miércoles, septiembre 26, 2007

Lorenzo Contreras, Una olla de grillos

jueves 27 de septiembre de 2007
Una olla de grillos Lorenzo Contreras

Sigue vigente y actual la referencia de Felipe González, en principio con motivo de la “guerra del fútbol”, al “fuego amigo” y a los “daños colaterales”. Dos expresiones bélicas que aluden a la confusión de los combates, cuando un grupo dispara por error contra un aliado o cuando en el fragor de una batalla pagan con sus vidas quienes estaban en las proximidades sin ánimo ni posibilidad de intervenir. Sin embargo, la metáfora del ex presidente del Gobierno no se ajusta plenamente a su objetivo. Porque el llamado fuego amigo no sólo funciona en la querella de los intereses futbolísticos y las disputas por las transmisiones deportivas. Ese fuego también se cruza, al margen del “pirateo” de las señales audiovisuales, en las luchas puramente políticas, cuando, por ejemplo, una formación concreta, o incluso el Gobierno, cambian de favorito en sus relaciones, en sus estrategias, y benefician a uno en perjuicio de otro.
González, por supuesto, estaba apuntando hacia las peleas entre grupos o sectores ideológicamente afines, pero enfrentados en el terreno de los intereses. Esos intereses necesitan para su éxito respectivo dominar un concreto terreno de actuación, normalmente periodístico, buscando proyectar mejor su influencia política. La contienda entre Sogecable y Mediapro, o si se prefiere entre Canal Plus y la Sexta, implica al Gobierno. Zapatero parece que busca otro Polanco, cuyo fallecimiento entraba en los cálculos y previsiones del actual inquilino de la Moncloa. Naturalmente, el dinero está por medio. El poder necesita financiación, y tanto mejor esa financiación cuanto más segura e incondicional resulta.
El hecho de que Mediapro haya mantenido un pugilato con Audiovisual Sport a propósito de la retransmisión fallida del partido de fútbol Sevilla – Espanyol, es algo anecdótico, pero que refleja la manifestación de los intereses políticos en juego. Y en esto aparece un nuevo periódico que tiende y tenderá cada vez más a interponerse en la rivalidad de El Mundo con El País, o de El País con El Mundo. Uno de estos dos había basculado cada vez más en su trayectoria hacia el zapaterismo, mientras el otro se imantaba hacia el respaldo de la oposición, aunque sin abandonar la tentación de las provechosas o tácticas ambigüedades mensajeras.
En este forcejeo hostil, el “fuego amigo” se desencadena y los “daños colaterales” aparecen. Para Zapatero, cuyas opciones se alejan del grupo Prisa en la misma medida en que el grupo polanquista se siente concernido por esa desafección y reacciona en consecuencia, aunque lo haga poco a poco, el escenario ya es otro, sobre todo cuando lo esencial es el resultado de las elecciones generales en marzo. Con el control progresivo del mundo audiovisual, el zapaterismo se asegura un cuasimonopolio del mercado mediático. Ese periódico que acaba de surgir de entre la niebla de los intereses, y con ese respaldo oficial, es una expresión más de la fuga del PSOE actual hacia posiciones expectantes.
En realidad hay menos daños colaterales que impactos directos y perfectamente orientados. O sea, lucha por el poder, sea cual sea su naturaleza, del mismo modo que la oposición minoritaria se fracciona en el intento de menoscabar el protagonismo de la oposición mayoritaria. No todo es periodismo enemistado o rival. Surgen “plataformas” emanadas de grupos sociales —Ermua, Basta Ya, etc.— que experimentan a su vez movimientos de deserción interna, siempre bajo la mirada hostil de ETA y de los nacionalismos en general.
El totum revolutum parece garantizado. La España actual es una olla de grillos política. En marzo ya veremos.

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