miércoles, septiembre 26, 2007

Madrid, discriminado

jueves 27 de septiembre de 2007
Madrid, discriminado
POR mucho que Rodríguez Zapatero se empeñe en negar las evidencias, las cifras reflejan una realidad inapelable: los presupuestos elaborados por el Gobierno favorecen a Cataluña y Andalucía y castigan notablemente a la Comunidad de Madrid. En cuanto a inversiones del Estado, Madrid ocupa el segundo lugar por la cola -superando tan sólo a La Rioja- en la lista de crecimiento de la aportación estatal. De hecho, la inversión aumenta más del 20 por ciento en las comunidades catalana y andaluza, mientras que se congela en la madrileña. Otro dato inapelable es que la región recibirá 111 euros menos por habitante que la media del resto de autonomías. No es la primera vez que los dineros del Estado pasan de largo por una comunidad que, sin embargo, ha visto crecer su población notoriamente en los últimos años y es una de las locomotoras del crecimiento económico. La reunión hace unos días en La Moncloa entre Zapatero y Esperanza Aguirre no ha servido para nada, porque los intereses electorales del PSOE están por encima de cualquier otra consideración. El presidente tiene muy claro que Madrid es un caso perdido para los suyos y procura reforzar sus posiciones en otras circunscripciones más propicias. He aquí una de las consecuencias negativas de unos presupuestos elaborados en plena precampaña, puesto que el dinero de todos se utiliza al servicio del interés coyuntural del partido gobernante.
No es extraño que Esperanza Aguirre hable de «agravio» del Ejecutivo hacia los madrileños, lo que resulta especialmente injusto si se tiene en cuenta que ésta es la comunidad más solidaria por su aportación al conjunto de España. No se trata de convertir el presupuesto en un arma política de enfrentamiento entre comunidades, sino de actuar con rigor y sentido común. Resulta intolerable practicar una política sectaria con las cuentas públicas, premiando a los afines y castigando a los adversarios. Además, este injusto reparto coloca en una situación imposible al socialismo madrileño y deja en mal lugar a su nuevo líder, Tomás Gómez, que difícilmente podrá explicar a los ciudadanos las razones del «boicot» de Zapatero a las necesidades de la región. Madrid acoge las instituciones centrales del Estado, recibe y asimila una inmigración creciente y muestra una vitalidad empresarial y financiera que sólo sorprende a los que siguen anclados en viejos tópicos. El victimismo nacionalista suele ampararse en unos privilegios imaginarios del centro respecto de otras zonas de España. Sin embargo, los datos son concluyentes. Zapatero discrimina a una región dinámica y activa sólo porque comete el «pecado» de votar mayoritariamente al PP. No debe extrañarse, por tanto, de que los madrileños y otros muchos españoles sensatos tomen buena nota del agravio cometido y extraigan las consecuencias pertinentes.

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