miercoles 5 de septiembre de 2007
LUIS POUSA
CELTAS SIN FILTRO
Más allá de la coyuntura
Somos y estamos. Existimos. Eso es lo que pretende decir, alto y fuerte, el BNG a seis meses de las elecciones generales. Y no lo dice por capricho, sino porque el ensanchamiento del PSdeG le deja sin espacio para crecer y moverse, pese a los intentos de Anxo Quintana por penetrar en el muro rocoso del PPdeG y pellizcarle en aquella parte de su clientela electoral intuitivamente galeguista y asimilable a un discurso nacionalista templado, identificado con la defensa de "o noso" y que tiene como mejores valedores a las personas mayores de la Galicia no urbana.
Los bailes dominicales del vicepresidente de la Xunta son parte de esa estrategia por desdemonizar al nacionalismo gallego en ámbitos sociales y geográficos donde todavía resiste la idea de que el BNG es una fuerza disolvente del Estado y la sociedad, rompedora de la armonía de una vida asentada en el respeto a las tradiciones, mediante comedidos retoques reformistas.
Presumiblemente, la imagen de Quintana, buen mozo, por otra parte, cae bien entre los romeros y despierta simpatía entre ellos. Pero de ahí a que a sus pasodobles obren el milagro persuasivo de indentificar en su figura como una nueva imagen del Bloque, todavía queda un trecho enorme por recorrer. Y, además, lo que gane por un lado puede perderlo por el otro. La fórmula tiene sus riesgos, sin añadirle a ello las variables de cambio y modernización de la sociedad gallega.
Resulta obvio que en tales circunstancias electorales el primer destinatario de las angustias existenciales del BNG sea su socio de gobierno en la Xunta y en aquellas otras instituciones donde sellaron alianza. No parece, sin embargo, que el distanciamiento reclamado por los nacionalistas llegue al extremo del todo o nada. Paradójicamente, lo que impide que el mapa político gallego avance hacia un modelo bipartidista es la presencia del nacionalismo gallego en los centros de poder del sistema autonómico. Esta circunstancia es mucho más importante que si tiene trece o diecisiete diputados.
El escenario de un PSdeG y un PPdeG parejo en fuerzas, en el que el Bloque sea el árbitro para la formación de la mayoría gobernante, le conviene menos a los populares, muy poco desarrollados en la cultura de la coalición y con grandes dificultades para asumir los retos que entraña gestionar la pluralidad y la complejidad.
En otras palabras, los conservadores todavía no han asumido la posibilidad de que el cielo de la mayoría absoluta sea inalcanzable en el mapa gallego durante un largo plazo de tiempo. Los guiños intermitentes de Núñez Feijóo a Quintana obedecen más a una estrategia de poner en cuestión la bondad de los gobiernos de coalición que a un propósito firme de conseguir un espacio de relación entre populares y nacionalistas.
El tacticismo de hacer oposición tanto permite acusar a Touriño de arrugarse ante las exigencias de los socios como de no concederle la mínima autonomía a éstos para expresar sus lógicas y legítimas discrepancias. Todo ello forma parte del juego político y cada actor aprovecha los momentos para reivindicarse. Pero más allá de la coyuntura, el reparto del poder autonómico se asienta sobre una correlación de fuerzas que a ninguno de los dos que gobiernan en la Xunta le interesa modificar en lo sustancial.
martes, septiembre 04, 2007
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