuidar de mi maleta durante cinco minutos?" tendrá que enfrentarse a 30 años en el trullo.
No tengo duda de que el Senador Craig fue al baño en busca de sexo. Escuche la grabación de su encuentro con el sargento Karsnia y después imaginé, como sugería John Goldberg en la National Review, cómo habría discurrido la conversación si los Senadores McCain o Webb hubieran estado en ese lavabo y fueran acusados de frotar los zapatos contra el pies planos. No estando familiarizados con los códigos del excusado, les habría llevado 15 minutos figurarse siquiera de qué les estaba acusando el oficial y, cuando estuviera claro, la conversación estallaría en una avalancha de tacos y, poco después, de puños.
En lugar de ello, el Senador Craig se declaró culpable de un crimen menor. A causa de eso debería esfumarse de la vida pública tan rápidamente como sea posible y sumergirse a tiempo completo en el anonimato que persigue en sus encuentros sexuales. No, como argumenta la izquierda, por "hipocresía"; por ser un político de "valores familiares" que se opone al "matrimonio homosexual" pero que aún así se arrastra en busca de sexo oral en los retretes masculinos. Una cierta medida de hipocresía es necesaria para que una sociedad funcione. Es bastante posible, por otra parte, oponerse a la legalización de la prostitución pero, por la otra, echar una cana al aire cada martes y visitar de incógnito el prostíbulo en el otro extremo de la ciudad. La incapacidad de uno para vivir a la altura de sus propios estándares no los anula, por sí mismos.
La izquierda da la impresión de que un senador Republicano sorprendido en un prostíbulo tendría que decir inmediatamente, "Estáis en lo cierto. Debería haber apoyado espacios para prostitutas en la ley presupuestaria de 2005". Ese es el motivo de que los escándalos sexuales derriben a los Republicanos, pero no a los Demócratas: en lo que respecta al sexo, los estándares de la izquierda son los que le vienen en gana a uno, lo cual es equivalente a no tener ningún estándar. Así, Monica Lewinsky era "una mujer adulta" libre para tomar sus propias decisiones sobre la alfombra del Despacho Oval. Sin "estándares morales" acordados, todo lo que tienes es la ley. Cuando ya no está claro que algo esté mal, todo lo que puedes hacer es ilegalizarlo.
Y así llegamos a la barroca situación de un senador de los Estados Unidos condenado por el crimen de rozar su pie y colocar su equipaje de mano en el único espacio disponible del cubículo de un aseo de caballeros. Larry Craig acusaba frugalmente al sargento Karsnia de "tenderle una trampa", pero en la práctica el funcionario ni siquiera necesitó tenderle nada más que un movimiento de zapato supuestamente invitador. ¿Es eso un crimen? En la grabación, Craig suena abatido y patético; un hombre prominente acorralado en una sórdida transacción. Pero Karsnia suena exactamente igual de espeluznante y raro: un tío al que le pagan por sentarse durante horas en el cubículo de un retrete con el fin de observar los tobillos colindantes. Preferiría poner multas de aparcamiento.
© Mark Steyn

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