jueves, septiembre 06, 2007

Marcello, La escopeta nacional

jueves 6 de septiembre de 2007
La escopeta nacional

La Princesa Letizia se nos ha hecho cazadora —como lo ha revelado Jaime Peñafiel— y ya cuenta con unas parejas de escopetas del calibre 20 para acudir a los ojeos de perdices y al paso de las palomas, integrándose en este deporte que es muy español y muy tradicional en el seno de la familia real española, y en el que el Rey Juan Carlos ha demostrado ser un destacado tirador. Lo de Letizia está muy bien, porque le permitirá acompañar al Príncipe de Asturias —que no es aficionado a la caza mayor, pero sí a la pluma— no sólo como dama de conveniencia sino practicando este deporte que le dará la oportunidad de disfrutar de una jornada cinegética y también la oportunidad de una actividad física, con entrenamiento incluido, lo que le hará mejorar sus reflejos y velocidad, que es lo que hay que tener para ser buen tirador de escopeta. En vez de convertirse en florón de merendolas con té y pastas en los cortijos de cacerías mientras los varones —y no pocas mujeres— disfrutan de la jornada de caza.
De manera que muy bien hecho por Letizia, y no estaría nada mal que se uniera también a las regatas de vela, donde, por cierto, el Aifos —acróstico de Sofía—, el barco de regatas de la Armada española, anda de capa caída, con muy pocos medios, escasa tripulación y pésimos resultados, cuando el Gobierno y la Armada deberían dotarlo de la mejor tripulación —toda ella de la marinería de España y no los profesionales—, le mejor tecnología y aparejos para que hiciera un buen papel en las competiciones nacionales o internaciones, porque de lo contrario más valdría que se retirara, lo que sería una pena. Como parece que se ha retirado el Príncipe —mal hecho— de su timón para llevar la caña de otras embarcaciones con más medios y mejor tripulación.
Letizia, a quien el pueblo de Madrid empieza a llamar “la flaca”, como a la tatarabuela del Príncipe la llamaban “la chata”, parece que está llevando el cargo con más prudencia y dedicación, ante la opinión pública, aunque seguro que la procesión va por dentro. Porque no es nada fácil estar ahí, como muy bien se vio en la crisis de Lady Diana, y ella, poco a poco, se va consolidando a pesar de los comentarios y de los problemas institucionales y familiares, que los tendrá como cualquier otro español.
Aunque tanto ella como el Príncipe transmiten una excesiva frialdad que contrasta con la entrañable y extrovertida personalidad del Rey, algo que sobre todo tiene mucho que ver con el carácter introvertido del heredero y la confusa posición “política” y social de los jóvenes herederos de reyes, que sin una función concreta no tienen más obligación que esperar al día obligado de la sucesión. Algo que se debería evitar dándole al Príncipe funciones y trabajo concretos y de cierta envergadura, al margen de su sola función de corte protocolario y representativo que no le aporta nada más. De momento, la Princesa se nos ha hecho cazadora y pronto lucirá sus más variados modelos de campo y caza, mientras sus secretarios le cargan las armas con las que Doña Letizia ya va a ingresar en el club más selecto de la escopeta nacional.

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