miércoles, septiembre 26, 2007

Luis Pousa, Otros metodos y soportes

LUIS POUSA
CELTAS SIN FILTRO
Otros métodos y soportes
Los historiales clínicos de los pacientes son un mamotreto de fichas, radiografías y diagnósticos, guardado en carpetas, algunas, por cierto, muy voluminosas, y depositado en unas instalaciones que no siempre cumplen los requisitos consustanciales a un archivo. A veces, tales archivos no pasan de ser meros almacenes, en cuyas dependencias yacen amontonados y cubiertos de polvo cientos de miles de historiales.
Nada que ver con la tecnociencia médica, es decir, con el impresionante desarrollo tecnológico que ha experimentado la atención sanitaria en este país. Entendiendo que la tecnología aplicada a la medicina es el conjunto de aparatos y procedimientos que operan sobre ella, así como los sistemas organizativos y de soporte en los que se proporciona la atención sanitaria.
Ese desfase entre el neolítico y la posmodernidad genera enormes disfunciones en el sistema sanitario público, con miles de historiales clínicos danzando de unos centros para otros, y las correspondientes pérdidas de tiempo. Cuando resulta que la aplicación de los avances científicos y tecnológicos en la atención del paciente -dentro del contexto de un contrastado cambio hacia un modelo en el que la biología y la genética moleculares son su base científica y la tecnología de la imagen su herramienta- producen una cantidad de información tal que precisa de otros métodos y otros soportes para ser tratada y guardada. Y, al mismo tiempo, convertirse en una base documental, de impagable valor, además de para el paciente y los médicos, para la investigación médica.
Desde esta perspectiva, el paso que ha dado la sanidad pública gallega al digitalizar los historiales clínicos, mediante un sistema informatizado que permite acceder a ellos desde cualquier centro médico perteneciente al Servicio Galego de Saúde, supone un salto enorme y digno de la mejor consideración. Pues detrás de ese logro hay un enorme y tedioso trabajo previo en la sombra, que finalmente ha quedado sustanciado en la aplicación del programa Ianus.
Ese salto será completado con la implantación de la receta electrónica. Lo que requiere, entre otras cosas, que las farmacias se doten de las herramientas y los mecanismos necesarios para que puedan dispensar los medicamentos mediante la lectura electrónica de la tarjeta sanitaria del usuario, en la que constará lo recetado por el médico. Lo que obliga a concertar con los colegios de Farmacéuticos un plan de readaptación al nuevo modelo, que lógicamente lleva consigo una serie de inversiones.
Pese a la complejidad de los procesos de informatización del historial clínico y de la receta médica, el resultado es una simplificación de los trámites, una sistematización de la información referida a cada paciente y un aumento de la seguridad muy superior al que ha habido hasta ahora. El papel no ofrece en sí mismo mayor grado de confidencialidad que el soporte electrónico, y sí, en cambio, grandes problemas de manejo y mayores peligros de ser destruido o extraviado.
La informatización de los sistemas informativos y organizativos de la sanidad pública gallega es un paso decisivo en su modernización total. Es lo que se corresponde con una medicina avanzada, del siglo XXI, en la que el conocimiento es muchas veces superior a los viejos métodos de la carpeta y la receta de papel. En todo caso, el fondo de la cuestión es conseguir que el paciente esté mejor atendido.

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