miércoles, septiembre 26, 2007

La lucha por la democracia en Birmania

jueves 27 de septiembre de 2007
La lucha por la democracia en Birmania
BIRMANIA es un país dirigido por el régimen militar más antiguo del mundo y que, como dictadura, sólo puede ser comparado en longevidad y anacronismo con casos como los de Cuba o Corea del Norte. El régimen militar mantiene encarcelados o en arresto domiciliario a más de un millar de presos políticos, entre ellos Aung San Suu Kyi, líder del movimiento democrático y premio Nobel de la Paz, y se calcula que la represión ha provocado un millón de refugiados, mientras que la guerra declarada contra opositores armados ha arrasado no menos de 3.000 aldeas y pueblos. A nadie le puede extrañar que, a falta de instituciones democráticas, el descontento y la mala situación económica que sufre el país haya desembocado en manifestaciones callejeras, ni que el régimen militar haya empezado a responder con la violencia contra sus propios ciudadanos. Ayer fueron varios los monjes y civiles muertos en las calles de Rangún, escenario desde hace días de una movilización de protesta sofocada con brutalidad.
Hasta ahora, Europa y Estados Unidos han aplicado una política gradual de sanciones, cuya eficacia -todo hay que decirlo- ha sido relativa, puesto que la amenaza del aislamiento internacional no podía ser un factor intimidante para una Junta que ha optado precisamente por mantener al país aislado del mundo. Sin embargo, ni siquiera las dictaduras militares pueden seguir protegiéndose al margen de las grandes corrientes de la globalización, y parece evidente que si no se produce un cambio fundamental, la situación en Birmania corre el riesgo de volverse insostenible. En todo caso, aunque no fuese más que como defensa de los ideales básicos en los que se basan las sociedades libres, la comunidad internacional no puede permanecer impasible ante una dictadura que hace un uso indiscriminado de la fuerza para reprimir a la población civil que se manifiesta pacíficamente. Se trata de un comportamiento que no debe ser tolerado. Es necesario seguir enviado un claro mensaje de apoyo a todos los birmanos que piden democracia pacíficamente, y otro a los militares, para que sean conscientes de que su actitud no hace sino dificultar la inevitable transición hacia un régimen más abierto.
Como vecino de Birmania y aspirante a convertirse en potencia hegemónica en Asia, el papel de China va a ser fundamental en este caso. Nada de lo que puedan hacer o decir Europa y Estados Unidos alcanzará la repercusión que sin duda tendrán las acciones que emprenda el régimen de Pekín. Y, en este caso, el Gobierno chino tiene una oportunidad de oro para demostrar en qué dirección soplan los vientos dentro del país y hacia dónde van a dirigirse en el exterior. Va a ser muy reveladora la actitud que tome Pekín hacia los demócratas birmanos, teniendo en cuenta que la apertura de sus propias estructuras políticas es una de sus asignaturas pendientes. Lo que pase en Birmania determinará la temperatura real de la democracia en China.

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